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lunes, 11 de noviembre de 2013

Jo, qué cura más borde. De profesión cura.



Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
Don Jorge González Guadalix 
Sacerdote diocesano de Madrid. Se presenta y se define como cura. Licenciado en teología pastoral, lleva más de treinta años ejerciendo su ministerio en parroquias de la diócesis, algunos de ellos como párroco rural. Arcipreste varias veces, ha pertenecido por dos legislaturas al consejo presbiteral de Madrid y al consejo diocesano de pastoral.
Como añadido a su labor de párroco ha hecho un poco de todo: coordinador de pastoral de un colegio de más de dos mil alumnos, director espiritual de un gran colegio mayor, profesor de religión, profesor de teología pastoral... internauta y bloguero por libre y desde ahora en Infocatólica .

El blog de D. Jorge.: 
De profesión, cura

No es la primera vez que pongo cosas de D. Jorge. Hoy encontré en la página del Señor de la Cigoña, como le llaman algunos curas, que se preguntan...-¿Has visto lo que puso hoy "la cigüeña de la Torre?-, el enlace de este artículo que me ha gustado muchísimo y que yo diría lo mismo que él, si tuviese su gracia para no resultar borde, porque me llamarían también cura borde...por lo mismito que a él...¡tantas veces me lo dijeron en los 56 años que llevo de sacerdote!...Franja

¿Os acordáis de aquella canción?...
Si yo tuviera una escoba...¡cuántas cosas barrería!!!
Yo...¡¡¡tambien!!!
Franja

10.11.13  Jo, qué cura más borde
A las 11:14 AM, por Jorge   Categorías : Sin categorías

Pues hermanos sacerdotes, hermanos seglares, es la triste realidad. O pasas absolutamente de todo, o serás el cura “borde”, es decir, cura antipático y estúpido de esos que ya se sabe que “echan a la gente de la iglesia”. Lo curioso es que borde te llaman precisamente los que menos acuden. Cosas de la vida. Ejemplos:



Bautizo de Vanessa
El lío comienza cuando en la preparación afirmas que los padrinos mayores de catorce años y confirmados. Jo, qué cura más borde.

Llega la hora y nadie entra en el templo. Así que muy amablemente sales a la puerta e invitas a entrar a la familia. Pero faltan el tío Andrés y la prima Rocío: “un momento”. Insistes tímidamente: verán es que luego hay una misa… Jo, qué cura más borde.

Empieza la celebración entre un murmullo generalizado por ser discreto y más fotos que en comparecencia de la Pantoja. Con toda la suavidad y tratando de ofrecer tu mejor sonrisa sugieres la necesidad del silencio y que con un fotógrafo sería suficiente. Jo, qué cura más borde.
La tarta de los que llaman borde al cura...
con muchos bordes...para tiempos de crisis. 

Boda de Pedro y María
Dos horas antes de la ceremonia timbrazos en la puerta y gritos en la calle. Apareces y te encuentras con el señor de la floristería que tiene que repasar unas cosas y colocar las flores en los bancos. ¿No tendrá usted unas tijeras? ¿Y un cepillo para barrer? ¿Hay un baño cerca?


Cuando se están yendo los de las flores se abren las puertas y aparece la coral. ¿Un sitio donde cambiarnos? ¿Un baño? ¿Tiene un lugar para dejar las cosas? Vaya frío en la iglesia, así no hay quien cante. ¿Un alargador para enchufar el órgano? ¿No tendrá algún atril que se nos ha olvidado? ¿Y una silla más alta y sin brazos? Cura, calla si no quieres ser borde.

Media hora entes aparecen los primos de Tomelloso recién bajados del bus. Treinta en fila pidiendo un baño porque venimos de viaje y que se acomodan ya en el templo principal mientras charlan como si estuvieran en la plaza de toros el día de la fiesta. ¿Pides silencio, recuerdas que estamos en la iglesia? Jo, qué cura más borde.

La boda comienza con veinte minutos de retraso. Normal. La ceremonia sin que nadie responda, pero eso sí, con misa. Intentas celebrar lo mejor que puedes a pesar de los doscientos teléfonos acribillándote a fotos y el politono de Paquito el chocolatero en plena plegaria eucarística. Impasible el ademán. Porque basta un gesto de disconformidad para que suene la frase: Jo, qué cura más borde.

Acaba la boda y comienza la maratoniana sesión de fotos. Veinte, treinta, cuarenta minutos… y uno va recogiendo cosas ¡sin molestar al fotógrafo! Apagas alguna luz de la nave, las velas… ¡Oiga, ¿por qué apaga las velas y esas luces?! Por ir recogiendo… Jo, qué cura más borde.


Por fin acaba la ceremonia y salen a la calle. Arroz, pétalos de flores, papelillos y traca final. Más fotos en la puerta. Intentas suavemente ir cerrando algo, por fin apagas las luces del templo y pides a los cuatro amigos que aún charlan en la entrada como si estuvieran animando un Barça – Madrid en plena liga, que si les importaría ir saliendo (habida cuenta de que la boda era a las doce y son ya las dos y media). Jo, qué cura más borde.

¿y quién barre y limpia despues?
 ¡Que mande o que barra el cura...que pa eso pagamos!
Preguntadle cuánto pagaron y os llevaréis muchas sorpresas comparativas con la florista, fotógrafo, músicos, corales, tracas finales y no digamos el precio del cubierto... y la música del baile final... ¡De pena!.  
Y si al final llega el padrino a la sacristía y te pregunta: 
¿Hay que pagar algo?...¿Qué le dices para no parecer... borde?
Franja

Al fin desaparecen camino del cóctel seguido de almuerzo. Recoges reclinatorios, banquetas, papeles, las flores de los bancos, para tomar el cepillo y el recogedor y barrerte no menos de dos kilos de arroz, los restos de cien globos y una mascletá de viva San José, y sobre todo los pétalos de las flores que manchan hasta decir basta.
Mientras, algunos invitados, camino de “Finca Álvarez”, especialistas en bodas, todavía van diciendo… Jo, qué cura más borde.

PD. Perdonen el desahogo. Pero hay veces en que o pasas de todo, lo cual se te hace imposible, o cura borde.

El artículo ha sido arreglado -confeccionado- por Franja
autor de este blog.

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