Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
Día 31 de mayo, domingo,
Solemnidad de la Santísima Trinidad.
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Domingo después de Pentecostés
"Un sólo Dios, un solo Señor"
Canto recomendado.
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El dogma fundamental, del que todo fluye y al que todo en el cristianismo viene a parar es el de la Santísima Trinidad. De ahí que, después de haber recordado uno tras otro en el curso del Cielo a Dios Padre, Creador del cielo y de la tierra, al Hijo, autor de la Redención, y a Dios Espíritu Santo, autor de nuestra santificación, la Iglesia nos invita hoy a la consideración y rendida adoración del gran misterio que nos hace reconocer y adorar en Dios la unidad de naturaleza en la trinidad de personas.
"Apenas hemos celebrado la venida del Espíritu Santo, cantamos la fiesta de la Santísima Trinidad en el Oficio del Domingo que sigue, escribía San Ruperto en el siglo XII, y este lugar está muy bien escogido, porque tan pronto como hubo bajado el Espíritu Santo, comenzó la predicación y la creencia; y, en el bautismo, la fe y confesión en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo."
Afirmaciones del dogma de la Trinidad, se ven continuamente en la Liturgia. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, así empieza y termina la Santa Misa y el Oficio divino, y se confieren los Sacramentos. Igualmente A los salmos sigue el Gloria Patri ...; los himnos tradicionales acaban con la doxología y las oraciones con una conclusión en honor a las
Tres Divinas Personas.
La devoción a la Santísima Trinidad se inició en el siglo X, y a partir de esta época se fue también difundiendo su fiesta litúrgica, entrando en el calendario romano en 1331. Si bien desde el comienzo del cristianismo la oración litúrgica se ha dirigido al Padre, por mediación del Hijo y en el Espíritu Santo, y el mismo Jesús habló de Dios como una comunión de amor y manifestó el misterio de las tres divinas personas, lo original de esta fiesta es el honrar específicamente a Dios sin tener como motivo un acontecimiento salvífico, ni la memoria de un santo. Se trata de "profesar la fe verdadera, conocer la gloria de la eterna Trinidad y adorar su unidad todopoderosa".
La antigua iglesia hispánica, en los siglos V al VII, enseñó magníficamente la fe trinitaria, sobre todo en los concilios de Toledo, y de su liturgia procede el prefacio propio de esta solemnidad. Es consolador saber que nuestro Dios es "uno sólo, pero no solitario" (Concilio VI de Toledo, año 638), amor puro que sólo busca darse de forma creadora y llevarnos a participar en su unidad vital eterna.
En la Solemnidad de la Santísima Trinidad
se celebra la
Jornada pro orántibus
¿Qué es la jormada pro orantibus?
La Iglesia dedica un día del calendario para fomentar el conocimiento y la oración por todos aquellos religiosos y religiosas dedicados a la vida consagrada contemplativa. Ésta es una vocación poco conocida y entendida en el mundo de hoy, tan aferrado a sus comodidades, su libertad de movimientos y su utilitarismo.
¿Qué tenemos que hacer los católicos en el día Pro orantibus?
Orar a favor de los religiosos y religiosas de vida contemplativa, como expresión de reconocimiento, estima y gratitud por lo que representan ellos y ellas, y el rico patrimonio espiritual de sus institutos en la Iglesia.
La Vida consagrada, una gracia de Dios.
Las diversas formas de Vida Consagrada son para todo el Pueblo de Dios una gracia con la que el Señor nos bendice a cada generación cristiana. Efectivamente, son visibles y palpables los espacios en los que el ardor misionero de una evangelización eclesial explícita, el trabajo educativo con niños y jóvenes, la solicitud caritativa hacia los pobres, los enfermos o los ancianos, llenan hermosas páginas de testimonio evangélico. Pero hay una presencia especial que por su peculiar índole, la Iglesia quiere subrayar de un modo particular: los monjes y monjas contemplativos.
Para todas las formas de Vida Consagrada tenemos ya una jornada mundial común el día 2 de febrero, pero para los contemplativos la Iglesia señala una fecha propia, celebrada –y no por casualidad– el domingo de la Santísima Trinidad: es la Jornada Pro Orantibus, la Jornada por aquellos que oran. Se trata de una cita discreta y silenciosa con cuantos discreta y silenciosamente oran por toda la Iglesia y la Humanidad.
Nuestras
DOMINICAS DE BAIONA
Monasterio de las M.M. Dominicas de Baiona
Los monasterios de dominicas españolas están agrupados en tres federaciones que se corresponden con las tres provincias españolas de la Orden: Federación de Santo Domingo (provincia de España), Federación de la Inmaculada Concepción (provincia de Aragón) y Federación de Nuestra Señora del Rosario (Provincia Bética).
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La Federación de Santo Domingo consta de 34 monasterios, situados en: Ajofrín (Toledo), Alcalá de Henares (Madrid),
-Bayona (Pontevedra)-
Caleruega (Burgos),Cangas de Narcea (Asturias), Casalarreina (LaRioja), Elorrio (Vizcaya), Lejona (Vizcaya), Lequeitio (Vizcaya), Lerma (Burgos), Loeches (Madrid), Madrid (2 monasterios), Mayorga (Valladolid), Medina del Campo (Valladolid), Ocaña (Toledo), Olmedo (Valladolid), Plasencia (Cáceres), Quejana (Alava), Salamanca, San Sebastián, Santiago de Compostela (La Coruña), Santillana del Mar (Cantabria), Segovia, Toledo (3 monasterios), Toro (Zamora), Trujillo (Cáceres), Tudela (Navarra), Valladolid (3 monasterios), Vitoria, Vivero (Lugo) y Zamora.
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Entrada de la Iglesia Conventual de Baiona
Tenemos que rezar para que vengan muchas vocaciones de contemplativas a nuestros conventos. En Baiona hay plazas vacantes, y admiten solicitudes para hacer experiencia vocacional. Solo hace falta dejarse guiar por el Espíritu Santo, que está llamando actualmente pero...
con tantos cascos en las orejas y ruido de botellón y salas de fiestas, imposible escucharle. ¡Qué pena!
Recreación y ensayo de cantos como en las dominicas de Baiona
Tienen que poner a punto las voces,
porque siempre hay que cantar bien para el Señor
y cada día mejor
Las alabanzas al Señor, como nuestras Dominicas
"Jornada pro orántibus."
Pedir al Señor vocaciones.
Orando en la Iglesia Conventual de Baiona
Los jóvenes de Baiona y arciprestazgo
con la Cruz de la J:M:J:
Cuando se preparaban para ir en camino a Madrid.
Notas Adicionales
Expresión artística y arquitectónica
El dogma de la Trinidad resplandeció también en nuestras iglesias. Nuestros padres gozaban viendo en la altura, anchura y largura admirablemente proporcionadas de esos edificios un símbolo de la Trinidad; lo mismo que en sus divisiones principales y en las secundarias: las tres entradas, las tres puertas, los tres ventanales y a menudo también las tres torres. Por doquier, hasta en los detalles ornamentales, el número tres repetido sin cesar obedece a una idea, a la fe en la Trinidad. También la iconografía cristiana tradujo de mil maneras este mismo pensamiento.
Hasta el siglo XII a Dios Padre se le representó por una mano, que sale de las nubes y bendice. En esa mano se significa la divina omnipotencia. En los siglos XIII y XIV se ve ya la cara y luego el busto del Padre, en el cual desde el siglo XV es representado como un venerable anciano vestido con ornamentos papales. Hasta el siglo XII Dios Hijo fue primero representado por una cruz, por un cordero o bien por un gallardo joven semejante al Apolo de los gentiles. Desde el siglo XII al XVI vemos ya representado a Cristo en la plenitud de la edad y con barba. A partir del siglo XIII lleva la cruz y también aparece en figura de cordero.
Al Espíritu Santo se le representó a lo primero por una paloma, cuyas alas extendidas tocaban a veces la boca del Padre y del Hijo, para demostrar cómo procede de entrambos. Ya desde el siglo XI aparece con la figura de un niñito, por idéntico motivo. En el siglo XIII es un adolescente y en el siglo XV un hombre hecho y semejante al Padre y al Hijo, pero con una paloma sobre sí o en la mano, para distinguirle así de las otras dos divinas personas. Mas desde el siglo XVI la paloma torna a asumir el derecho exclusivo de representar al Espíritu Santo. Para representar a la Trinidad se adoptó la figura del triángulo.
También el trébol sirvió para figurar el misterio de la Trinidad y lo mismo tres círculos enlazados con la palabra Unidad en el espacio central que queda libre por la intersección de los círculos.
El famoso Icono de la Santísima Trinidad,
y el enlace de su explicación.
Franja:
"Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo".
"En el nombre del Padre y del Hijo
y del Espiritu Santo".
amén.
Espero que os haya gustado esta representación
de la Santísima Trinidad.
Franja.
¿Qué es el misterio de la Santísima Trinidad?
Así respondió San Pío de Pietrelcina a esta pregunta:
"El padre, con sencillas palabras, comenzó a disipar las dudas: "Hija, ¿quién puede comprender y explicar los misterios de Dios? Se llaman misterios precisamente porque no pueden ser comprendidos por nuestra pequeña inteligencia. Podemos formarnos alguna idea con ejemplos. ¿Has visto alguna vez preparar la masa para hacer el pan? ¿qué hace el panadero? Toma la harina, la levadura y el agua. Son tres elementos distintos: la harina no es la levadura ni el agua; la levadura no es la harina ni el agua y el agua no es la harina ni la levadura. Se mezclan los tres elementos y se forma una sola sustancia. Por lo tanto, tres elementos distintos forman unidos una sola sustancia. Con esta masa se hacen tres panes que tienen la misma sustancia pero distintos en la forma el uno del otro. Eso es, tres panes distintos el uno del otro pero una única sustancia. Así se dice de Dios: Él es uno en la naturaleza, Trino en las personas iguales y distintas la una de la otra. El Padre no es el Hijo ni el Espíritu Santo; el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo. Son tres personas iguales pero distintas. Sin embargo, son un solo Dios
porque única e idéntica es la naturaleza de Dios".
Oración a la Santísima Trinidad
Te adoro, Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas y un sólo Dios.
Me postro en el abismo de mi nada ante Tu divina majestad.
Creo firmemente y estoy dispuesto a dar la vida en testimonio de todo lo que nos ha revelado en la Sagrada Escritura y de los misterios que por medio de tu Iglesia nos has manifestado.
En Ti deposito mi confianza; y de tu mano, Dios mío, vida única, esperanza mía, deseo, espero y quiero recibir todos los bienes, espirituales o corporales, que pueda alcanzar en esta vida o en la otra. Desde hoy y para siempre te consagro mi cuerpo y mi alma, todas mis potencias, la memoria, el entendimiento, la voluntad y todos mis sentidos.
Te prometo no consentir jamás, en cuanto esté de mi parte, en que se infiera la más mínima ofensa a tu divina majestad.
Propongo firmemente dedicar toda mi existencia, mis facultades y energías, a tu servicio y gloria.
Estoy dispuesto a sobrellevar ludas las adversidades que tu mano paternal quiera imponerme para dar gusto a tu corazón.
Quisiera esforzarme con todo mi ser, para que todos sirvan, glorifiquen y amen a Dios su Creador.
Me gozo intensamente de tu eterna felicidad, y me siento jubiloso por tu gran gloria en el cielo y en la tierra.
Te doy infinitas gracias por los innumerables beneficios concedidos, a mi y al mundo entero, y por los que continuamente, día tras día, concede tu benigna providencia.
Amo tu infinita bondad por sí misma con todo el afecto de mi corazón y de mi alma: y desearía, si me fuera posible, amarte como te aman los ángeles y los justos, con cuyo amor uno el mío.
A Tu divina majestad, en unión de los méritos de la pasión, vida y muerte de Cristo, de la bienaventurada siempre Virgen y de todos los santos, ofrezco desde ahora para siempre todas mis obras, purificadas por la preciosísima sangre de nuestro Redentor Jesús.
Quiero participar, en lo posible, de las indulgencias obtenidas por medio de las oraciones y obras, y deseo aplicarlas como sufragio por las almas del purgatorio.
Quiero también ofrecer, en la medida de mis fuerzas satisfacción y penitencia por todos mis pecados.
Dios mío, siendo tú infinitamente digno de todo amor y servicio, por ser quien eres: me arrepiento de todo corazón de mis pecados, y los detesto más que todos los males, puesto que tanto te desagradan a ti. Dios mío, a quien amo sobre todas las cosas: te pido humildemente perdón, y hago firme propósito de nunca ofender a tu divina bondad. Amén
Confeccionado por Franja
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