Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
20
DE AGOSTO
Uno de los santos, San Bernardo, que más ha influido durante muchos siglos en la evangelización de Europa, llenado de monasterios cistercienses, trapenses y bernardos, de hombres y mujeres, a cuyo alrededor se formaron pueblos, que aprendieron de los monjes y monjas, muchas de las virtudes que fueron tan necesarias para la sociedad, y que hoy está tan carente de ellas... y así nos va!. Franja.
Fue el
gran impulsor y propagador de la Orden Cisterciense y el hombre más importante
del siglo XII en Europa.
Fundador
del Monasterio Cisterciense del Claraval y de muchos otros.
Nació en
Borgoña (Francia) en el año 1.090, en el Castillo Fontaines-les-Dijon. Sus
padres eran los señores del Castillo y fue educado junto a sus siete hermanos
como correspondía a la nobleza, recibiendo una excelente formación en latín,
literatura y religión.
San
Bernardo es, cronológicamente, el último de los Padres de la Iglesia, pero es
uno de los que más impacto ha tenido en ella.
Fue
declarado Santo en 1173 por el Papa Alejandro III. Posteriormente, fue
declarado Doctor de la Iglesia.
Su
personalidad
Bernardo
tenía un extraordinario carisma de atraer a todos para Cristo.
Amable,
simpático, inteligente, bondadoso y alegre, incluso muy apuesto, pues sabemos
que su hermana Humbelina le llamaba cariñosamente con el apelativo de “ojos
grandes”. Durante algún tiempo se enfrió en su fervor y empezó a inclinarse
hacia lo mundano. Pero las amistades mundanas, por más atractivas y brillantes
que fueran, lo dejaban vacío y lleno de hastío. Después de cada fiesta se
sentía más desilusionado del mundo y de sus placeres.
La
visión que cambió su trayectoria
Una noche
de Navidad, mientras celebraban las ceremonias religiosas en el templo, se
quedó dormido y le pareció ver al Niño Jesús en Belén en brazos de María, y que
la Santa Madre le ofrecía a su Hijo para que lo amara y lo hiciera amar mucho
por los demás. Desde este día ya no pensó sino en consagrarse a la religión y
al apostolado. Un hombre que arrastra con todo lo que encuentra, Bernardo se
fue al convento de monjes benedictinos llamado Cister, y pidió ser admitido. El
superior, San Esteban Harding lo aceptó con gran alegría.
Toda
su familia ganada para Cristo.
Bernardo
volvió a su familia a contar la noticia y todos se opusieron. Los amigos le
decían que esto era desperdiciar una gran personalidad para ir a sepultarse
vivo en un convento. La familia no aceptaba de ninguna manera. Pero Bernardo
les habló tan maravillosamente de las ventajas y cualidades que tiene la vida
religiosa, que logró llevarse al convento a sus cuatro hermanos mayores, a su
tío y 30 compañeros de la Nobleza que dejaron todo para unirse a Cristo . Dicen
que cuando llamaron a Nirvardo el hermano menor para anunciarle que se iban de
religiosos, el muchacho les respondió: “¡Ajá! ¿Con que ustedes se van a ganarse
el cielo, y a mí me dejan aquí en la tierra? Esto no lo puedo aceptar”. Y un
tiempo después, también él se hizo religioso del Cister.
Antes de
entrar al monasterio, Bernardo llevó a su finca a todos los que deseaban entrar
al convento para prepararlos durante varias semanas, entrenándolos acerca del
modo de cómo debían comportarse para ser unos fervorosos religiosos. En el año
1112, a la edad de 22 años, entra en el monasterio de Cister. Mas tarde,
habiendo muerto su madre, entra en el monasterio su padre. Su hermana Humbelina
y su cuñado, de mutuo acuerdo decidieron también entrar en la vida religiosa.
Posteriormente llegó también su hermana Humbelina a la gloria de los altares.
Vemos en la historia la gran influencia de las relaciones tanto para bien como
para mal.
En la
historia de la Iglesia es difícil encontrar otro hombre que haya sido dotado
por Dios de un poder de atracción tan grande para llevar gentes a la vida
religiosa, como el que recibió Bernardo. Las muchachas tenían terror de que su
novio hablara con el santo. En las universidades, en los pueblos, en los
campos, los jóvenes al oírle hablar de las excelencias y ventajas espirituales
de la vida en un convento, se iban en numerosos grupos a que él los instruyera
y los formara como religiosos. Durante su vida fundó más de 300 conventos para
hombres, e hizo llegar a gran santidad a muchos de sus discípulos. Lo llamaban
“el cazador de almas y vocaciones”. Con su apostolado consiguió que 900 monjes
hicieran profesión religiosa.
Fundador
de Claraval. En el convento del Cister demostró tales cualidades de líder y de
santo, que a los 25 años (con sólo tres de religioso) fue enviado como superior
a fundar un nuevo convento. Escogió un sitio apartado en el bosque donde sus
monjes tuvieran que derramar el sudor de su frente para poder cosechar algo, y
le puso el nombre de Claraval, que significa “valle claro” ya que allí el sol
ilumina fuerte todo el día. Supo infundir del tal manera fervor y entusiasmo a
sus religiosos de Claraval, que habiendo comenzado con sólo 20 compañeros, a
los pocos años tenía 130 religiosos. De este convento de Claraval salieron
monjes a fundar otros 63 conventos. (Trois Fontaines, Fontenay, Foigny, etc.,).
Su
Predicación.
Le
llamaban “El Doctor boca de miel” (doctor melífluo). Su inmenso amor a Dios y a
la Virgen Santísima y su deseo de salvar almas lo llevaban a estudiar por horas
y horas cada sermón que iba a pronunciar, y luego como sus palabras iban
precedidas de mucha oración y de grandes penitencias, el efecto era fulminante
en los oyentes. Escuchar a San Bernardo era ya sentir un impulso fortísimo a
volverse mejor.
Su
amor a la Virgen Santísima.
Fue el
gran enamorado de la Virgen Santísima. Se adelantó en su tiempo a considerarla
medianera de todas las gracias y poderosa intercesora nuestra ante su Hijo
Nuestro Señor . A San Bernardo se le deben las últimas palabras de la Salve:
“Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María”., así como la bellísima oración del “Acordaos”
ORACIÓN DE SAN BERNARDO.
Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno
de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestro auxilio,
reclamando vuestra asistencia, haya sido desamparado de Vos.
Animado por esta confianza, a Vos acudo, Madre, Virgen de las vírgenes; y
gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante Vos. Madre de
Dios, no desechéis mis súplicas; antes bien, escuchadlas y acogedlas
benignamente. Amén.
Tal era su Amor a la Virgen que teniendo costumbre de saludarla siempre
que pasaba ante una imagen de ella con las palabras “Dios te Salve María”, la
imagen un día le contestó “Dios te salve, hijo mío Bernardo”.
Los que
quieren progresar en su amor a la Madre de Dios, necesariamente tienen que leer
los escritos de San Bernardo por la claridad y el amor con que habla de ella.
El pueblo vibraba de emoción cuando le oía hablar desde el púlpito con su voz
sonora e impresionante:
"Si se
levantan las tempestades de tus pasiones, mira a la Estrella, invoca a María.
Si la
sensualidad de tus sentidos quiere hundir la barca de tu espíritu, levanta los
ojos de la fe, mira a la Estrella, invoca a María.
Si el
recuerdo de tus muchos pecados quiere lanzarte al abismo de la desesperación,
lánzale una mirada a la Estrella del cielo y rézale a la Madre de Dios.
Siguiéndola,
no te perderás en el camino. Invocándola no te desesperarás. Y guiado por Ella
llegarás seguramente al Puerto Celestial".
Visita de San Bernardo a la Cartuja
Sus
bellísimos sermones son leídos hoy, después de varios siglos, con verdadera
satisfacción y gran provecho.
Así como
también de entre sus numerosísimos libros y textos se halla el de unas
reflexiones de gran importancia llamado “La Consideración” leído por varios
Papas, entre ellos el Papa Juan XXIII.
En él
propone una serie de consejos importantísimos para que los que están en puestos
elevados, no vayan a cometer el gravísimo error de descuidar la humildad y/o
dedicarse solamente a actividades exteriores descuidando la oración y la
meditación. En una de sus reflexiones, comenta:
“Malditas
serán dichas ocupaciones, si no dejan dedicar el debido tiempo a la oración y a
la meditación”.
Las dos
ideas fundamentales que nos transmite San Bernardo son:
La
mediación universal de la Virgen
La
necesidad filial de invocarla en todas las circunstancias
Predicando a los de la II Cruzada.
Viajero
infatigable
El más
profundo deseo de San Bernardo era permanecer en su convento dedicado a la
oración y a la meditación. Pero el Sumo Pontífice, los obispos, los pueblos y
los gobernantes le pedían continuamente que fuera a ayudarles, y él estaba
siempre pronto a prestar su ayuda donde quiera que pudiera ser útil. Con una
salud sumamente débil (porque los primeros años de religioso se dedicó a hacer
demasiadas penitencias y se le dañó el aparato digestivo) recorrió toda Europa
poniendo la paz donde había guerras, deteniendo las herejías, corrigiendo
errores, animando desanimados y hasta reuniendo ejércitos para defender la
santa religión católica. Era el árbitro aceptado por todos. Exclamaba: “A veces
no me dejan tiempo durante el día ni siquiera para dedicarme a meditar. Pero
estas gentes están tan necesitadas y sienten tanta paz cuando se les habla, que
es necesario atenderlas” (ya en las noches pasaría luego sus horas dedicado a
la oración y a la meditación).
Despedida
gozosa.
Después
de haber llegado a ser el hombre más famoso de Europa en su tiempo y de haber
conseguido varios milagros (como por ejemplo hacer hablar a un mudo, el cual
confesó muchos pecados que tenía sin perdonar) y después de haber llenado
varios países de monasterios con religiosos fervorosos, ante la petición de sus
discípulos para que pidiera a Dios la gracia de seguir viviendo otros años más,
exclamaba:
“Mi gran
deseo es ir a ver a Dios y a estar junto a Él. Pero el amor hacia mis
discípulos me mueve a querer seguir ayudándolos. Que el Señor Dios haga lo que
a Él mejor le parezca”.
Y a Dios
le pareció que ya había sufrido y trabajado bastante, y que se merecía el
descanso eterno y el premio preparado para los discípulos fieles, y se lo llevó
a su eternidad feliz, el 20 de agosto del año 1153. Tenía 63 años.
ANÉCDOTA
Le
sucedió a San Bernardo, siendo muy joven, cuando todavía no había entrado en la
vida monástica. Bernardo era muy guapo, de porte elegante y alto.
En cierta
ocasión, cabalgando lejos de su casa con varios amigos, les sorprendió la
noche, por lo que tuvieron que buscar hospitalidad en una casa. La dueña los
recibió bien, e insistió en que Bernardo, como jefe del grupo, ocupase una
habitación separada. Durante la noche, la mujer se presentó en la habitación
con intenciones deshonestas. Bernardo, en cuanto se dio cuenta de lo que se
avecinaba, fingió con gran presencia de ánimo creer que se trataba de un
intento de robo, y con toda su fuerza empezó a gritar: -¡Ladrones, ladrones! La
intrusa se alejó rápidamente. Al día siguiente, cuando el grupo se marchaba
cabalgando, sus amigos empezaron a bromear acerca del imaginario ladrón, pero
Bernardo, contestó con toda tranquilidad:
-No fue
ningún sueño. El ladrón entró indudablemente en la habitación, pero no para
robarme el oro y la plata, sino algo de mucho más valor.”
enlace para escuchar una composición preciosa de
S. Bernardo:
JESU
DULCIS, Inno, Schola Gregoriana Mediolanensis, Giovanni Vi
<CONFECCIONADO POR FRANJA>
PÁSALO, PORQUE LE GUSTARÁ A MUCHOS CONOCER A SAN BERNARDO, ABAD.
Mi amigo Brais me ha enviado la oración con estampa.
¡Gracias, Brais!
PÁSALO, PORQUE LE GUSTARÁ A MUCHOS CONOCER A SAN BERNARDO, ABAD.
Mi amigo Brais me ha enviado la oración con estampa.
¡Gracias, Brais!
Para mí es un orgullo que ponga esta estampa en su magnífico blog.
ResponderEliminarGracias, D. Javier.