Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
Contemplar
el Evangelio de hoy
Evangelio
de hoy
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Día
litúrgico: La Sagrada Familia (C)
Texto
del Evangelio (Lc 2,41-52): Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén
a la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de
costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó
en Jerusalén, sin saberlo sus padres. Pero creyendo que estaría en la caravana,
hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; pero
al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca.
Y
sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio
de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban
estupefactos por su inteligencia y sus respuestas. Cuando le vieron, quedaron
sorprendidos, y su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu
padre y yo, angustiados, te andábamos buscando». Él les dijo: «Y ¿por qué me
buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?». Pero ellos
no comprendieron la respuesta que les dio.
Bajó
con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba
cuidadosamente todas las cosas en su corazón. Jesús progresaba en sabiduría, en
estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.
«Le
encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, (...) estaban
estupefactos por su inteligencia»
Rev. D. Joan Ant. MATEO i García
(La
Fuliola, Lleida, España)
Hoy
contemplamos, como continuación del Misterio de la Encarnación, la inserción
del Hijo de Dios en la comunidad humana por excelencia, la familia, y la
progresiva educación de Jesús por parte de José y María. Como dice el
Evangelio, «Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y
ante los hombres» (Lc 2,52).
El
libro del Siracida, nos recordaba que «el Señor glorifica al padre en los
hijos, y afirma el derecho de la madre sobre su prole» (Si 3,2). Jesús tiene
doce años y manifiesta la buena educación recibida en el hogar de Nazaret. La
sabiduría que muestra evidencia, sin duda, la acción del Espíritu Santo, pero
también el innegable buen saber educador de José y María. La zozobra de María y
José pone de manifiesto su solicitud educadora y su compañía amorosa hacia
Jesús.
No
es necesario hacer grandes razonamientos para ver que hoy, más que nunca, es
necesario que la familia asuma con fuerza la misión educadora que Dios le ha
confiado. Educar es introducir en la realidad, y sólo lo puede hacer aquél que
la vive con sentido. Los padres y madres cristianos han de educar desde Cristo,
fuente de sentido y de sabiduría.
Difícilmente
se puede poner remedio a los déficit de educación del hogar. Todo aquello que
no se aprende en casa tampoco se aprende fuera, si no es con gran dificultad.
Jesús vivía y aprendía con naturalidad en el hogar de Nazaret las virtudes que
José y María ejercían constantemente: espíritu de servicio a Dios y a los
hombres, piedad, amor al trabajo bien hecho, solicitud de unos por los otros,
delicadeza, respeto, horror al pecado... Los niños, para crecer como
cristianos, necesitan testimonios y, si éstos son los padres, esos niños serán
afortunados.
Es
necesario que todos vayamos hoy a buscar la sabiduría de Cristo para llevarla a
nuestras familias. Un antiguo escritor, Orígenes, comentando el Evangelio de
hoy, decía que es necesario que aquel que busca a Cristo, lo busque no de
manera negligente y con dejadez, como lo hacen algunos que no llegan a
encontrarlo. Hay que buscarlo con “inquietud”, con un gran afán, como lo
buscaban José y María.
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