Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
Me acaban de mandar esta noticia de un testimonio positivo, de un matrimonio roto,
que se arregló, cuando invitaron a su matrimonio... a Jesús y María.
Dios hizo nuevo y joven el amor desgastado de Alfonso y Betti
Un café, vida nueva y volver a empezar
En el juzgado, cerrando su divorcio, ella vio «que él estaba
enamorado de Jesús», y así se salvaron
Actualizado 6 junio 2013
ReL / Zenit
Durante la Vigilia de Pentecostés el 18 de mayo, antes del
encuentro del Papa Francisco con los nuevos movimientos y comunidades, diversas
personas dieron testimonio de lo que Dios hacía en su vida.
Uno de estos testimonios, recogido por Antonio Gaspari en
agencia Zenit, fue el de Alfonso y Betti Riccucci, un matrimonio italiano que
ha atravesado una profunda crisis de pareja.
Boda católica pero sin Jesucristo
"Alfonso y yo nos conocimos en 1983 y después de tres
años de noviazgo decidimos casarnos. El único motivo es que estábamos enamorados",
explica Betti. "La boda la celebramos en la iglesia, exclusivamente por el
lugar y a ninguno de los dos se le ocurrió invitar a Jesús y a su Madre".
"Ni siquiera el curso prematrimonial desarraigó nuestra
convicción de que la elección de un matrimonio por la iglesia no tenía nada que
ver con la fe".
Tuvieron dos hijos, un niño y una niña. Y muchas ocupaciones
que llenaban su tiempo: "el trabajo, el deporte, los encuentros con los
amigos, el cuidado excesivo del cuerpo para combatir los signos del
tiempo".
Notaban que les faltaba algo, un vacío. Entonces ella no lo
sabía, pero hoy Betti entiende que "eran agujeros en el alma que pueden
ser rellenados sólo con el amor de Dios pero que cada uno de nosotros intenta
llenar con otras cosas".
"Ya no te quiero"
"Yo me convencí de que la única solución a nuestro mal
era tener más niños, pero con tan solo treinta años me encontré con un
diagnóstico médico irreversible, no podía tener más hijos. Esto acentuó crisis
posteriores".
En enero de 2009 Betti declaró a su marido una frase terrible:
"ya no te quiero". Y él se fue de casa.
"En los meses de separación vivimos en ciudades
diferentes y nos hicimos mucho daño en palabras y obras: ninguno podía perdonar
al otro por todo el no-amor recibido en 23 años".
Cansado de la vida
Alfonso recuerda la desilusión, el sufrimiento de esos días.
"Yo tenía el deseo de que mi vida acabase cuanto antes. Había perdido todo
lo que más quería y no tenía ninguna esperanza de encontrar la paz",
explica el marido.
Fue en estas circunstancias cuando, gracias a "algunos
amigos que habían decidido poner sus vidas en las manos de Jesús", Alfonso
se acercó a Dios.
"Aprendí a perdonar y a rezar por mi familia perdida.
Confié a la Virgen a Betti y a los niños y encontré la paz en la amistad con
Jesús. Descubrí, aún en el sufrimiento, la fuerza y la belleza de la
vida", recuerda este padre de familia.
En el juzgado, para romper del todo
En octubre de ese 2009 se encontraron en los tribunales para
la sentencia definitiva.
"Mi marido, discutiendo con su abogado, dijo que no
quería quedarse con nada, que me daría cada mes lo que yo pidiera, ofreciéndose
a ayudarme en cualquier otra necesitad. Pensé que era una estrategia para
reconquistarme. Salí del tribunal, él me saludó y se fue sin pedir nada a
cambio", recuerda Betti.
"Entonces es amor" pensó ella, "porque el amor
es así, gratis".
"Lo paré y le invité a tomar un café para conocer a ese
hombre que me parecía ver por primera vez. Entendí que él estaba enamorado de
Jesús y que Jesús le había dado la vida de nuevo".
"Yo estaba sin palabras", dice Betti. "Mientras
tanto, yo también había comenzado un camino de fe. Después de haber hablado y
habernos descubierto como personas nuevas decidimos recurrir a la atención de
una sabia persona del movimiento al que hoy pertenecemos. Él nos ayudó a hacer
luz sobre nosotros mismos y nos recordó que el matrimonio no es sólo una
promesa que se hacen los novios delante de Dios, sino es Dios mismo que promete
conceder la gracia de amar como Él.
"Volvimos a casa juntos y desde esa misma noche nuestro
matrimonio volvió a vivir: hoy no dejamos de dar gracias a Jesús. Al que le
debemos toda nuestra gratitud, nuestro amor, nuestra vida".
El 14 de septiembre del 2011 presentación de la Santa Cruz,
celebraron los 25 años de matrimonio con una ceremonia litúrgica en la que los
invitados de honor eran precisamente Jesús y María.
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