Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
Una vez había un sacerdote en un pequeño pueblo en el Estado de la Florida. Un Domingo de Pascua llegó
a la iglesia cargando una jaula de
pájaros mohosa, doblada y vieja, y la colocó sobre el púlpito. Se fruncieron varios ceños y, a manera de
contestación, el sacerdote comenzó a hablar.
-“Estaba caminando por el pueblo ayer, cuando vi un joven caminando
hacia mí meciendo esta jaula de pájaros.
En el fondo de la jaula, había tres pequeños pajarillos salvajes,
temblando de frío y de miedo. Detuve al muchacho y le pregunté,
-‘¿Qué llevas ahí, hijo?
-“Son tan
sólo unos viejos pájaros”, fue la respuesta.
- “¿Y qué vas a hacer con ellos?”,
le pregunté.
-“Los voy a llevar a casa y me voy a divertir con ellos”, me
contestó. -“Voy a molestarles y a
sacarles las plumas y hacerles pelear. Voy a pasar un buen rato”
--“Pero te vas a cansar de esos pajarillos tarde o temprano. ¿Qué harás con ellos entonces?”
-“Tengo unos
gatos,” dijo el muchacho. “Les gustan los pájaros. Se los llevaré”
El sacerdote estuvo callado un momento.
-“¿Cuánto quieres por esos
pájaros, hijo?”
-“¡Eh! Usted no quiere estos pájaros, señor. Son tan sólo unos simples pájaros viejos del
campo. No cantan. ¡Ni siquiera son bonitos! “
-¿Cuánto?” preguntó el sacerdote otra vez. El muchacho miró al sacerdote como si
estuviera loco y le dijo,
-“¿$10?”.10 dólares!
-El
sacerdote buscó en su bolsillo y sacó un billete de diez dólares. Los colocó en la mano del muchacho. En un segundo, el muchacho desapareció.
El sacerdote levantó la jaula y suavemente la llevó al final del
callejón, donde había un árbol y césped.
Poniendo la caja en el piso, abrió la puerta y, golpeando suavemente los
barrotes, convenció a los pájaros que salieran, liberándoles.
Bueno, eso explicaba la jaula vacía sobre el púlpito, y entonces el
sacerdote comenzó a contar su historia:
Un día Satanás y Jesús estaban conversando. Satanás acababa de venir del Jardín del Edén
y estaba jactándose y vanagloriándose. “Sí, Señor, acabo de capturar al mundo
lleno de gente allá abajo. Les hice una trampa, utilicé una carnaza que sabía que
ellos no podían resistir. ¡Los agarré a todos!
“¿Qué vas a hacer con ellos?” preguntó Jesús. Satanás respondió, “¡Me voy a divertir! Voy a enseñarles cómo casarse y luego
divorciarse, cómo odiarse y abusarse mutuamente, cómo beber y fumar y
maldecir. Les voy a enseñar cómo
inventar las armas y bombas y que se maten unos a otros. ¡Me voy
a divertir de verdad!
¿Y qué harás cuando termines con ellos?” preguntó Jesús. “Oh, los
mataré,” exclamó Satanás orgullosamente.
“¿Cuánto quieres por ellos?” preguntó Jesús. “Oh, tú no quieres a
esas personas. No valen nada. Los tomarás y simplemente te odiarán. ¡Te
escupirán, te maldecirán y te matarán! ¡Tú no quieres a esa gente!” “¿Cuánto?” preguntó nuevamente.
Satanás miró a Jesús y, mofándose, dijo, “Todas tus lágrimas y toda
tu sangre.”
El sacerdote entonces levantó la jaula, abrió la puerta, y se fue
del púlpito.
Y todos entendieron que Jesús aceptó y dió todas sus lágrimas en el Huerto de los Olivos, y toda su Sangre en la Pasión y Muerte de Cruz. Y ahora, ¿qué vamos a hacer nosotros para compensar tan mal negocio por habernos redimido de las garras de Satanás?
Por lo menos pásalo, para que otros al saber cuánto le han costado al Señor, rectifiquen el rumbo de sus vidas y pueda llevarles ahora al Paraíso donde quiere gozar de nuestra presencia con Él para siempre.
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