Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
Artículo interesante.
Los argumentos son convincentes. Solo los de mente retorcida no son capaces de
entender la libertad y los padres tienen que enseñar a los hijos a ser libres. Sí a la
libertad y no al libertinaje.
Si la la
libertad con responsabilidad, No a la libertad que se desentiende de las
consecuencias. Franja
Yo
formo, tú adoctrinas
Publicado
el 10 noviembre, 2015
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yo-formo-tu-adoctrinas
Hay
algunos que en cuanto oyen hablar de clase de religión en la escuela
desenfundan y disparan: “¡adoctrinamiento”. No conciben que pueda haber una
reflexión racional sobre las creencias religiosas, ni que se pueda pedir a los
alumnos el estudio sistemático de la interpretación que la tradición cristiana
ha hecho de su fe. Para ellos, todo esto se reduce a “catequesis”, que implica
el menosprecio de la razón y un intento de adueñarse de las mentes infantiles.
La escuela debería mantener a los alumnos alejados de estas visiones
particularistas.
Cabría
esperar que los que defienden esta postura rechazaran también cualquier otro intento
de influir en las mentes de los alumnos. Pero ya se sabe que, en las polémicas
sobre valores en la escuela, inculcar unos principios es “adoctrinamiento” si
son los valores que no me gustan y “formación” si son los míos.
Así, los que
descalifican la enseñanza de la religión como adoctrinamiento, no dudan en
pedir un espacio escolar para la difusión de sus propias convicciones.
En
el Reino Unido, según el nuevo currículum que empezará a aplicarse el próximo
curso, en la clase de religión los alumnos tendrán que estudiar a fondo dos
religiones, elegidas entre un abanico de siete. Si los padres no quieren que
sus hijos cursen la asignatura, quedan exentos.
Pero
tres familias han acudido a los tribunales para pleitear contra la decisión del
gobierno de no incluir en las clases de religión la enseñanza del punto de
vista no religioso, bautizado como humanista. Kate Bielby, que lleva la voz
cantante con apoyo de la British Humanist Association, aduce la falta de
paridad entre las creencias religiosas y no religiosas en el currículum, “lo
que puede hacer pensar a los niños que la religión, en cualquiera de sus
formas, tiene el monopolio de la verdad y de la moralidad”. Cabría plantear si,
al presentarse como humanistas, no están ellos monopolizando un término común,
como si no hubiera un humanismo cristiano.
Más
allá de la confrontación de ideas, lo interesante aquí es la pretensión de
utilizar la escuela para difundir su ideario particular. Sería más comprensible
que pidieran que la visión atea del mundo se incluyera en las clases de
filosofía (donde nunca ha dejado de estar). Pero al pretender ocupar un espacio
dedicado a las creencias religiosas, vienen a reconocer que el “humanismo” no
es más que una religión sin Dios, algo comprensible en una sociedad donde es de
buen tono declararse “espiritual sin religión”.
Pero,
contra lo que podría parecer, las alternativas a la clase de religión no
encuentran público fácilmente. En la Bélgica francófona, los alumnos pueden
elegir entre clases de religión o de moral laica. Sin embargo, hay quien no
quiere ni una ni otra, y la reclamación de unos padres acabó en el Tribunal
Constitucional, que obligó a diseñar una tercera posibilidad que trata de
inculcar valores de ciudadanía y democracia. Su perfil no está muy claro, hasta
el punto de que coloquialmente es conocida como “curso de nada”. Por el momento
solo ha atraído al 2,6% de los escolares, así que no ha habido necesidad de
desdoblar clases.
Al
final, resulta que el adoctrinamiento laico tiene menos gancho que el religioso.
Pero siempre queda la solución de transformarlo en asignatura obligatoria, y
decir que es indispensable para todos.
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