Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
Contemplar el
Evangelio de hoy
Evangelio de hoy
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Día litúrgico:
Domingo XXXIII (B) del tiempo ordinario.
Texto del Evangelio (Mc
13,24-32): En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «En aquellos días, después de la
tribulación aquella, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y
los astros estarán cayendo del cielo, y las fuerzas que hay en los cielos serán
sacudidas. Entonces, verán al Hijo del hombre viniendo en las nubes con gran
poder y gloria. Y entonces enviará a los ángeles, y congregará a sus elegidos
de los cuatro vientos, desde la extremidad de la tierra hasta la extremidad del
cielo.
»De la higuera aprended la semejanza: cuando ya sus ramas se
ponen tiernas, y brotan las hojas, conocéis que el verano está cerca; así
también, cuando veáis suceder todo esto, sabed que Él está cerca, a las
puertas. En verdad, os digo, la generación ésta no pasará sin que todas estas
cosas se hayan efectuado. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no
pasarán. Mas en cuanto al día y la hora, nadie sabe, ni los mismos ángeles del
cielo, ni el Hijo, sino el Padre».
«Él está cerca»
Rev. D. Pedro IGLESIAS Martínez
(Rubí, Barcelona, España)
Hoy recordamos cómo, al comienzo
del año litúrgico, la Iglesia nos preparaba para la primera llegada de Cristo
que nos trae la salvación. A dos semanas del final del año, nos prepara para la
segunda venida, aquella en la que se pronunciará la última y definitiva palabra
sobre cada uno de nosotros.
Ante el Evangelio de hoy podemos
pensar que “largo me lo fiais”, pero «Él está cerca» (Mc 13,29). Y, sin
embargo, resulta molesto —¡hasta incorrecto!— en nuestra sociedad aludir a la
muerte. Sin embargo, no podemos hablar de resurrección sin pensar que hemos de
morir. El fin del mundo se origina para cada uno de nosotros el día que
fallezcamos, momento en el que terminará el tiempo que se nos habrá dado para
optar. El Evangelio es siempre una Buena Noticia y el Dios de Cristo es Dios de
Vida: ¿por qué ese miedo?; ¿acaso por nuestra falta de esperanza?
Ante la inmediatez de ese juicio
hemos de saber convertirnos en jueces severos, no de los demás, sino de
nosotros mismos. No caer en la trampa de la autojustificación, del relativismo
o del “yo no lo veo así”... Jesucristo se nos da a través de la Iglesia y, con
Él, los medios y recursos para que ese juicio universal no sea el día de
nuestra condenación, sino un espectáculo muy interesante, en el que por fin, se
harán públicas las verdades más ocultas de los conflictos que tanto han
atormentado a los hombres.
La Iglesia anuncia que tenemos un
salvador, Cristo, el Señor. ¡Menos miedos y más coherencia en nuestro actuar
con lo que creemos! «Cuando lleguemos a la presencia de Dios, se nos
preguntarán dos cosas: si estábamos en la Iglesia y si trabajábamos en la
Iglesia; todo lo demás no tiene valor» (Beato J.H. Newman). La Iglesia no sólo
nos enseña una forma de morir, sino una forma de vivir para poder resucitar.
Porque lo que predica no es su mensaje, sino el de Aquél cuya palabra es fuente
de vida. Sólo desde esta esperanza afrontaremos con serenidad el juicio de
Dios.
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