Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
Santos Del
10 al 16 de Abril de 2017
SEMANA SANTA
Esta
semana, que tradicionalmente el pueblo cristiano llama santa, nos ofrece, una
vez más, la ocasión de considerar –de revivir- los momentos en los que se
consuma la vida de Jesús. Todo lo que a lo largo de estos días nos traen a la
memoria las diversas manifestaciones de piedad, se encamina ciertamente hacia
la Resurrección, que es el fundamento de nuestra fe, como escribe San Pablo. (Cor.
XV,14). No recorramos, sin embargo, demasiado deprisa ese camino; no dejemos
caer en el olvido algo muy sencillo, que quizá, a veces, se nos escapa: no
podremos participar de la Resurrección del Señor, si no nos unimos a su Pasión
y a su Muerte (Rom. VIII, 17). Para acompañar a Cristo en su gloria, al final
de la Semana Santa, es necesario que penetremos antes en su holocausto, y que
nos sintamos una cosa con El, muerto sobre el Calvario
10, LUNES SANTO
Jesús expulsa a los mercaderes del templo
Meditemos
en el Señor herido de pies a cabeza por amor nuestro. Con frase que se acerca a
la realidad, aunque no acaba de decirlo todo, podemos repetir con un autor de
hace siglos. El Cuerpo de Cristo es un retablo de dolores. A la vista de Cristo
hecho un guiñapo, convertido en un cuerpo inerte, bajado de la Cruz y confiado
a su Madre; a la vista de ese Jesús destrozado, se podría concluir que esa
escena es la muestra más clara de una derrota. ¿Dónde estás las masas que lo
seguían, y el Reino cuyo advenimiento anunciaba? Sin embargo, no es derrota es
victoria: ahora se encuentra más cerca que nunca el momento de la Resurrección,
de la manifestación de la gloria que a conquistado con su obediencia.
ORACIÓN
Dios todopoderoso, mira la
fragilidad de nuestra naturaleza, y levanta nuestra débil esperanza con la
fuerza de la pasión de tu Hijo. Él que vive y reina contigo.
11, MARTES SANTO
Judas traiciona a Jesús con un beso
El Martes
Santo continúa las celebraciones de la Semana Santa cristiana, que conforme va
acercándose los días de los principales cultos (Jueves y Viernes Santo) siguen
su reflexión acerca de diversos pasajes de la Pasión, Muerte y Resurrección de
Jesús de Nazaret. Son días propicios para la reflexión profunda en los que la
Iglesia nos invita como en una “última llamada” a acercarnos al sacramento de
la confesión con el fin de estar preparados para vivir la Vigilia Pascual y el
gran acontecimiento de la Pascua. El cristiano debe estar en gracia de Dios
para participar con toda la Iglesia del gran banquete de la Eucaristía en la
Misa más importante del año.
ORACIÓN
Dios todopoderoso
y eterno, concédenos participar tan vivamente
en las celebraciones de la pasión del Señor, que alcancemos tu perdón. Por
Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
12, MIÉRCOLES SANTO
► Judas
traiciona a Jesús ◄
Con el Miércoles Santo finaliza la primera parte de la Semana Santa en la
que los cristianos conmemoran la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de
Nazaret. El Miércoles Santo marca el final de la Cuaresma y el comienzo de la
Pascua dando paso a los días de los principales cultos (Jueves y Viernes
Santo).
Durante este día se continúa la celebración normal de la misa y suelen
darse manifestaciones populares, destacando las procesiones que se organizan en
muchos pueblos y ciudades.
En la celebración litúrgica católica se recuerda el pasaje de la Pasión
según san Lucas y también se hace la lectura de la traición de Judas Iscariote
en este caso en relato de San Mateo. El miércoles, es además junto con el
viernes, el día penitencial de los tiempos de penitencia (Adviento, Cuaresma y
Témporas), así que intensifican las prácticas piadosas y las procesiones
penitenciales.
ORACIÓN
Oh Dio, que, librarnos del poder del enemigo, quisiste que tu Hijo muriera
en la cruz, concédenos alcanzar la gracia de la resurrección. Por Jesucristo,
nuestro Señor. Amén.
13, JUEVES SANTO
► La última cena del Señor ◄
El Jueves Santo es una invitación a profundizar
concretamente en el misterio de la Pasión de Cristo, ya que quien desee
seguirle tiene que sentarse a su mesa y, con máximo recogimiento, ser
espectador de todo lo que aconteció 'en la noche en que iban a entregarlo'. Y
por otro lado, el mismo Señor Jesús nos da un testimonio idóneo de la vocación
al servicio del mundo y de la Iglesia que tenemos todos los fieles cuando
decide lavarle los pies a sus discípulos.
En este
sentido, el Evangelio de San Juan presenta a Jesús 'sabiendo que el Padre había
puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía' pero que, ante
cada hombre, siente tal amor que, igual que hizo con sus discípulos, se
arrodilla y le lava los pies, como gesto inquietante de una acogida incansable.
San Pablo completa el retablo recordando a todas las
comunidades cristianas lo que él mismo recibió: que aquella memorable noche la
entrega de Cristo llegó a hacerse sacramento permanente en un pan y en un vino
que convierten en alimento su Cuerpo y Sangre para todos los que quieran
recordarle y esperar su venida al final de los tiempos, quedando instituida la
Eucaristía.
Hoy celebramos la alegría de saber que esa muerte del
Señor, que no terminó en el fracaso sino en el éxito, tuvo un por qué y para qué:
fue una "entrega", un "darse", fue "por algo" o,
mejor dicho, "por alguien" y nada menos que por "nosotros y por
nuestra salvación" (Credo). "Nadie me quita la vida, había dicho
Jesús, sino que Yo la entrego libremente. Yo tengo poder para entregarla."
(Jn 10,16), y hoy nos dice que fue para "remisión de los pecados" (Mt
26,28).
ORACIÓN
Oh Dios, que por la unción del Espíritu Santo
constituiste a tu Hijo Mesías y Señor, y a nosotros, miembros de su cuerpo, nos
haces partícipes de su misma unción; ayúdanos a ser en el mundo testigos fieles
de la redención que ofreces a todos los hombres. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
14, VIERNES SANTO
Día de ayuno y abstinencia
► La muerte y crucifixión del Señor ◄
La
tarde del Viernes Santo presenta el drama inmenso de la muerte de Cristo en el
Calvario. La cruz erguida sobre el mundo sigue en pie como signo de salvación y
de esperanza.
Con
la Pasión de Jesús según el Evangelio de Juan contemplamos el misterio del
Crucificado, con el corazón del discípulo Amado, de la Madre, del soldado que
le traspasó el costado.
San
Juan, teólogo y cronista de la pasión nos lleva a contemplar el misterio de la
cruz de Cristo como una solemne liturgia. Todo es digno, solemne, simbólico en
su narración: cada palabra, cada gesto. La densidad de su Evangelio se hace
ahora más elocuente.
Y
los títulos de Jesús componen una hermosa Cristología. Jesús es Rey. Lo dice el
título de la cruz, y el patíbulo es trono desde donde el reina. Es sacerdote y
templo a la vez, con la túnica inconsútil que los soldados echan a suertes. Es
el nuevo Adán junto a la Madre, nueva Eva, Hijo de María y Esposo de la
Iglesia. Es el sediento de Dios, el ejecutor del testamento de la Escritura. El
Dador del Espíritu. Es el Cordero inmaculado e inmolado al que no le rompen los
huesos. Es el Exaltado en la cruz que todo lo atrae a sí, por amor, cuando los
hombres vuelven hacia él la mirada.
La
Madre estaba allí, junto a la Cruz. No llegó de repente al Gólgota, desde que
el discípulo amado la recordó en Caná, sin haber seguido paso a paso, con su
corazón de Madre el camino de Jesús. Y ahora está allí como madre y discípula
que ha seguido en todo la suerte de su Hijo, signo de contradicción como El,
totalmente de su parte. Pero solemne y majestuosa como una Madre, la madre de
todos, la nueva Eva, la madre de los hijos dispersos que ella reúne junto a la
cruz de su Hijo. Maternidad del corazón, que se ensancha con la espada de dolor
que la fecunda.
La
palabra de su Hijo que alarga su maternidad hasta los confines infinitos de
todos los hombres. Madre de los discípulos, de los hermanos de su Hijo. La
maternidad de María tiene el mismo alcance de la redención de Jesús. María
contempla y vive el misterio con la majestad de una Esposa, aunque con el
inmenso dolor de una Madre. Juan la glorifica con el recuerdo de esa
maternidad. Ultimo testamento de Jesús. Ultima dádiva. Seguridad de una
presencia materna en nuestra vida, en la de todos. Porque María es fiel a la
palabra: He ahí a tu hijo.
El
soldado que traspasó el costado de Cristo de la parte del corazón, no se dio
cuenta que cumplía una profecía y realizaba un último, estupendo gesto
litúrgico. Del corazón de Cristo brota sangre y agua. La sangre de la
redención, el agua de la salvación. La sangre es signo de aquel amor más
grande, la vida entregada por nosotros, el agua es signo del Espíritu, la vida
misma de Jesús que ahora, como en una nueva creación derrama sobre nosotros.
ORACIÓN
No se dice:Oremos
Recuerda, Señor, que tu ternura y
tu misericordia son eternas, santifica a tus hijos y protégelos siempre, pues
Jesucristo, tu Hijo, en favor nuestro instituyó por medio de su sangre el
misterio pascual. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén.
O bien:
Oh Dios, tu
Hijo Jesucristo, Señor nuestro, por medio de su pasión ha destruido la muerte
que, como consecuencia del antiguo pecado, a todos los hombres alcanza.
Concédenos hacernos semejantes a él. De este modo, los que hemos llevado
grabada, por exigencia de la naturaleza humana la imagen de Adán, el hombre
terreno, llevaremos grabada en adelante, por la acción santificadora de tu
gracia, la imagen de Jesucristo, el hombre celestial. Él, que vive y reina por
los siglos de los siglos. R/. Amén
15, SABADO SANTO
Día de luto por la muerte del Salvador.
En este día
propiamente no hay culto oficial, es un día de luto por la muerte del Salvador.
Continúa durante el día la visita de los monumentos y la celebración del Vía
crucis al igual que en el Viernes Santo.
La gran Vigilia Pascual,
Al anochecer empieza la gran Vigilia
Pascual, que en su primera parte (bendición el fuego nuevo y del agua,
lecturas, letanías, profesión de fe y Bautizos) corresponde propiamente al
Sábado santo; pero la Misa de Gloria, muy solemne, con volteo de campanas y
llena de aleluyas, corresponde a la celebración pascual de la Resurrección.
Es día de
luto porque Cristo descansa en el sepulcro y hoy no hay misa. La iglesia guarda
silencio: desde el viernes no suena el órgano acompañando los cantos, en señal
de austeridad y dolor.
La gran celebración de hoy mira ya hacia la
Resurrección, y es lo que se está preparando.
Las vigilias comienzan al caer el sol y se
prolongan durante toda la noche.
La
preparación de la Pascua comienza con la bendición del fuego nuevo, que se toma
de una hoguera encendida fuera de la iglesia, estando ésta totalmente a oscuras
y esperando los fieles con cirios apagados en la mano. El sacerdote enciende en
ella una tea que una vez bendecida encenderán con ella sus velas los fieles. Hacia
el final de este canto se procede a encender el cirio pascual, al que se le
ponen los cinco granos de incienso que representan la inmortalidad, el Alfa y
la Omega, y la fecha del año en curso; tras esto se encienden todas las luces
de la iglesia. También se bendicen las aguas bautismales.
16, DOMINGO
DE RESURRECCIÓN
La fiesta más importante de la Iglesia Católica
El Domingo
de Resurrección o de Pascua es la fiesta más importante para todos los
católicos, ya que con la Resurrección de Jesús es cuando adquiere sentido toda
nuestra religión.
Cristo triunfó
sobre la muerte y con esto nos abrió las puertas del Cielo. En la Misa
dominical recordamos de una manera especial esta gran alegría. Se enciende el
Cirio Pascual que representa la luz de Cristo resucitado y que permanecerá
prendido hasta el día de la Ascensión, cuando Jesús sube al Cielo.
La
Resurrección de Jesús es un hecho histórico, cuyas pruebas entre otras, son el
sepulcro vacío y las numerosas apariciones de Jesucristo a sus apóstoles. En la
resurrección encontramos la clave de la esperanza cristiana: si Jesús está vivo
y está junto a nosotros, ¿qué podemos temer?, ¿qué nos puede preocupar? Cualquier
sufrimiento adquiere sentido con la Resurrección, pues podemos estar seguros de
que, después de una corta vida en la tierra, si hemos sido fieles, llegaremos a
una vida nueva y eterna, en la que gozaremos de Dios para siempre.
La
Resurrección es fuente de profunda alegría. A partir de ella, los cristianos no
podemos vivir más con caras tristes. Debemos tener cara de resucitados,
demostrar al mundo nuestra alegría porque Jesús ha vencido a la muerte. La
Resurrección es una luz para los hombres y cada cristiano debe irradiar esa
misma luz a todos los hombres haciéndolos partícipes de la alegría de la
Resurrección por medio de sus palabras, su testimonio y su trabajo apostólico.
ORACIÓN
Señor Dios, que en este día nos has abierto las
puertas de la vida por medio de tu Hijo, vencedor de la muerte, concede a los
que celebramos la solemnidad de la resurrección de Jesucristo, ser renovador por tu Espíritu, para resucitar en
el reino de la luz y de la vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Confeccionado por Franja y Állen-Perkins
1 comentario:
Gracias por ser Sacerdote. Feliz y santo día en este especial Jueves Santo. María Inmaculada desde Tenerife La Laguna.
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