Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
Anticoncepción
Aclarar
ideas
¿Por
qué tantas pegas?
Paternidad responsable
-¿Por qué la Iglesia católica parece
empeñada en que todo el mundo tenga "los hijos que Dios le mande"?
Esa
afirmación es un tanto equívoca. La
Iglesia católica habla sobre todo de paternidad responsable,
que en absoluto significa una procreación ilimitada, ni una falta de
consideración ante las dificultades que conlleva criar a los hijos. Se trata de
que los padres usen de su inviolable libertad con sabiduría y responsabilidad,
teniendo en cuenta su propia situación y sus legítimos deseos, a la luz de la
ley moral.
-Pero si lo
que se persigue es lo mismo..., ¿qué más da utilizar métodos naturales o
artificiales?
Si se
emplearan los métodos naturales con una finalidad exclusivamente antinatalista
y sin suficiente motivo, en tales casos sería ciertamente difícil distinguirlos
de los medios artificiales (en cuanto a su valor moral, se entiende).
Pero el
recto recurso a la continencia periódica se diferencia sustancialmente de las
prácticas anticonceptivas. Los medios artificiales se dirigen siempre a quitar
su virtualidad procreadora a los actos conyugales, falsificándolos de raíz. En
cambio, los métodos naturales, si se realizan por motivos justos, respetan la
naturaleza propia de la sexualidad y de sus ritmos biológicos. No se trata,
pues, de una simple diversidad de métodos, sino de una diferencia ética de
comportamiento.
Además, los
métodos naturales facilitan el respeto a la otra persona y a su cuerpo. La
abstinencia temporal, decidida de mutuo acuerdo por el hombre y la mujer, no
sólo no debilita el amor, sino que lo hace más fuerte, más libre y más
profundamente personal. En cambio, con los medios artificiales se abre el
camino a que cada uno -y sobre todo el varón-, habituándose al uso de las
prácticas anticonceptivas, se despreocupe del equilibrio físico y psicológico de
la otra persona, y llegue a considerarla como un objeto de placer sexual que
debe estar siempre disponible para su propia satisfacción. Por eso muchos
desearían poder emplear esos métodos naturales (son eficaces, gratuitos y sin
efecto secundario alguno), pero sus maridos o mujeres no están preparados para
un cambio tan radical. Los anticonceptivos llevan a estar sexualmente
disponible sin exigir compromiso. Los métodos naturales, en cambio, son
comparables a una dieta: exigen sacrificios mutuos, pero fortalecen la relación
de los esposos con Dios y favorecen la misma relación conyugal.
-Pero los
métodos naturales fallan...
Hace tiempo
que eso ya no es así. La anticoncepción química o instrumental falla tanto o
más, aunque se diga mucho menos, quizá porque mueve más intereses comerciales
(no hay que olvidar que los métodos naturales ponen en peligro los fabulosos
ingresos que produce la industria de la anticoncepción). Una prueba de que los
métodos artificiales también fallan es la insistencia en el aborto o la píldora
del día después, para los casos en que el preservativo o la píldora
anticonceptiva no han producido el efecto deseado.
Los métodos
naturales, además de ser compatibles con todas las culturas y todas las
religiones, son fáciles de enseñar y comprender. Son gratuitos y sin efecto
secundario alguno. La libertad y los derechos de la mujer o del marido se
respetan mejor, pues desarrollan una relación interpersonal más profunda entre
los esposos, basada en la comunicación, las decisiones compartidas y el respeto
recíproco: fortalecen el matrimonio y, por tanto, la vida familiar.
Además, y
puesto que los métodos naturales ayudan a conocer los periodos de fertilidad o
infertilidad, pueden ayudar a los cónyuges a conseguir el embarazo. De hecho,
han hecho posible la fecundidad de muchos esposos que se consideraban no
fértiles.
Dos brotes
de una misma mentalidad
-Hay quien
acusa a la Iglesia
católica de favorecer de hecho el aborto al continuar obstinadamente enseñando
la ilicitud moral de la anticoncepción.
Me parece
extraño que alguien evite los anticonceptivos, y que los evite precisamente por
seguir las enseñanzas de la
Iglesia , y que a su vez esté pensando en abortar después,
cuando la misma Iglesia afirma que el aborto es un crimen.
Cuando una mujer se rebaja así...
se convierte solo en instrumento de placer
Pienso que sucede
al revés. La mentalidad anticonceptiva hace más fuerte la tentación del aborto
ante la eventual llegada de una vida no deseada, y es patente que la cultura
abortista está mucho más desarrollada en los ambientes que rechazan la
enseñanza de la Iglesia
sobre la anticoncepción.
La
anticoncepción y el aborto, a pesar de ser errores naturaleza y peso moral muy
distintos, a menudo están muy relacionados, pues son fruto de una misma
mentalidad: cuando la vida que podría brotar del encuentro sexual se convierte
en enemigo a evitar absolutamente, el aborto suele ser la única respuesta
posible frente a una anticoncepción frustrada.
-¿Y qué
dices de la transmisión del sida?
No faltan
también quienes reclaman a la
Iglesia mayor comprensión. La secuencia argumentativa suele
ser así de simple: el sida se transmite por contagio sexual, la Iglesia se opone al uso
del preservativo, luego la
Iglesia está colaborando en la difusión de la epidemia.
Así
razonaba, por ejemplo, un conocido político italiano, que no hace mucho pidió a
la Iglesia
que cambiara su criterio para salvar así millones de víctimas del sida en
África. Por fortuna, no hizo falta respuestas muy elaboradas para documentar lo
que resultaba patente para quienes conocen de cerca aquel drama: la epidemia del
sida es mucho más fuerte en las zonas donde menos presente está el
cristianismo, y donde por tanto poco puede influir la Iglesia en las
mentalidades y los consiguientes comportamientos.
Como
explicaba Mia Doornaert, si los varones africanos fueran tan respetuosos con la
palabra del Papa que rechazaran por eso cualquier medio anticonceptivo, se
supone que serían igualmente estrictos para seguir el resto de las enseñanzas
de la Iglesia ,
que predican la monogamia, la pureza extramatrimonial y la fidelidad conyugal,
y que son lo que realmente podría frenar la difusión del virus. Y no parece que
sea así. No es serio echar la culpa al Papa y al Vaticano de la propagación del
sida, por la misma razón que no es serio pensar que el varón africano, que usa
de su sexualidad según tradiciones muy lejanas a lo que la Iglesia católica
recomienda, esté esperando la palabra de Roma para usar o no un preservativo.
Y aparte de
que el preservativo es mucho menos seguro de lo que muchos piensan, quienes
conviven a diario con el problema del sida saben bien que para luchar contra
esa tragedia en esos países hay que ir por la vía de una educación que eleve el
nivel económico y cultural, la conciencia de la dignidad de cada hombre, y
sobre todo la valoración de la mujer. Y a todo eso ayudan en gran manera los
millares de misioneros que gastan allí su vida creando y manteniendo hospitales
y escuelas.
Es muy
difícil...
-La doctrina
de la Iglesia
sobre la sexualidad sigue pareciendo a muchos muy difícil de seguir...
Es sin duda un
reto. Ofrece un modelo de vida exigente, pero revestido de auténtica humanidad.
Si se vuelve la mirada a la historia, y se analiza, por ejemplo, la figura de
San Benito y su enorme influencia en las raíces culturales de Europa, vemos que
fue un hombre que marchó bastante en contra de su tiempo. Pero su singularidad
se convirtió más tarde en la clave de todo un cambio cultural y espiritual
sobre el que se ha cimentado el mundo occidental de hoy.
También
ahora, en nuestro tiempo, hay muchos cristianos que no aceptan esos modelos de
permisividad sexual, aunque estén tan extendidos que casi se nos imponen.
Buscan en la fe nuevos modelos de vida. Quizá aún no llamen la atención de la
opinión pública, pero con el tiempo, el futuro reconocerá la importancia de lo
que están haciendo.
El problema es serio.
Si no tenéis las ideas claras,
además de no ser felices, llevaréis vuestra vida
a un final sin retorno.
Franja
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