Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
SANTOS DEL 19 AL 25 DE AGOSTO 2016
XXV
Semana del Tiempo Ordinario
SANTOS DE LA SEMANA
San
Jenaro, obispo y mártir
Fue obispo de Benevento (Campania, Italia). A principios del
siglo IV, hacia el año 305, durante la persecución de Diocleciano, sufrió el
martirio juntamente con otros seis cristianos en Pozzuoli, cerca de Nápoles,
donde se le tiene una especial devoción. Tenemos pocos datos históricos de su
vida. Según la tradición, después de que sufriera en vano otros tormentos, fue
decapitado en el estadio de Pozzuoli, y su sangre, recogida en dos ampollas,
fue trasladada a Nápoles junto con el cuerpo del santo. El culto a san Jenaro
se ha acentuado por el fenómeno, atestiguado desde finales del siglo XIV, de
esa sangre que se licua normalmente cuatro veces al año en diversas fechas.
ORACIÓN
Tú que nos concedes, Señor, venerar la memoria de
tu mártir san Jenaro, otórganos también la gracia de gozar de su compañía en el
cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
San Andrés Kim Taegon - San Pablo Chong Hasang
► y compañeros mártires de Corea ◄
Este día la Iglesia venera en una misma celebración a los 103
Mártires de Corea que canonizó Juan Pablo II el 6 de mayo de 1984 en Seúl.
Ellos testificaron valerosamente la fe cristiana en aquel país y consagraron
con su sangre preciosa las primicias de aquella Iglesia, en distintos lugares y
en diferentes fechas de 1839 a 1867. A principios del siglo XVII, desde China,
penetró en Corea la fe cristiana, introducida primero por algunos laicos y
después alimentada y reafirmada por la predicación y celebración de los
sacramentos por medio de los misioneros. En el siglo XIX se sucedieron las
persecuciones contra los cristianos y fueron miles los que perdieron la vida
por su fe. Entre los canonizados figuran 3 obispos, 8
sacerdotes y 92 laicos; había hombres y mujeres, casados o no, pobres
y ricos, ancianos, jóvenes y niños de diversas clases sociales; 10 eran
franceses (sacerdotes de las Misiones Extranjeras de París) y 93 coreanos. San
Andrés Kim Taegon, hijo de padre mártir, fue el
primer sacerdote coreano, y murió decapitado el 16 de septiembre de 1846 en
Seúl. San Pablo Chong Hasang, seglar de
noble familia, abrazó la fe antes de la llegada de los misioneros, por obra de
un grupo laical. Su padre y su hermano mayor dieron la vida por la fe. Asumió
con entusiasmo la tarea de catequista e insistió ante la Santa Sede para que
enviara misioneros. Fue martirizado el 22 de septiembre de 1839.
ORACIÓN
Oh Dios, creador y salvador de todos los hombres,
que en Corea, de modo admirable, llamaste a la fe católica a un pueblo de
adopción y lo acrecentaste por la gloriosa profesión de fe de los santos
mártires Andrés, Pablo y sus compañeros, concédenos, por su ejemplo e
intercesión, perseverar también nosotros hasta la muerte en el cumplimiento de
tus mandatos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
San Mateo
► Apóstol y evangelista ◄
Nacido en Cafarnaún, era de
profesión publicano o recaudador de impuestos cuando Jesús lo llamó. Escribió
en arameo el primero de los evangelios, que relata así su vocación. Vio Jesús a
un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
«Sígueme». Él se levantó y le siguió. Y estando en la mesa en casa de Mateo,
muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus
discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: «¿Cómo es que
vuestro maestro come con publicanos y pecadores?». Jesús lo oyó y dijo: «No
tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Que no he venido a
llamar a los justos, sino a los pecadores». Y a partir de entonces el nombre de
Mateo figura entre los Doce elegidos por el Señor. En su evangelio proclama
principalmente que Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán, llevó a plenitud
el Antiguo Testamento. Por lo demás, poco sabemos de su actividad apostólica y
de las circunstancias de su martirio. Se dice que predicó en el Oriente.
ORACIÓN
Oh Dios, que en tu
infinita misericordia te dignaste elegir a san Mateo para convertirlo de
publicano en apóstol, concédenos que, fortalecidos con su ejemplo y su
intercesión, podamos seguirte siempre y permanecer unidos a ti con fidelidad.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Beato José Aparicio Sanz
y 232 compañeros mártires
El
11 de marzo del año 2001, el papa Juan Pablo II beatificó en Roma a 233
mártires de la persecución religiosa en España durante los años 1936 y 1937,
inmolados en distintos lugares y fechas, y estableció que su fiesta conjunta se
celebre el 22 de septiembre. Son el Beato José Aparicio y 232 compañeros:
sacerdotes diocesanos, religiosos y religiosas de las distintas órdenes y
congregaciones, hombres y mujeres seglares, casados y solteros, ancianos y
jóvenes, etc. De cada uno de ellos hacemos memoria en el día de su martirio.
Entre ellos hay 49 miembros de la Familia Franciscana: 4 Franciscanos (Bto.
Pascual Fortuño y Comps.); 6 Conventuales (Bto. Alfonso López y Comps.); 12
Capuchinos y 5 Clarisas-Capuchinas (Bto. Aurelio de Vinalesa y Comps.); 19
Terciarios Capuchinos y 3 Terciarias Capuchinas (Bto. Vicente Cabanes y
Comps.); también hay Terciarios, miembros de la Orden Franciscana Seglar,
laicos o sacerdotes seculares. A ellos nos referimos en las fechas de sus
respectivos martirios.
ORACIÓN
Dios
todopoderoso, que diste a los santos mártires Beatos José Aparicio Sanz y 232
compañeros mártires la gracia de entregar su vida por amor a tu Palabra y por
el testimonio de Jesús; te pedimos que, por la fuerza del Espíritu Santo, nos
enseñes a permanecer fieles en la fe y fuertes en la confesión de tu nombre. Por
Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
San Pío
de Pietrelcina
Nació en Pietrelcina (Benevento, Italia) el año 1887, y en 1903
entró en la Orden Capuchina. Ordenado de sacerdote en 1910, fue destinado en
1916 al convento de San Giovanni Rotondo, donde permaneció hasta su muerte,
desarrollando una extraordinaria aventura de taumaturgo y de apóstol del
confesonario. Desde 1918 llevó en su cuerpo las llagas del Señor y fue objeto
de otros dones divinos extraordinarios. Se santificó viviendo a fondo en carne
propia el misterio de la cruz de Cristo y cumpliendo en plenitud su vocación de
colaborador en la Redención. Centró su vida pastoral en la dirección espiritual
de los fieles, la reconciliación sacramental de los penitentes y la celebración
de la Eucaristía. Su preocupación por los pobres y los enfermos se materializó
en la «Casa Alivio del Sufrimiento». Otra iniciativa suya fueron los grupos de
oración, que rápidamente se extendieron por todo el mundo. Murió el 23 de
septiembre de 1968 en San Giovanni Rotondo (Apulia). Juan Pablo II lo beatificó
en 1999 y lo canonizó en 2002.
ORACIÓN
Dios omnipotente y eterno que, con gracia singular
concediste al sacerdote san Pío participar en la cruz de tu Hijo y, por medio
de su ministerio, has renovado las maravillas de tu misericordia, concédenos,
por su intercesión, que unidos constantemente a la pasión de Cristo podamos
llegar felizmente a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro
Señor. Amén.
Ntra.
Sra. De la Merced
La Orden de la Merced se fundó en la catedral románica de
Barcelona, el 10 de agosto de 1218. Su Fundador, San Pedro Nolasco, con un
grupo de laicos catalanes, y con el apoyo del joven Rey Jaime I, y del
Arzobispo Berenguer de Palou, llevó a cabo la creación de una Orden Laical para
la redención de cautivos cristianos.
El Papa Gregorio IX, desde Perusa, confirmó solemnemente la
Orden de la Merced el 17 de enero de 1235. Tuvo Constituciones propias de una
Orden Laical, y siguió la Regla de San Agustín.
En Asamblea electiva, los 259 frailes mercedarios -laicos y
clérigos- manifiestan su deseo mayoritario en elegir a un General clérigo, en
1317, un siglo después de la fundación. Raimundo Albert, nuevo General, mandó
redactar nuevas Constituciones (1327). Desde entonces, la Merced es
canónicamente Orden clerical, aunque admita "Hermanos seglares como
Religiosos", en igualdad fraterna.
Se calcula que la Orden de la Merced, hasta vísperas de la
Revolución Francesa, redimió unos 70.000 cautivos. Los bienes que poseía eran,
en realidad, bienes para la redención. En virtud de su "cuarto voto",
cada mercedario profesaba "quedar
en rehenes, si fuere preciso, en lugar de un cautivo, sobre todo si su fe
peligraba". Hoy sigue vigente este cuarto voto.
Actualmente, en las llamadas "nuevas formas de
cautividad", sigue ocupándose, con preferencia entre los refugiados,
exiliados, inmigrantes, prisioneros, "Meninos de rua" (Brasil), y de
aquellos que están faltos de libertad, o cuyos derechos fundamentales son
conculcados.
La iglesia reconoce, honra y venera a la Stma. Virgen María,
principalmente, con el título de madre: Madre de Dios y Señor Jesucristo, y
Madre de la iglesia, de todos los hombres, ya que la redención de Jesucristo es
universal y todos los hombres son llamados
a pertenecer al pueblo de Dios, la Iglesia.
Venerar a la Virgen, bajo el título de la Merced, es lo mismo que
recurrir a ella como madre de misericordia a favor de aquellos que son los más
marginados de la sociedad. “Merced” en la edad media es sinónimo de
misericordia, piedad o compasión, ejercida para con aquellos que se hallan
privados de libertad y en peligro de perder su fe cristiana. La misericordia
mercedaria es efectiva y afectiva, no humilla a la persona, sino, por el
contrario la redime y libera, la dignifica. De esta misericordia está
necesitado el mundo actual.
San Roberto Belarmino,
ORACIÓN
Virgen y Señora nuestra de la Merced, a ti suplicamos que,
mediante tu maternal intercesión ante tu hijo Jesucristo, nos alcances la
verdadera libertad de los hijos de Dios y nos hagas libres de cualquier
esclavitud, de modo que experimentemos en nosotros la alegría de la salvación. Te
lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
DOMINGO 25
San
Cleofás
La Iglesia conmemora hoy a este discípulo del Señor, a quien se
refiere el Evangelio de san Lucas al hablar de «los discípulos de Emaús». La
tarde del día de Pascua, Cleofás y el otro discípulo de Jesús iban a Emaús. En
el camino se les apareció Cristo que les fue explicando las Escrituras. Sus
corazones ardían. Al llegar al pueblo, Jesús hizo además de seguir adelante,
pero ellos lo detuvieron diciéndole: «Quédate con nosotros, porque atardece».
Puestos a la mesa, el Señor tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo fue
dando. Ellos entonces lo reconocieron, volvieron a Jerusalén y contaron a los
Apóstoles lo que les había pasado (Lc 24,13-35).
ORACIÓN
Dios nuestro, sólo tú eres santo y nadie puede ser bueno
fuera de ti, por la intercesión de san Cleofás, danos la gracia de vivir de tal
manera que nunca nos veamos privados de tu gloria. Por Jesucristo, nuestro
Señor. Amén.
Confeccionado por Franja y Állen-Perkins
Baiona
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