Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
SANTOS DEL 2 AL 8 DE
NOVIEMBRE 2015
► XXXI Semana del Tiempo Ordinario ◄
LUNES, 2
Conmemoración de todos los Fieles Difuntos
La
Iglesia, después de celebrar ayer la fiesta de todos sus hijos bienaventurados
ya en el cielo, se interesa hoy ante el Señor en favor de las almas de todos
cuantos nos precedieron en el signo de la fe y duermen en la esperanza de la
resurrección, para que, purificados de toda mancha de pecado, puedan gozar de
la felicidad eterna. Celebramos, pues, la victoria de Cristo, y de nosotros con
Él, sobre la muerte. Y hacemos memoria de cuantos, habiendo compartido ya la
muerte de Jesucristo, están llamados a compartir también con Él la gloria de la
resurrección. El primer prefacio de difuntos nos enseña que «en Cristo brilla
la esperanza de nuestra feliz resurrección; y así, aunque la certeza de morir
nos entristece, nos consuela la promesa de la futura inmortalidad; porque la
vida de los que creemos en el Señor, no termina, se transforma; y, al
deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el cielo».
Mientras nosotros pedimos por los difuntos, ellos interceden por nosotros.
ORACIÓN
Escucha, Señor, nuestras súplicas para que, al confesar la resurrección de
Jesucristo, tu Hijo, se afiance también nuestra esperanza de que todos tus
hijos resucitaran. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.-
MARTES, 3
San Martín de
Porres
Nació en Lima (Perú) el año 1579, de
un funcionario real español, Juan de Porres, y de una joven de origen africano,
Ana Velázquez, que no se casaron: Martín era mulato e hijo ilegítimo, lo que le
causó muchas dificultades. Fue educado cristianamente por su madre y aprendió
de joven el oficio de barbero-cirujano. En 1603 fue admitido en la Orden de los
dominicos como hermano converso, después de vivir ocho años en el convento como
donado. Desde el principio se le confió el oficio de enfermero que ejerció, con
gran competencia y mayor caridad, en favor de los frailes y de los numerosos
pobres que acudían al convento; además instituyó varias obras caritativas. Supo
conjugar la incesante actividad asistencial con el recogimiento de un
contemplativo. Llevó una vida de mortificación y de humildad, y tuvo una gran
devoción a la Eucaristía. Murió en Lima el 3 de noviembre de 1639.
ORACIÓN
Señor, Dios nuestro, que has querido
conducir a san Martín de Porres por el camino de la humildad a la gloria del
cielo, concédenos la gracia de seguir sus ejemplos, para que merezcamos ser
coronados con él en la gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
MIÉRCOLES, 4
San Carlos Borromeo
Nació
en Arona (Lombardía, Italia) el año 1538, en el seno de una familia noble y
piadosa. Abrazó la vida eclesiástica de jovencito y, terminados los estudios en
Pavía, su tío materno, el papa Pío IV, lo llamó a Roma y lo creó cardenal,
haciéndolo Secretario de Estado. En
la medida que le fue posible impulsó la culminación del Concilio de Trento y la
puesta en práctica de sus decretos. Elegido arzobispo de Milán en 1565, fue un
verdadero pastor de almas. Realizó una gran obra legislativa, organizativa,
pastoral, litúrgica y devocional. Recorrió muchas veces la diócesis entera,
convocó sínodos, decretó muchas disposiciones orientadas a la formación del
clero y a la reforma de costumbres, para actuar así las ordenaciones pastorales
del Concilio de Trento. Fundó seminarios y edificó hospitales y hospicios.
Utilizó las riquezas de su familia en favor de los pobres. Murió en Milán el 3
de noviembre de 1584.
ORACIÓN
Conserva, Señor, en tu pueblo el espíritu que infundiste en san Carlos
Borromeo, para que tu Iglesia se renueve sin cesar y, transformada en imagen de
Cristo, pueda presentar ante el mundo el verdadero rostro de tu Hijo. Él, que
vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
JUEVES, 5
Santa Ángela de
la Cruz
Nació en
Sevilla el año 1846, en el seno de una familia numerosa y pobre, trabajadora y
piadosa. Desde muy joven trabajó en un taller de zapatería, a la vez que se
entregaba al servicio de los más pobres y marginados. Bajo la guía de un
experto confesor, el P. Torres, intentó hacerse religiosa, hasta que comprendió
que el Señor la llamaba a fundar una congregación, la Compañía de las Hermanas
de la Cruz que, viviendo en gran austeridad, atendían a enfermos y
menesterosos. Mujer de vida contemplativa y de una gran actividad, gozó de
carismas extraordinarios. A pesar de no tener estudios, dejó escritos de gran
profundidad. Fue terciaria franciscana y su vida y espiritualidad tienen rasgos
franciscanos muy marcados. Juan Pablo II la canonizó el año 2003.
ORACIÓN
Oh
Dios, que iluminaste a Santa Angela virgen con la sabiduría de la cruz, para
que reconociese a Cristo, tu Hijo, en los pobres y en los enfermos, y los
sirviese como humilde esclava, concédenos que, imitando el ejemplo de su
caridad, podamos llegar a ti, junto con nuestros hermanos. Por Jesucristo,
nuestro Señor. Amén.
VIERNES, 6
► Primer viernes de mes ◄
Santos Jacinto Castañeda y Vicente le Quang Liem
Jacinto
Castañeda nació en Játiva (Valencia) el año 1743, y muy joven entró en la Orden de Predicadores. Pidió y obtuvo ser
enviado a las misiones de Asia. Embarcó en Cádiz en 1761, descansó algún tiempo
en México y llegó a las islas Filipinas en 1762; allí completó los estudios y
recibió la ordenación sacerdotal. Predicó el Evangelio en China hasta que,
apresado y expulsado, tuvo que regresar a Macao, de donde pasó, en 1770, a
Vietnam. Le encomendaron la atención de unos 14.000 cristianos en unas sesenta
iglesias; desarrollaba su apostolado sobre todo por la noche. Lo detuvieron
cuando fue a atender a un enfermo.
Vicente
le Quang Liem, era vietnamita y nació en 1731; estudió con los dominicos
españoles en Manila para prepararse al sacerdocio, y acabó ingresando en la
Orden de Predicadores. Fue enviado a evangelizar a sus compatriotas. Cuando
cumplía su misión, lo apresaron y en la cárcel se encontró con el P. Castañeda
que había sido detenido antes. Después de sufrir diversos tormentos, fueron
condenados a muerte y decapitados en Hanoi (Vietnam) el 7 de noviembre de 1773.
ORACIÓN
Dios todopoderoso, que confirmaste con el triunfo del martirio la vida
consagrada de tus siervos Jacinto y Vicente; te rogamos que, por su
intercesión, aumente nuestro compromiso de anunciar el Evangelio, y gocemos,
con tus santos, de la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
SÁBADO, 7
San Ernesto -
Abad y mártir
Abad del
convento benedictino alemán de Zwiefalten, situado al suroeste de la ciudad de
Ulm.
Renunció en
el año de 1147 a su dignidad, para poder participar en la segunda cruzada, que organizaba
el emperador Conrado III, con el fin de librar la Tierra Santa de los
musulmanes.
Al abad
Ernesto le tocó incorporarse en el destacamento militar del obispo Otto de
Freising. En las encarnizadas luchas por los lugares sagrados, cayó prisionero.
Fue trasladado a la Meca, capital del Islam, y martirizado en forma cruel a
fines del año 1148.
Desde el
siglo XIII se honra su memoria en la abadía de Zwiefalten como 'mártir",
aunque nunca ha existido una aprobación oficial por parte de la Iglesia universal.
Se puede
admirar un retablo del siglo XVII, en la Iglesia de los padres capuchinos, en
Dinkelsbuehl (Alemania), que presenta a san Ernesto atado a un madero, cortados
las manos y los pies, mientras su cuerpo se ve cubierto de enormes heridas
causadas por la cimitarra musulmana.
En la parte
inferior del retablo se puede apreciar, como símbolo de su dignidad, la mitra y
el báculo.
La voluntad
salvífica universal de Dios alcanza a todos los hombres; la Iglesia está
persuadida de que habiendo Cristo muerto por todos y siendo una sola la
invocación última del hombre, es decir, divina, el Espíritu Santo ofrece a
todos las posibilidades de ser asociados, de modo solamente conocido por Dios,
al misterio pascual. Siendo la fe personal un acto libre, es menester que la
Iglesia dialogante se aproxime a los no creyentes con el mayor respeto de su
libertad personal y procurando comprender sus motivaciones y razones.
ORACIÓN
Dios
todopoderoso y eterno, que diste a san Ernesto, abad, la gracia de luchar hasta la muerte por
practicar la justicia; concédenos, en virtud de sus ruegos, soportar por tu
amor todas las adversidades y caminar con valentía hacia ti, que eres la vida
verdadera. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
DOMINGO, 8
XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO
San Diosdado I - Papa
San Deosdato
o Diosdado I, Nació en Roma, en una época en que Italia estaba a merced de los
lombardos y del Imperio Bizantino. Este pontífice fue hijo de un subdiácono
llamado Esteban, desde joven ingresó para su formación al monasterio
benedictino de Roma dedicado a San Erasmo.
Durante
cuarenta años San Diosdado se desempeñó como sacerdote, hasta que en 615 fue
electo sexagésimo octavo papa, sucediendo a Bonifacio IV.
En esa época
la situación en Roma era por demás difícil, pero los tres años de su
pontificado bastaron para que San Diosdado fuera muy querido por todos los
romanos.
En 616 asoló
a Roma una peste similar a la que ya había causado estragos en 590, y en 618
brotó también una mortal epidemia de peste. Por si fuera poco, en agosto de ese
año la Ciudad Eterna fue víctima de un terremoto terrible.
En todo
momento, ante las tragedias, San Diosdado mantuvo la serenidad y se preocupó
por socorrer y consolar a los damnificados, a los enfermos y a los leprosos. Se
le atribuye la capacidad milagrosa de haber curado de la peste a muchas
personas.
A San
Diosdado I se le recuerda por su defensa de los privilegios del clero monástico
según lo había instituido veinte años antes San Gregorio Magno.
San Diosdado
fue también el primer papa que empleó para autentificar los documentos
oficiales un pesado sello de plomo que en latín se llamaba bulla; de esta
palabra se deriva el término bula, con el que nos referimos a los decretos del
papa.
San Diodado
I nos enseña el valor del amor al prójimo para enfrentar las peores
calamidades.
ORACIÓN
Dios
todopoderoso y eterno, que pusiste a san Diosdado como guía de tu pueblo para
servirlo con la palabra y el ejemplo, por su intercesión, protege a los
pastores de tu Iglesia junto al rebaño que les has confiado, y condúcelos por
el camino de la salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Confeccionado por Franja y Állen-Perkins