Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
Acudamos hoy a María Auxiliadora
MARIA AUXILIUM CHRISTIANORUM
ORA PRO NOBIS
ORACIÓN DE SÚPLICA
Santísima Virgen, Madre de
Dios, yo aunque indigno pecador postrado a vuestros pies en presencia de Dios
omnipotente os ofrezco este mi corazón con todos sus afectos. A vos lo consagro
y quiero que sea siempre vuestro y de vuestro hijo Jesús.
Aceptad esta humilde oferta
vos que siempre habéis sido la auxiliadora del pueblo cristiano.
Oh María, refugio de los
atribulados, consuelo de los afligidos, ten compasión de la pena que tanto me
aflige, del apuro extremo en que me encuentro.
Reina de los cielos, en
vuestras manos pongo mi causa. Se bien que en los casos desesperados se muestra
más potente vuestra misericordia y nada puede resistir a vuestro poder.
Alcanzadme Madre mía la gracia que os pido si es del agrado de mi Dios y Señor.
Amén.
ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN
¡Oh Santísima e Inmaculada
Virgen María, tiernísima Madre nuestra y poderoso Auxilio de los Cristianos!
Nosotros nos consagramos enteramente a tu dulce amor y a tu santo servicio. Te
consagramos la mente con sus pensamientos, el corazón con sus afectos, el
cuerpo con sus sentidos y con todas sus fuerzas, y prometemos obrar siempre
para la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas.
Tú, pues, ¡oh Virgen
incomparable! que fuiste siempre Auxilio del Pueblo Cristiano, continúa, por
piedad, siéndolo especialmente en estos días. Humilla a los enemigos de nuestra
religión y frustra sus perversas intenciones. Ilumina y fortifica a los obispos
y sacerdotes y tenlos siempre unidos y obedientes al Papa, maestro infalible;
preserva de la irreligión y del vicio a la incauta juventud; promueve las
vocaciones y aumenta el número de los ministros, a fin de que, por medio de
ellos, el reino de Jesucristo se conserve entre nosotros y se extienda hasta
los últimos confines de la tierra.
Te suplicamos ¡oh dulcísima
Madre! que no apartes nunca tu piadosa mirada de la incauta juventud expuesta a
tantos peligros, de los pobres pecadores y moribundos y de las almas del
Purgatorio: sé para todos ¡oh María! dulce Esperanza, Madre de Misericordia y
Puerta del Cielo.
Te suplicamos, gran Madre de
Dios, que nos enseñes a imitar tus virtudes, particularmente la angelical
modestia, la humildad profunda y la ardiente caridad, a fin de que, por cuanto
es posible, con tu presencia, con nuestras palabras y con nuestro ejemplo,
representemos, en medio del mundo, a tu Hijo, Jesús, logremos que te conozcan y
amen y podamos, llegar a salvar muchas almas.
Haz, ¡oh María Auxiliadora!
que todos permanezcamos reunidos bajo tu maternal manto; haz que en las tentaciones
te invoquemos con toda confianza; y en fin, el pensamiento de que eres tan
buena, tan amable y tan amada, el recuerdo del amor que tienes a tus devotos,
nos aliente de tal modo, que salgamos victoriosos contra el enemigo de nuestra
alma, en la vida y en la muerte, para que podamos formarte una corona en el
Paraíso. Así sea
OFRECIMIENTO
Dios te salve María... Tú que
sabes mis congojas, pues todas te las confío, da la paz a los turbados y alivia
el corazón mío. Dios te salve María...
Y aunque tu amor no merezco,
no recurriré a Ti en vano, pues eres madre de Dios y auxilio de los cristianos.
Dios te salve María...
Acuérdate, ¡oh piadosísima
Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a
tu protección haya sido abandonado; animado con esta confianza, me presento a
ti. ¡Oh Madre de Dios!, no desoigas mis súplicas; escúchalas y acógelas
benignamente, ¡oh clemente, oh dulce Virgen María! (Pedir la gracia que se
desea y rezar una Salve)
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