Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
Evangelio de hoy
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Día litúrgico
Martes
III de Adviento
Texto del Evangelio
(Mt 21,28-32): En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los
ancianos del pueblo: «¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Llegándose al
primero, le dijo: ‘Hijo, vete hoy a trabajar en la viña’. Y él respondió: ‘No
quiero’, pero después se arrepintió y fue. Llegándose al segundo, le dijo lo
mismo. Y él respondió: ‘Voy, Señor’, y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la
voluntad del padre?». «El primero», le dicen. Díceles Jesús: «En verdad os digo
que los publicanos y las rameras llegan antes que vosotros al Reino de Dios.
Porque vino Juan a vosotros por camino de justicia, y no creísteis en él,
mientras que los publicanos y las rameras creyeron en él. Y vosotros, ni
viéndolo, os arrepentisteis después, para creer en él».
«‘No quiero’, pero
después se arrepintió y fue»
Rev. D. Llucià POU i Sabater
(Granada, España)
Hoy contemplamos al
padre que tiene dos hijos y dice al primero: «Hijo, vete hoy a trabajar en la
viña» (Mt 21,28). Éste respondió: «‘No quiero’, pero después se arrepintió y
fue» (Mt 21,29). Al segundo le dijo lo mismo. Él le respondió: «Voy, señor»;
pero no fue... (cf. Mt 21,30). Lo importante no es decir “sí”, sino “obrar”.
Hay un adagio que afirma que «obras son amores y no buenas razones».
En otro momento,
Jesús dará la doctrina que enseña esta parábola: «No todo el que me diga:
‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad
de mi Padre celestial» (Mt 7,21). Como escribió san Agustín, «existen dos
voluntades. Tu voluntad debe ser corregida para identificarse con la voluntad
de Dios; y no la de Dios torcida para acomodarse a la tuya». En lengua catalana
decimos que un niño “creu” (“cree”), cuando obedece: ¡cree!, es decir,
identificamos la obediencia con la fe, con la confianza en lo que nos dicen.
Obediencia viene de
“ob-audire”: escuchar con gran atención. Se manifiesta en la oración, en no
hacernos “sordos” a la voz del Amor. «Los hombres tendemos a “defendernos”, a
apegarnos a nuestro egoísmo. Dios exige que, al obedecer, pongamos en ejercicio
la fe. A veces el Señor sugiere su querer como en voz baja, allá en el fondo de
la conciencia: y es necesario estar atentos, para distinguir esa voz y serle
fieles» (San Josemaría Escrivá). Cumplir la voluntad de Dios es ser santo;
obedecer no es ser simplemente una marioneta en manos de otro, sino
interiorizar lo que hay que cumplir: y, así, hacerlo porque “me da la gana”.
Nuestra Madre la
Virgen, maestra en la “obediencia de la fe”, nos enseñará el modo de aprender a
obedecer la voluntad del Padre.
Nuestra Madre la
Virgen, maestra en la “obediencia de la fe”, nos enseñará el modo de aprender a
obedecer la voluntad del Padre.
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