Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
Contemplar
el Evangelio de hoy
Evangelio
de hoy
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Día
litúrgico: Sábado XI del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Mt
6,24-34): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Nadie puede servir a
dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno
y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero. Por eso os digo: No
andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con
qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el
vestido? Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en
graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que
ellas? Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir
un solo codo a la medida de su vida?
»Y del vestido, ¿por
qué preocuparos? Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni
hilan. Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de
ellos. Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno,
Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe? No andéis,
pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué
vamos a vestirnos? Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya
sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero
su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura. Así que
no os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día
tiene bastante con su propio mal».
«Buscad
primero su Reino y su justicia,
y
todas esas cosas se os darán por añadidura»
P.
Jacques PHILIPPE
(Cordes
sur Ciel, Francia)
Hoy el Evangelio habla
claramente de vivir el “momento presente”: no darle vueltas al pasado, sino
abandonarse en Dios y su misericordia. No atormentarse por el mañana, sino
confiarlo a su providencia. Santa Teresita del Niño Jesús afirmaba: «Sólo me
guía el abandono, ¡no tengo otra brújula!».
La preocupación jamás
ha resuelto ningún problema. Lo que resuelve problemas es la confianza, la fe.
«Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así
la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe?» (Mt 6,30),
dice Jesús.
La vida no es por sí
misma demasiado problemática, es el hombre quien carece de fe… La existencia no
siempre es fácil. A veces es pesada; con frecuencia nos sentimos heridos y
escandalizados por lo que sucede en nuestra vida o en la de los demás. Pero
afrontemos todo esto con fe e intentemos vivir, día tras día, con la confianza
en que Dios cumplirá sus promesas. La fe nos llevará a la salvación.
«No os preocupéis del
mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su
propio mal» (Mt 6,34). ¿Qué quiere decir esto? Hoy, busca vivir de manera
justa, según la lógica del Reino, en la confianza, la sencillez, la búsqueda de
Dios, el abandono. Y Dios se ocupará del resto…
Día a día. Es muy
importante. Lo que nos agota a menudo son todas esas vueltas al pasado y el
miedo al futuro; mientras que cuando vivimos en el momento presente, de manera
misteriosa, encontramos la fuerza. Lo que tengo que vivir hoy, tengo la gracia
para vivirlo. Si mañana debo hacer frente a situaciones más difíciles, Dios
incrementará su gracia. La gracia de Dios se da al momento, día a día. Vivir el
momento presente supone aceptar la debilidad: renunciar a rehacer el pasado o
dominar el futuro, contentarse con el presente.
«No
os preocupéis del mañana»
Rev.
D. Carles ELÍAS i Cao
(Barcelona,
España)
Hoy, Jesús nos dice:
«No podéis servir a Dios y al dinero» (Mt 6,24). Con estas palabras nos
enfrenta a nuestra inseguridad, que procuramos paliar con el apoyo en la
tranquilidad de tener no sólo lo necesario, sino lo que nos apetece, lo cual
nos lleva a consumir y malgastar.
«Que lo oiga el avaro;
que lo oiga el que piensa que, llamándose cristiano, puede servir al mismo
tiempo a las riquezas y a Cristo. Sin embargo, no dijo: el que tiene riquezas,
sino el que sirve a las riquezas; el que es esclavo de las riquezas y las
guarda como un esclavo; pero el que ha sacudido el yugo de la esclavitud, las
distribuye como señor» (San Jerónimo).
Como en las
bienaventuranzas —o en otro pasaje clave, como el del mandato nuevo (Jn
13,34-35)—, hoy el Señor nos invita a una decisión por la confianza ilimitada
en un Padre que se nos da como providencia, por la búsqueda del Reino de
justicia, paz y alegría, por una verdadera pobreza interior del alma, que se
vuelve una y otra vez con “gemidos inenarrables” (cf. Rom 8,26) a Quien
únicamente puede saciar nuestro anhelo de plenitud y eternidad. Desde este
desasimiento, desde esta precariedad asumida conscientemente, ponemos toda
nuestra esperanza en el seguimiento de Cristo.
Dejando el pasado en el
perdón de Dios y ahuyentando temores y preocupaciones por un futuro que todavía
no ha llegado, Jesús nos invita a vivir el día de “hoy”, que es lo único que
ahora tenemos. Y en este “hoy” Él se nos da como pan que acompaña el día. «Sólo
el presente nos pertenece, siendo incierta la esperanza del futuro (...).
Bástale a cada día su propia malicia. ¿Por qué angustiarnos por el mañana?»
(San Gregorio de Nisa).
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