Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
Contemplar
el Evangelio de hoy
Evangelio
de hoy
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Día
litúrgico: Miércoles XXVIII del tiempo ordinario
Texto
del Evangelio (Lc 11,42-46): En aquel tiempo, el Señor dijo: «¡Ay de vosotros,
los fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda hortaliza,
y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios! Esto es lo que había que
practicar aunque sin omitir aquello. ¡Ay de vosotros, los fariseos, que amáis
el primer asiento en las sinagogas y que se os salude en las plazas! ¡Ay de
vosotros, pues sois como los sepulcros que no se ven, sobre los que andan los
hombres sin saberlo!». Uno de los legistas le respondió: «¡Maestro, diciendo
estas cosas, también nos injurias a nosotros!». Pero Él dijo: «¡Ay también de
vosotros, los legistas, que imponéis a los hombres cargas intolerables, y
vosotros no las tocáis ni con uno de vuestros dedos!».
Rev. D. Joaquim FONT i Gassol
(Igualada,
Barcelona, España)
«Esto es lo que había que practicar aunque sin omitir aquello»
Hoy
vemos cómo el Divino Maestro nos da algunas lecciones: entre ellas, nos habla
de los diezmos y también de la coherencia que han de tener los educadores
(padres, maestros y todo cristiano apóstol). En el Evangelio según san Lucas de
la Misa de hoy, la enseñanza aparece de manera más sintética, pero en los
pasajes paralelos de Mateo (23,1ss.) es bastante extensa y concreta. Todo el
pensamiento del Señor concluye en que el alma de nuestra actividad han de ser
la justicia, la caridad, la misericordia y la fidelidad (cf. Lc 11,42).
Los
diezmos en el Antiguo Testamento y nuestra actual colaboración con la Iglesia,
según las leyes y las costumbres, van en la misma línea. Pero dar valor de ley
obligatoria a cosas pequeñas —como lo hacían los Maestros de la Ley— es
exagerado y fatigoso: «¡Ay también de vosotros, los legistas, que imponéis a
los hombres cargas intolerables, y vosotros no las tocáis ni con uno de
vuestros dedos!» (Lc 11,46).
Es
verdad que las personas que afinan tienen delicadezas de generosidad. Hemos
tenido vivencias recientes de personas que de la cosecha traen para la Iglesia
—para el culto y para los pobres— el 10% (el diezmo); otros que reservan la
primera flor (las primicias), el mejor fruto de su huerto; o bien vienen a
ofrecer el mismo importe que han gastado en el viaje de descanso o de
vacaciones; otros traen el producto preferido de su trabajo, todo ello con este
mismo fin. Se adivina ahí asimilado el espíritu del Santo Evangelio. El amor es
ingenioso; de las cosas pequeñas obtiene alegrías y méritos ante Dios.
El
buen pastor pasa al frente del rebaño. Los buenos padres son modelo: el ejemplo
arrastra. Los buenos educadores se esfuerzan en vivir las virtudes que enseñan.
Esto es la coherencia. No solamente con un dedo, sino de lleno: Vida de
Sagrario, devoción a la Virgen, pequeños servicios en el hogar, difundir buen
humor cristiano... «Las almas grandes tienen muy en cuenta las cosas pequeñas»
(San Josemaría).
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