Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
Me ha gustado tanto el comentario
que lo pongo para participar a los demás
mi alegría de hoy.
Franja
Día
litúrgico: Jueves IV de Cuaresma
Texto
del Evangelio (Jn 5,31-47):
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Si yo
diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no sería válido. Otro es el que da
testimonio de mí, y yo sé que es válido el testimonio que da de mí. Vosotros
mandasteis enviados donde Juan, y él dio testimonio de la verdad. No es que yo
busque testimonio de un hombre, sino que digo esto para que os salvéis. Él era
la lámpara que arde y alumbra y vosotros quisisteis recrearos una hora con su
luz. Pero yo tengo un testimonio mayor que el de Juan; porque las obras que el
Padre me ha encomendado llevar a cabo, las mismas obras que realizo, dan
testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado. Y el Padre, que me ha enviado,
es el que ha dado testimonio de mí. Vosotros no habéis oído nunca su voz, ni
habéis visto nunca su rostro, ni habita su palabra en vosotros, porque no
creéis al que Él ha enviado.
»Vosotros
investigáis las escrituras, ya que creéis tener en ellas vida eterna; ellas son
las que dan testimonio de mí; y vosotros no queréis venir a mí para tener vida.
La gloria no la recibo de los hombres. Pero yo os conozco: no tenéis en
vosotros el amor de Dios.
»Yo
he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viene en su propio
nombre, a ése le recibiréis. ¿Cómo podéis creer vosotros, que aceptáis gloria
unos de otros, y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que
os voy a acusar yo delante del Padre. Vuestro acusador es Moisés, en quién
habéis puesto vuestra esperanza. Porque, si creyerais a Moisés, me creeríais a
mí, porque él escribió de mí. Pero, si no creéis en sus escritos, ¿cómo vais a
creer en mis palabras?».
Comentario:
Rev. D. Miquel MASATS i Roca (Girona, España)
Si
yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no sería válido
Hoy,
el Evangelio nos enseña cómo Jesús hace frente a la siguiente objeción: según
se lee en Dt 19,15, para que un testimonio tenga valor es necesario que proceda
de dos o tres testigos. Jesús alega a favor suyo el testimonio de Juan el
Bautista, el testimonio del Padre —que se manifiesta en los milagros obrados
por Él— y, finalmente, el testimonio de las Escrituras.
Jesucristo
echa en cara a los que le escuchan tres impedimentos que tienen para
reconocerle como al Mesías Hijo de Dios: la falta de amor a Dios; la ausencia
de rectitud de intención —buscan sólo la gloria humana— y que interpretan las
Escrituras interesadamente.
El
Santo Padre Juan Pablo II nos escribía: «A la contemplación del rostro de
Cristo tan sólo se llega escuchando en el Espíritu la voz del Padre, ya que
nadie conoce al Hijo fuera del Padre (cf. Mt 11,27). Así, pues, se necesita la
revelación del Altísimo. Pero, para acogerla, es indispensable ponerse en
actitud de escuchar».
Por
esto, hay que tener en cuenta que, para confesar a Jesucristo como verdadero
Hijo de Dios, no es suficiente con las pruebas externas que se nos proponen; es
muy importante la rectitud en la voluntad, es decir, las buenas disposiciones.
En
este tiempo de Cuaresma, intensificando las obras de penitencia que facilitan
la renovación interior, mejoraremos nuestras disposiciones para contemplar el
verdadero rostro de Cristo. Por esto, san Josemaría nos dice: «Ese Cristo, que
tú ves, no es Jesús. —Será, en todo caso, la triste imagen que pueden formar
tus ojos turbios...—Purifícate. Clarifica tu mirada con la humildad y la
penitencia. Luego... no te faltarán las limpias luces del Amor. Y tendrás una
visión perfecta. Tu imagen será realmente la suya: ¡Él!».
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Franja
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