Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
Santo de cada día. Semana del 18 al 24 de marzo
LUNES, 18
San Cirilo
-San Cirilo, obispo de Jerusalén y doctor de la Iglesia, 386. San Cirilo nació cerca de Jerusalén y fue Arzobispo de esa ciudad durante 30 años, de los cuales estuvo 16 años en destierro. 5 veces fue desterrado: tres por los de extrema izquierda y dos por los de extrema derecha. Era un hombre suave de carácter, enemigo de andar discutiendo, que deseaba más instruir que polemizar, y trataba de permanecer neutral en las discusiones. Pero por eso mismo una vez lo desterraban los de un partido y otra vez los del otro. Una de las acusaciones que le hicieron los enemigos fue el haber vendido varias posesiones de la Iglesia de Jerusalén para ayudar a los pobres en épocas de grandes hambres y miserias. Pero esto mismo hicieron muchos obispos en diversas épocas, con tal de remediar las graves necesidades de los pobres. El emperador Juliano, el apóstata, se propuso reconstruir el templo de Jerusalén para demostrar que lo que Jesús había anunciado en el evangelio ya no se cumplía. San Cirilo anunció mientras preparaban las grandes cantidades de materiales para esa reconstrucción, que aquella obra fracasaría estrepitosamente. Y así sucedió y el templo no se reconstruyó. Fue desterrado durante 11 años, encontró a Jerusalén llena de vicios y desórdenes y divisiones y se dedicó con todas sus fuerzas a volver a las gentes al fervor y a la paz, y a obtener que los que se habían pasado a las herejías volvieran otra vez a la Santa Iglesia Católica. A los 72 años murió en Jerusalén en el año 386. En 1882 el Sumo Pontífice lo declaró Doctor de la Iglesia.
ORACIÓN
Señor, Dios nuestro, que has permitido a tu Iglesia penetrar con mayor profundidad en los sacramentos de la salvación, por la predicación de san Cirilo, obispo de Jerusalén, concédenos, por su intercesión, llegar a conocer de tal modo a tu Hijo que podamos participar con mayor abundancia de su vida divina. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
MARTES, 19
San José
-San José, Patriarca, esposo de la Santísima Virgen, siglo I. San José es una figura sencilla y humilde, silenciosa y pobre en apariencia, pero Dios le ha encomendado una misión única y maravillosa. Este hombre del silencio es un hombre aparte, aun en medio de los bienaventurados. Era de estirpe real, de la familia de David. Dios le muestra un amor preferencial, y él responde sereno, fiel y agradecido. José "varón justo", era un verdadero israelita en el que no había engaño. Era también un apuesto doncel, no un anciano con barbas. "Por verosímil se ha de tener, comenta Bernardo de Bastos, que cuando se desposó con la Virgen era un apuesto mancebo, cuál convenía a una esposa joven y bellísima". José va conociendo que María es la obra maestra de Dios, que reúne todas las maravillas de la creación, la hija de las complacencias del Padre, el paraíso del Espíritu Santo, la Madre virgen del Verbo hecho carne. Y él es el esposo de María, esposo virgen como ella, con derecho a una santa e inefable ternura, que era para él una gloria celeste. Pero esta dignidad José la acepta y ejerce desde la discreción y el silencio. José cumplió fielmente su misión como esposo de María y padre de Jesús. Ya no tiene vida propia ni propia voluntad. Fue digno de custodiar los más ricos tesoros del cielo y de la tierra. Hoy sigue protegiendo a la Iglesia como Patrono Universal. Entre sus más grandes devotos se cuentan Santa Teresa y el Beato Manuel Domingo y Sol. José, feliz entre todos los hombres, murió en brazos de la Madre de Dios, y Dios mismo cerró sus ojos. Es patrono de la buena muerte. "José, cuando la agonía de la muerte me llegare, tu patrocinio me ampare y el de tu esposa María".
ORACIÓN
Dios todopoderoso, que confiaste los primeros misterios de la salvación de los hombres a la fiel custodia de san José, haz que, por su intercesión, la Iglesia los conserve fielmente y los lleve a plenitud en su misión salvadora. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Santa María Josefa del Sagrado Corazón
-Santa María Josefa Sancho de Guerra, fundadora de las Servidoras de Jesús y de la Caridad, España, 1912. María Josefa Sancho de Guerra, cuyo nombre religioso era María Josefa del Corazón de Jesús (Vitoria, 7 de septiembre de 1842-Bilbao, 20 de marzo de 1912) fue una religiosa española, fundadora del Instituto de las Siervas de Jesús de la Caridad y declarada santa por la Iglesia Católica en el año 2000. Nació en 1842 en la ciudad de Vitoria (País Vasco, España). Con siete años quedó huérfana de padre y vivió durante unos años en casa de unos familiares en Madrid. A los 18 sintió la vocación religiosa y finalmente ingresó como monja en el Instituto de las Siervas de María tomando el nombre religioso de María Josefa del Corazón de María. En 1871 funda en Bilbao, junto con otras compañeras que había salido del Instituto de las Siervas de María, el Instituto de las Siervas de Jesús, del que sería superiora durante los 41 años siguientes. Esta nueva institución tenía como finalidad la asistencia a los enfermos en los hospitales y en sus domicilios, de los ancianos, los niños y los desamparados. La institución fue creciendo desde su primera casa abierta en Bilbao en 1871, de tal forma que cuando María Josefa falleció en 1912 eran 43 las casas fundadas y un millar las religiosas de la institución. Hoy en día se halla extendida a 16 países y posee casi 100 casas. La causa de canonización de María Josefa Sancho comenzó en 1951 siendo declarada beata en 1992. En el año 2000, el Papa Juan Pablo II la declaró finalmente santa. Hay una plaza dedicada a la santa en el barrio de San Ignacio de Bilbao. También posee una calle en su honor en la ciudad de Vitoria (Calle Fundadora de las Siervas de Jesús) y un pequeño museo en la calle Herrería donde nació.
ORACIÓN
Dios nuestro, que llamaste a tu servidora santa Santa María Josefa del Corazón de Jesús, para que te buscara sólo a ti, por su ejemplo e intercesión, concédenos que, sirviéndote con un corazón puro y humilde, lleguemos a tu eterna gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
San Benito Abad
-San Benito Abad, de Nursia. Patrono de Europa, patriarca de los monjes de Occidente, 480-547. Lo poco que se sabe de la vida de este santo es a través de San Gregorio, quien esboza una serie de las principales escenas milagrosas de su vida. Nació en el antiguo y pequeño pueblo de Sabino en Nursia, hacia el año 480 D.C. y es considerado el Patriarca del Monasticismo Occidental, porque fue su principal legislador, reformador y unificador. Fue enviado por sus padres a Roma, pero temiendo pervertirse con los malos ejemplos de sus condiscípulos, se retiró en soledad primero a Enfìde, país de Sabina, y luego a la cercana Subiaco donde un monje, llamado Romano, lo vistió con un hábito religioso.
Los monjes de Vicovaro, a la muerte de su abad, lo invitaron a asumir la dirección de su comunidad. Esta comunidad no se ajustó a la disciplina monástica del santo, y él pronto regresó a Subiaco a comenzar la gran obra para la que Dios lo había preparado durante sus años de soledad. Erigió doce pequeños monasterios que con el paso del tiempo, fueron destruidos: todos menos uno, el actual monasterio de Santa Escolástica.
En Subiaco empezó a redactar su regla en latín vulgar, conforme a las exigencias espirituales y materiales de los laicos que querían dedicarse al ascetismo bajo su dirección.
Benito se instaló sobre el monte que domina la llanura de la vega del Liri; derribó los altares de las falsas divinidades, taló los pequeños bosques sacros y con asiduidad se dedicó a la predicación para la conversión de los campesinos que aún eran paganos. Muy pronto, la fama de santidad y virtud de San Benito y sus seguidores se hizo célebre en el cenobio, por lo que el santo recibió notables donaciones del patricio Tertulio y de Gesulfo. La gente acudía continuamente al monte para pedir al taumaturgo ayuda y protección; los religiosos para pedirle consejos al santo; los poderosos del templo para pedirle al profeta sabias enseñanzas.
La regla disciplinaria de la vida interior y exterior dominó sin contrastes la comunidad monástica hasta el siglo XII. Esta regla propone al religioso un plan de vida basado en las oraciones y el trabajo, la estabilidad del lugar, la conversión de los malos hábitos y la obediencia bajo la dirección patriarcal del abad.
Unos cuarenta días después que San Benito viera el alma de su hermana Escolástica volar al cielo bajo la forma de una blanquísima paloma, comunicó a algunos de sus discípulos el día de su muerte. Seis días antes les pidió que excavaran su tumba. El 21 de marzo, con una violenta fiebre, quiso que le llevaran al oratorio. Tras recibir la Eucaristía, mientras rezaba de pie, rindió su espíritu a Dios entre los brazos de sus discípulos. Su cuerpo fue enterrado junto al de su hermana, en el sepulcro que él había hecho preparar bajo el altar de San Juan Bautista.
San Benito fue tentado en varias ocasiones por el diablo y siempre salió victorioso. Exhortaba a santiguarse con la cruz el corazón para ser liberados de las sugestiones diabólicas.
Con este signo de salvación, San Benito se libró del veneno que algunos monjes, a quienes no les agradaban las reglas disciplinarias del santo, le ofrecieron en un vaso de vidrio que contenía la mortal bebida. Benito alzó la mano, trazó el signo de la cruz, y el jarrón se hizo añicos, como si en lugar de una bendición le hubiera lanzado una piedra. A este episodio, según el relato de San Gregorio, por su amor a la Santa Cruz y la bendición inspirada que utilizó en sus palabras para bendecir, se debe la fama de protección y exorcismo del Crucifijo de San Benito. San Benito, abad. En Montecasino, muerte de san Benito, abad, cuya memoria se celebra el día once de julio (547)
ORACIÓN
Señor, Dios nuestro, que hiciste del abad san Benito un esclarecido maestro en la escuela del divino servicio, concédenos, por su intercesión, que, prefiriendo tu amor a todas las cosas, avancemos por la senda de tus mandamientos con libertad de corazón. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
VIERNES, 22
LA VIRGEN DE LOS DOLORES
El dolor de la Virgen en la infancia y en la pasión de su Hijo:
El misterio de la participación de la Virgen madre dolorosa en la pasión y muerte de su Hijo es probablemente el acontecimiento evangélico que ha encontrado un eco más amplio y más intenso en la religiosidad popular, en determinados ejercicios de piedad (Vía crucis, Vía Matris...) Y, en proporción con los demás misterios, también en la liturgia cristiana de oriente y de occidente. Es curioso cómo estas tres dimensiones de la piedad están idealmente unidas en la liturgia de rito romano en el Stábat Mater, atribuido a Jacopone de Todi, secuencia nacida en un contexto de intensa religiosidad popular, utilizada de varias maneras en los ejercicios piadosos y, aunque de forma facultativa, presente en la liturgia de las horas y en la liturgia de la palabra de la misa del 15 de septiembre de la Virgen de los Dolores. Esta singularidad revela que las tres áreas de piedad que hemos señalado, dejando aparte ciertas intemperancias ocasionales, reflejan agudamente lo esencial del misterio evangélico.
ORACIÓN
Oh Dios, en cuya Pasión fue traspasada de dolor el alma dulcísima de la gloriosa Virgen y Madre María, según la profecía de Simeón; concédenos propicio, que cuantos veneramos sus dolores y hacemos memoria de ellos, consigamos el feliz efecto de tu sagrada Pasión. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén
San Toribio de Mogrovejo
► Segundo arzobispo de Lima ◄
Sus padres, Luis de Mogrovejo y Ana de Robledo y Morán, pertenecían a la nobleza española. A los doce años, Toribio fue enviado por sus padres a estudiar a Valladolid, donde fue admirado de todos por su comportamiento ejemplar, sus virtudes y sus dotes intelectuales.
Después de algunos años, deseando estudiar Derecho civil y eclesiástico, se trasladó a la Universidad de Salamanca. Allí recibió la influencia de su tío Juan de Mogrovejo, profesor en dicha Universidad y en el Colegio Mayor de San Salvador en Oviedo. Habiendo sido invitado por Juan III, Rey de Portugal, a enseñar en la ciudad de Coimbra, Juan de Mogrovejo llevó consigo a su sobrino, y ambos residieron algunos años en la Universidad de esa ciudad.
De vuelta a Salamanca, su tío falleció poco después del regreso. Toribio resolvió seguir la carrera de éste, llegando a ser profesor de leyes en la Universidad de Salamanca, donde su erudición y virtud le llevaron a ser designado como Gran Inquisidor de España. El emperador Felipe II al conocer sus cualidades le propuso al Papa Gregorio XIII su nombramiento como Arzobispo de Lima, sucediendo a Jerónimo de Loayza.
En marzo de 1579, recibió el nombramiento para el cargo por parte del Papa Gregorio XIII. Como ni siquiera era sacerdote, habiendo recibido dispensa papal para la recepción de las diversas órdenes menores, fue ordenado en Granada y poco después, recibió la consagración episcopal en Sevilla. Finalmente, en septiembre de 1580 embarcó con destino a su sede episcopal, donde llegó en mayo del año siguiente. Lo acompañó su hermana, Grimanesa de Mogrovejo y el esposo de ésta, Francisco Quiñones, quien llegó a ser corregidor y alcalde de Lima.
ORACIÓN
Señor, tú que has querido acrecentar la Iglesia mediante los trabajos apostólicos y el celo por la verdad de tu obispo santo Toribio, concede al pueblo a ti consagrado crecer constantemente en fe y en santidad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén
DOMINGO, 24
DOMINGO DE RAMOS
Se conoce como Domingo de Ramos al domingo en el cual se conmemora la entrada mesiánica de Jesús de Nazaret en Jerusalén para dar inicio así a su Pasión y Muerte en la Cruz. Dicho domingo da inicio a la Semana Santa.
La liturgia del Domingo de Ramos es una de las más intensas de la Semana Santa y del año litúrgico que junto con las del Jueves Santo, Viernes Santo y Domingo de Resurrección forman las celebraciones centrales del año. El Domingo de Ramos es un día alegre y triste a la vez. La liturgia del Domingo de Ramos comienza con la bendición de las palmas y ramas de olivo. Los sacerdotes entran en procesión (la cual suele ser más larga que lo habitual) a celebrar la Misa. El color de éste día es el rojo, que representa a Jesús como rey en su entrada triunfal en Jerusalén (el rojo es color de reyes) y la Pasión del Señor (el rojo es el color de la sangre), celebrándose ambas en éste día. Al comienzo de la celebración, el sacerdote viste de procesional (con capa pluvial roja), despojándose de ella al llegar al altar y colocándose la casulla roja, vestimenta propia de la Eucaristía. Se da la bienvenida y se lee el Evangelio de la entrada triunfal en Jerusalén. A continuación se bendicen las palmas y ramas de olivo que llevan en sus manos los fieles. Una vez se han bendecido las palmas y ramos de olivo, comienza la procesión de ramos, procesión litúrgica que forma parte de la liturgia del Domingo de Ramos, y que rememora la entrada triunfal del Señor en la ciudad de Jerusalén tal y como lo relatan los Evangelios
Santoral: hoy
Santa Catalina de Suecia
Abadesa (c.a. 1331-1381) A Catalina de Suecia o de Vadstena nació alrededor del año1331 del matrimonio formado por el príncipe Ulf Gudmarsson y Brigitta Birgesdotter; fue la cuarta de ocho hermanos. La educaron, como era frecuente en la época, al calor del monasterio; en este caso lo hicieron las monjas de Riseberga.
Contrajo matrimonio con el buen conde Egar Lyderson van Kyren y ambos influyeron muy positivamente en los ambientes nobles plagados de costumbres frívolas y profanas. En el año 1373, muere en Roma Brígida y Catalina da sepultura provisional en la Ciudad Eterna al cadáver de su madre en la iglesia de san Lorenzo. El traslado del cuerpo en cortejo fúnebre hasta Suecia es una continua actividad misionera por donde pasa. Catalina habla de la misericordia de Dios que espera siempre la conversión de los pecadores; va contando las revelaciones y predicciones que Dios hizo a su santa madre.
Söderkoping es el lugar patrio que recibe la procesión en 1374 como si fuera un acto triunfal. Se relatan conversiones y milagros que se suceden hasta depositar los restos en el monasterio de Vadstena, donde entra y se queda Catalina, practicando la regla que vivió durante veinticinco años con su madre. Un segundo viaje a Roma durará cinco años; tendrá como meta la puesta en marcha del proceso de canonización de la futura santa Brígida y la aprobación de la Orden del Santísimo Salvador. A su regreso a Vadstena, muere el 24 de marzo de 1381.
Confeccionado por Franja y Allen-Perkins
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