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jueves, 26 de febrero de 2015

“ Pacífico y Pacificador “ Parábola

Blog Católico de Javier Olivares-Baiona

Lo he tenido que leer dos veces seguidas y lo comprendí mejor. No sé si te gustará. Pero te recomiendo que lo leas por segunda vez y me darás la razón. Y si eres humilde, a lo mejor no tienes capacidad de ser  abad, sino discípulo. Franja.

Del libro
Parábolas como dardos.

2.24.-  “ Pacífico y Pacificador “

 San Caritón del desierto, lauras de Jericó y de Belén

Había un abad en el desierto que tenía un discípulo y varias ¡auras o ermitas.
Llegó un monje nuevo y el abad le prestó una laura.
El nuevo era un santo y recibía muchas visitas.

Le entró envidia al abad y envió a su discípulo para decirle que abandonara su laura. Pero el discípulo fue y le preguntó cómo se encontraba. Le contestó que le dolía el estómago y que agradeciera al abad su interés por él.

Volvió el discípulo y le dijo al abad que el discípulo le pedía que le dejase dos días más y se iría.
Pero no se fue.

El abad volvió a enviar a su discípulo para se fuera inmediatamente. Y si no, iría con un garrote y lo echaría a palos. Pero el discípulo fue y le preguntó si se encontraba mejor. Este le elijo que diera muchas gracias al abad por su delicadeza y por las oraciones que rezaba por él.
El discípulo volvió a su abad y le dijo que el monje le pedía le dejara hasta el domingo.

El domingo, furioso el abad porque no se iba, cogió un garrote y se dirigió hacia él. El discípulo le dijo:
-Déjeme ir por delante para que despida a sus visitantes y no se escandalicen. Se adelantó y le dijo:
-Mi abad viene a visitamos. Salid a su encuentro para agradecerle el haberos dejado la laura.

Salió el monje y se tiró a los pies del abad y se los besaba agradecido, pues había sido generoso y había rezado por él.
Esto desarmó al abad, le invitó a comer y le regaló la laura que le había prestado.


Cuando el monje se fue a la que ya era su laura, preguntó el abad a su discípulo:
-Dime la verdad, ¿le dabas mis recados?
-No me atrevía a replicarle, pero no se los daba.
-Pues ahora yo seré tu discípulo y tú serás mi abad, ya que estás mucho más cerca de Dios que yo.

        El discípulo era un hombre pacífico y pacificador, sembrador de paz y de reconciliación.

                 Madrid 1.986,  pp186-187.  

1.- Se sugiere en este relato que muchas veces la fuente de las riñas y discordia es la envidia. ¿Estás de acuerdo? Cuenta alguna vivencia tuya que lo manifieste claramente.

2.- No <reñirías> tantas veces con tu esposo/a si antes le preguntaras cómo se encuentra; si pensaras cómo le va a afectar lo que le vas a decir o hacer. ¿Qué te exige todo esto? 

3.- Hay que ser pacífico y pacificador. ¿Qué tienes que cambiar en actitudes y comportamiento para ser sembrador de paz y reconciliación?

De Parábolas como Dardos, de Manuel Sánchez Monge, pag. 113-114

                 

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