Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
El sabio y el Rey
Un Rey soñó que había
perdido todos los dientes. Después de despertar, mandó llamar a un Sabio para
que interpretase su sueño.
-¡Qué desgracia mi Señor! -
exclamó el Sabio - Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de
vuestra Majestad.
-¡Qué insolencia! - gritó el
Rey enfurecido - ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí!
Llamó a su guardia y ordenó
que le dieran cien latigazos.
Más tarde ordenó que le
trajesen otros Sabio y le contó lo que había soñado. Este, después de escuchar
al Rey con atención, le dijo:
-¡Excelso Señor! Gran
felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que sobrevivirás a todos
vuestros parientes.
Se iluminó el semblante del
Rey con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro.
Cuando el Sabio salía del
Palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado:
-¡No es posible! La
interpretación que habéis hecho de los sueños es la misma que la del primer
Sabio. No entiendo porque al primero le castiga con cien latigazos y a ti te
premia con cien monedas de oro.
-Recuerda bien amigo mío -
respondió el Sabio - que todo depende en la forma en el decir...uno de los
grandes desafíos de la humanidad es aprender a comunicarse.
De la comunicación depende,
muchas veces, la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra. Que la verdad
debe ser dicha en cualquier situación, de esto no cabe duda, más la forma con
que debe ser comunicada es lo que provoca en algunos casos, grandes problemas.
La forma de decir las cosas
puede cambiar el ánimo y disposición de quienes nos escuchan.
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