Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
¿Quién
es el Espíritu Santo?
Según
el Catecismo de la Iglesia Católica, el Espíritu Santo es la "Tercera
Persona de la Santísima Trinidad". Es decir, habiendo un sólo Dios,
existen en Él tres personas distinas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esta verdad
ha sido revelada por Jesús en su Evangelio.
El
Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo de la historia
hasta su consumación, pero es en los últimos tiempos, inaugurados con la
Encarnación, cuando el Espíritu se revela y nos es dado, cuando es reconocido y
acogido como persona. El Señor Jesús nos lo presenta y se refiere a Él no como
una potencia impersonal, sino como una Persona diferente, con un obrar propio y
un carácter personal.
El Espíritu Santo, el don de Dios
"Dios
es Amor" (Jn 4,8-16) y el Amor que es el primer don, contiene todos los
demás. Este amor "Dios lo ha derramado en nuestros corazones por el
Espíritu Santo que nos ha sido dado". (Rom 5,5).
Puesto
que hemos muerto, o al menos, hemos sido heridos por el pecado, el primer
efecto del don del Amor es la remisión de nuestros pecados. La Comunión con el
Espíritu Santo, "La gracia del Señor Jesucristo, y la caridad de Dios, y
la comunicación del Espíritu Santo sean con todos vosotros." 2 Co 13,13;
es la que, en la Iglesia, vuelve a dar a los bautizados la semejanza divina
perdida por el pecado. Por el Espíritu Santo nosotros podemos decir que
"Jesús es el Señor ", es decir para entrar en contacto con Cisto es
necesario haber sido atraído por el Espíritu Santo.
Mediante
el Bautismo se nos da la gracia del nuevo nacimiento en Dios Padre por medio de
su Hijo en el Espíritu Santo. Porque los que son portadores del Espíritu de
Dios son conducidos al Hijo; pero el Hijo los presenta al Padre, y el Padre les
concede la incorruptibilidad. Por tanto, sin el Espíritu no es posible ver al
Hijo de Dios, y, sin el Hijo, nadie puede acercarse al Padre, porque el
conocimiento del Padre es el Hijo, y el conocimiento del Hijo de Dios se logra
por el Espíritu Santo.
Vida
de fe. El Espíritu Santo con su gracia es el "primero" que nos despierta
en la fe y nos inicia en la vida nueva. El es quien nos precede y despierta en
nosotros la fe. Sin embargo, es el "último" en la revelación de las
personas de la Santísima Trinidad.
El
Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo del Designio de
nuestra salvación y hasta su consumación. Sólo en los "últimos
tiempos", inaugurados con la Encarnación redentora del Hijo, es cuando el
Espíritu se revela y se nos da, y se le reconoce y acoge como Persona.
El
Paráclito. Palabra del griego "parakletos", que literalmente
significa "aquel que es invocado", es por tanto el abogado, el
mediador, el defensor, el consolador. Jesús nos presenta al Espíritu Santo
diciendo: "El Padre os dará otro Paráclito" (Jn 14,16). El abogado
defensor es aquel que, poniéndose de parte de los que son culpables debido a
sus pecados, los defiende del castigo merecido, los salva del peligro de perder
la vida y la salvación eterna. Esto es lo que ha realizado Cristo, y el
Espíritu Santo es llamado "otro paráclito" porque continúa haciendo
operante la redención con la que Cristo nos ha librado del pecado y de la
muerte eterna.
Espíritu
de la Verdad: Jesús afirma de sí mismo: "Yo soy el camino, la verdad y la
vida" (Jn 14,6). Y al prometer al Espíritu Santo en aquel "discurso
de despedida" con sus apóstoles en la Última Cena, dice que será quien
después de su partida, mantendrá entre los discípulos la misma verdad que Él ha
anunciado y revelado.
El
Paráclito, es la verdad, como lo es Cristo. Los campos de acción en que actúa
el Espíritu Santo, son el espíritu humano y la historia del mundo. La
distinción entre la verdad y el error es el primer momento de dicha actuación.
Permanecer
y obrar en la verdad es el problema esencial para los Apóstoles y para los
discípulos de Cristo, desde los primeros años de la Iglesia hasta el final de
los tiempos, y es el Espíritu Santo quien hace posible que la verdad a cerca de
Dios, del hombre y de su destino, llegue hasta nuestros días sin alteraciones.
Símbolos
Al
Espíritu Santo se le representa de diferentes formas:
Agua:
El simbolismo del agua es significativo de la acción del Espíritu Santo en el
Bautismo, ya que el agua se convierte en el signo sacramental del nuevo
nacimiento.
Unción: El Aceite. Simboliza la fuerza. La unción con el óleo es sinónima del Espíritu Santo. En
el sacramento de la Confirmación se unge al confirmado para prepararlo a ser
testigo de Cristo.
Fuego:
Simboliza la energía transformadora de los actos del Espíritu.
Nube
y luz: Símbolos inseparables en las manifestaciones del Espíritu Santo. Así
desciende sobre la Virgen María para "cubrirla con su sombra". En el
Monte Tabor, en la Transfiguración, el día de la Ascensión; aparece una sombra
y una nube.
Sello:
Es un símbolo cercano al de la unción. Indica el carácter indeleble de la
unción del Espíritu en los sacramentos y hablan de la consagración del
cristiano.
La
Mano: Mediante la imposición de manos los Apóstoles y ahora los Obispos,
trasmiten el "don del Espíritu".
La
Paloma: En el Bautismo de Jesús, el Espíritu Santo aparece en forma de paloma y
se posa sobre Él.
Lea
un completo artículo sobre el Espíritu Santo en la Enciclopedia Católica
Confeccionado por Franja.
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