Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
Contemplar el Evangelio de hoy
Evangelio de hoy
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Día litúrgico: Miércoles XXIX del
tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Lc 12,39-48): En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Entendedlo bien: si el dueño de
casa supiese a qué hora iba a venir el ladrón, no dejaría que le horadasen su
casa. También vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis,
vendrá el Hijo del hombre».
Dijo Pedro: «Señor, ¿dices esta
parábola para nosotros o para todos?». Respondió el Señor: «¿Quién es, pues, el
administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su
servidumbre para darles a su tiempo su ración conveniente? Dichoso aquel siervo
a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. De verdad os digo que le
pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si aquel siervo se dice en su
corazón: ‘Mi señor tarda en venir’, y se pone a golpear a los criados y a las
criadas, a comer y a beber y a emborracharse, vendrá el señor de aquel siervo
el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su
suerte entre los infieles.
»Aquel siervo que, conociendo la
voluntad de su señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad,
recibirá muchos azotes; el que no la conoce y hace cosas dignas de azotes,
recibirá pocos; a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se
confió mucho, se le pedirá más».
«Estad preparados, porque en el momento
que no penséis,
vendrá el Hijo del hombre»
Rev. D. Josep Lluís SOCÍAS i Bruguera
(Badalona, Barcelona, España)
Hoy, con la lectura de este fragmento
del Evangelio, podemos ver que cada persona es un administrador: cuando
nacemos, se nos da a todos una herencia en los genes y unas capacidades para
que nos realicemos en la vida. Descubrimos que estas potencialidades y la vida
misma son un don de Dios, puesto que nosotros no hemos hecho nada para
conseguirlas. Son un regalo personal, único e intransferible, y es lo que nos
confiere nuestra personalidad. Son los “talentos” de los que nos habla el mismo
Jesús (cf. Mt 25,15), las cualidades que debemos hacer crecer a lo largo de
nuestra existencia.
«En el momento que no penséis, vendrá
el Hijo del hombre» (Lc 12,40), acaba diciendo Jesús en el primer párrafo.
Nuestra esperanza está en la venida del Señor Jesús al final de los tiempos;
pero ahora y aquí, también Jesús se hace presente en nuestra vida, en la
sencillez y la complejidad de cada momento. Es hoy cuando, con la fuerza del
Señor, podemos vivir su Reino. San Agustín nos lo recuerda con las palabras del
Salmo 32,12: «Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor», para que podamos ser
conscientes de ello, formando parte de esta nación.
«También vosotros estad preparados» (Lc
12,40), esta exhortación representa una llamada a la fidelidad, la cual nunca
está subordinada al egoísmo. Tenemos la responsabilidad de saber “dar
respuesta” a los bienes que hemos recibido junto con nuestra vida. «Conociendo
la voluntad de su señor» (Lc 12,47), es lo que llamamos nuestra “conciencia”, y
es lo que nos hace dignamente responsables de nuestros actos. La respuesta
generosa por nuestra parte hacia la humanidad, hacia cada uno de los seres
vivos, es algo justo y lleno de amor.
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