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domingo, 25 de mayo de 2014

SANTOS SEMANA DEL 26 DE MAYO AL 2 DE JUNIO 2014

Blog Católico de Javier Olivares-Baiona


BIOGRAFÍA  DE  LOS  SANTOS

SEMANA DEL 26 de MAYO AL 2 de JUNIO 2014

LUNES, 26
* * *   SEXTA  SEMANA DE PASCUA  * * *

San Felipe Neri

Nació en Florencia el año 1515 y pronto marchó a Roma. Estudió filosofía y teología y fue preceptor de los hijos de una familia acomodada. Crecía su vida interior y su dedicación al apostolado y a las obras de caridad. En 1548 fundó una cofradía asistencial. Impulsado por su director espiritual y superada su propia humildad, por fin se ordenó de sacerdote en 1551. Fundó la Congregación del Oratorio para sacerdotes seculares dedicados a la predicación y al confesionario. Se dedicó en especial al cuidado de los jóvenes y los niños, en los que, con su estilo de vida, su bondad, su alegría y demás virtudes no menos simpáticas que exigentes, ejerció una gran influencia. Fundó también una asociación para atender a los pobres. Su celebración de la misa era una singular experiencia mística, tenía una capacidad extraordinaria para el contacto humano y popular, promovió nuevas formas de catequesis, arte y cultura, difundía en torno a sí una alegría que brotaba de su unión con Dios y de su buen humor. Fue gran amigo de san Carlos Borromeo y del capuchino san Félix de Cantalicio. Murió en Roma el 26 de mayo de 1595.
ORACIÓN
Señor Dios, que no cesas de enaltecer a tus siervos con la gloria de la santidad, concédenos que el Espíritu Santo nos encienda con aquel mismo fuego con que abrasó el corazón de san Felipe Neri. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

MARTES, 27

San Agustín de Canterbury

El año 596, cuando Agustín era prior del monasterio benedictino de San Andrés en Roma, fue enviado por el papa san Gregorio Magno, al mando de unos cuarenta monjes, a evangelizar Inglaterra. Desembarcó en Thanet y mandó aviso de su llegada al rey Etelberto de Kent. El rey, que se había casado con Berta, princesa cristiana de la familia real de los francos, les permitió que se acomodaran en Canterbury, capital de su reino, y les dio libertad para predicar. Pronto se convirtió el rey, que se bautizó en junio del 597. La Iglesia se iba consolidando y Agustín marchó a Arlés (Francia) para ser consagrado arzobispo de la nación británica con sede en Canterbury. Con ayuda del rey Etelberto, Agustín y sus monjes convirtieron a muchos a la fe cristiana y fundaron iglesias y monasterios, sobre todo en el reino de Kent; entre los monasterios, el de los santos Pedro y Pablo. Para consolidar lo alcanzado y proseguir la expansión de la Iglesia, Agustín creó los nuevos obispados de Londres y Rochester y nombró los correspondientes obispos. Murió el 26 de mayo del año 604 ó 605.
ORACIÓN
Señor Dios, que por la predicación de tu obispo san Agustín de Canterbury llevaste a los pueblos de Inglaterra la luz del Evangelio, concédenos que el fruto de su trabajo apostólico perdure en tu Iglesia con perenne fecundidad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

MIÉRCOLES, 28

San Emilio, martir

En África San Emilio, mártir, según escribe San Cipriano, aunque vencido en una primera batalla, el Señor le restituyó victorioso en un segundo combate para que fuese más fuerte frente a las llamas.
Durante la persecución contra los cristianos del rey arriano Decio, sufrió el martirio por defender la fe en la santísima Trinidad.
La manía persecutoria se centró sobre todo en las mujeres de la alta nobleza. Para vergüenza de ellas, las desnudaba en la plaza pública, y las castigaba lentamente hasta que morían sangrando. Y cuanto más bellas eran, como Dionisia, más fuerte les daba las penas.
Médico de profesión, era cuñado de una de las mujeres, Dativa en concreto, que se horrorizó al contemplar tales atrocidades.
Y con voz potente y clara le dijo a los jueces que eran inhumanos. Una vez que oyeron sus palabras y sin que le dejasen curar a las moribundas, el juez lo condenó a morir también por ser cristiano.
San Emilio, había apostatado en el primer interrogatorio, pero después se arrepintió, el Señor le dio una segunda prueba para vencerla, haciéndole más fuerte en el de las llamas en la que su cuerpo había cedido anteriormente.
San Cipriano lo puso como ejemplo en su tratado De lapsis.
ORACIÓN
Dios todopoderoso y eterno, que diste a san Emilio la gracia de luchar hasta la muerte por practicar la justicia; concédenos, en virtud de sus ruegos, soportar por tu amor todas las adversidades y caminar con valentía hacia ti, que eres la vida verdadera. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

JUEVES, 29

San Maximino

Maximino nació al comienzo del siglo IV en Poitiers (Aquitania), al sudoestede Francia.
La santidad de Agricio, obispo de Tréveris, inpiró a Maximino a dejar su suelo natal e ir en busca de aquel prelado, para recibir lecciones de religión, ciencias y humanidades. El santo reconoció en el recién llegado una lúcida inteligencia y un firme amor a la doctrina católica, razón por la cual le confirió las sagradas órdenes. En el ejercicio de estas funciones hizo en breve tiempo notables progresos.
Al morir Agricio, conocidos por el pueblo los atributos de Maximino, por voluntad unánime éste fue su sucesor, ocupando la cátedra de Tréveris en el año 332.
Era el tiempo de la disputa con el arrianismo en en seno de la Iglesia, frente a esta corriente se erigió como defensor de la ortodoxia Atanacio, obispo de Alejandría.
El emperador Constantino el Grande, influenciado por partidarios de Arrio, desterró  a Atanasio enviándolo a Tréveris en el año 336. Allí Maximino lo recibió con evidencias de la veneración que le profesaba y trató por todos los medios de suavizar su situación. Al morir Constantino, el hijo mayor, Constantino el Joven, su sucesor en Occidente, devolvió a Atanasio la sede de Alejandría.
Maximino hizo frente a las necesidades de sus conciudadanos socorriendo a los pobres con sus propios bienes. Falleció en el año 349.
ORACIÓN
Dios nuestro, que has dado a tu Iglesia un modelo de pastor bueno en san Maximino, concédenos, por su intercesión, poder descansar para siempre en las verdes praderas de tu Reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

VIERNES, 30

San Fernando

Fernando III, «el Santo», rey de León y de Castilla, hijo de Alfonso IX de León y de Berenguela de Castilla, nació el año 1198 en el reino leonés, probablemente cerca de Valparaíso (Zamora). Tradicionalmente se afirma que perteneció a la Tercera Orden franciscana. Fue el rey de la reconquista del sur de España. Su visión política de altas miras es reconocida por los historiadores, y las gentes de toda clase y condición bendijeron su reinado sabio, ecuánime, prudente. En los territorios reconquistados por él, nunca hubo vencedores y vencidos. Con razón es proclamado «señor de la convivencia de cristianos, musulmanes y judíos». Contrajo dos matrimonios sucesivos, que fueron felices, y de ambos tuvo en conjunto trece hijos. Fue hombre de óptimos sentimientos y limpias costumbres. Además de administrar con sabiduría sus reinos, promovió las artes y las ciencias, y colaboró en la propagación de la fe. Vivió rodeado del respecto y afecto de unos y otros, y su muerte fue llorada por todos. Murió en Sevilla el 30 de mayo de 1252.
ORACIÓN
Oh Dios, que elegiste al rey san Fernando como defensor de tu Iglesia en la tierra, escucha las súplicas de tu pueblo que te pide tenerlo como protector en el cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

SÁBADO, 31

Fiesta la Visitación de la Virgen María

Esta fiesta mariana celebra el episodio narrado por el evangelista san Lucas: Lc 1,39-56. En la Anunciación, el ángel dijo a María que su pariente Isabel estaba en el sexto mes de embarazo. Días después, María marchó presurosa de Nazaret a una ciudad de la montaña de Judá, Ain Karem, entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Cuando ésta oyó el saludo de María, saltó de gozo el hijo que llevaba en su seno y, llena de Espíritu Santo, dijo a María: «Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre. Dichosa tú que has creído». María le respondió con las palabras que conocemos como el Magníficat: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador...». María permaneció con Isabel unos tres meses y luego se volvió a Nazaret.
ORACIÓN
Dios todopoderoso, tú que inspiraste a la Virgen María, cuando llevaba en su seno a tu Hijo, el deseo de visitar a su prima Isabel, concédenos, te rogamos, que, dóciles al soplo del Espíritu, podamos, con María, cantar tus maravillas durante toda nuestra vida. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

DOMINGO, 1
VII  Domingo  de  Pascua

SOLEMNIDAD  DE LA  ASCENSIÓN  DEL  SEÑOR

La solemnidad llamada Ascensión del Señor parece ser una festividad muy antigua. Aunque no existe evidencia documental de su existencia previa al siglo V, san Agustín de Hipona señaló su origen apostólico, y se refirió a ella como una celebración de carácter universal en la Iglesia desde antes de su tiempo.1
Asimismo, aparecen menciones frecuentes en los escritos de san Juan Crisóstomo, san Gregorio de Nisa, y en las Constituciones apostólicas del siglo IV. La peregrinación de Egeria hace referencia a la vigilia de esa festividad y a la fiesta en sí, tal como se conserva en la iglesia construida sobre la gruta de Belén.2
Es posible que antes del siglo V el hecho narrado en los evangelios se conmemorara en conjunto con la solemnidad de la Pascua o de Pentecostés.
A los cuarenta días después de la Resurrección habiendo instruido a sus Apóstoles sobre la nobilísima misión de establecer el Reino de Dios en el mundo, Jesús iba a subir al cielo, donde le esperaban las glorias celestiales. Bendijo a su querida Madre, a los Apóstoles y discípulos y se despidió de ellos. Una nube lo ocultó de sus miradas.
Le acompañaban innumerables espíritus, los primeros frutos de la redención, que Él había sacado del Limbo. Las jerarquías angélicas salían al encuentro del Salvador del mundo.
Al situarse junto al Padre, toda la corte celestial entonó un himno glorioso de alabanza, como el que oyó Juan en sus visiones: "Digno es el Cordero, que ha sido degollado, de recibir el poder y la riqueza, la sabiduría y la fuerza, la honra, la gloria y la alabanza" (Ap 5, 12).
Jesús entró en los cielos para tomar posesión de su gloria. Mientras estaba en la tierra, gustaba siempre de la visión de Dios; pero únicamente en la Transfiguración se manifestó la gloria de su Humanidad Sacratísima, que, por la Ascensión, se colocó al lado del Padre celestial y quedó ensalzada sobre toda criatura humana.
La noche antes de morir oraba Jesús al Padre diciendo: "Te he glorificado en la tierra, cumpliendo la obra que me habías encargado. Ahora tu, Padre, dame junto a ti la misma Gloria que tenía a tu lado desde antes que comenzara el mundo"(Juan 17, 4'’).
Por estar unida al Verbo Divino, que es la segunda persona de la Santísima Trinidad, la Humanidad de Jesús disfruta del derecho a la gloria eterna. Comparte con el Padre la infinita felicidad y poder de Dios. Justa recompensa por todo lo que hizo y mereció en la tierra. Humanidad elevada al Cielo por encima de toda criatura, porque en la tierra por debajo de todo se humilló.
Cuando acabe la lucha en esta vida, Jesús nos dará la gracia de compartir eternamente el gozo de su victoria.
Jesús subió a los cielos para ser nuestro Mediador ante el Padre. Allí está intercediendo por nosotros. Subió para rendir cuentas al Padre celestial de la gran obra que había acabado en la tierra. La Iglesia nació, la gracia brota en abundancia de su Cruz en el Calvario y se distribuye por los Sacramentos, la duda de justicia es pagada, la muerte y el infierno son vencidos, el Cielo es abierto y el hombre es puesto en el camino de salvación. Jesús merecía este glorioso recibimiento, al regresar a su hogar.
La Ascensión, además, es garantía de nuestra propia subida al Cielo, después del Juicio de Dios. Fue a prepararnos sitio en su Reino y prometió volver para llevarnos con Él.
ORACIÓN
Dios y Padre nuestro, haznos participar del gozo de la Ascensión de tu Hijo Jesucristo. Que la sigamos en la nueva creación, pues su ascensión es nuestra gloria y nuestra esperanza. Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

 Confeccionado por Franja y Állen-Perkins

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