domingo, 31 de julio de 2016

Evangelio de hoy Domingo XVIII (C) del tiempo ordinario 31-07-2016

Blog Católico de Javier Olivares-Baiona

Contemplar el Evangelio de hoy
Evangelio de hoy
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Día litúrgico: Domingo XVIII (C) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 12,13-21): En aquel tiempo, uno de la gente le dijo: «Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo». Él le respondió: «¡Hombre!, ¿quién me ha constituido juez o repartidor entre vosotros?». Y les dijo: «Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes».

Les dijo una parábola: «Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto; y pensaba entre sí, diciendo: ‘¿Qué haré, pues no tengo donde reunir mi cosecha?’. Y dijo: ‘Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, edificaré otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea’. Pero Dios le dijo: ‘¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?’. Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios».

Comentario por el
Rev. D. Jordi PASCUAL i Bancells
(Salt, Girona, España)


«La vida de uno no está asegurada por sus bienes»

Hoy, Jesús nos sitúa cara a cara con aquello que es fundamental para nuestra vida cristiana, nuestra vida de relación con Dios: hacerse rico delante de Él. Es decir, llenar nuestras manos y nuestro corazón con todo tipo de bienes sobrenaturales, espirituales, de gracia, y no de cosas materiales.

Por eso, a la luz del Evangelio de hoy, nos podemos preguntar: ¿de qué llenamos nuestro corazón? El hombre de la parábola lo tenía claro: «Descansa, come, bebe, banquetea» (Lc 12,19). Pero esto no es lo que Dios espera de un buen hijo suyo. El Señor no ha puesto nuestra felicidad en herencias, buenas comidas, coches último modelo, vacaciones a los lugares más exóticos, fincas, el sofá, la cerveza o el dinero. Todas estas cosas pueden ser buenas, pero en sí mismas no pueden saciar las ansias de plenitud de nuestra alma, y, por tanto, hay que usarlas bien, como medios que son.

Es la experiencia de san Ignacio de Loyola, cuya celebración tenemos tan cercana. Así lo reconocía en su propia autobiografía: «Cuando pensaba en cosas mundanas, se deleitaba, pero, cuando, ya aburrido lo dejaba, se sentía triste y seco; en cambio, cuando pensaba en las penitencias que observaba en los hombres santos, ahí sentía consuelo, no solamente entonces, sino que incluso después se sentía contento y alegre». También puede ser la experiencia de cada uno de nosotros.

Y es que las cosas materiales, terrenales, son caducas y pasan; por contraste, las cosas espirituales son eternas, inmortales, duran para siempre, y son las únicas que pueden llenar nuestro corazón y dar sentido pleno a nuestra vida humana y cristiana.

Jesús lo dice muy claro: «¡Necio!» (Lc 12,20), así califica al que sólo tiene metas materiales, terrenales, egoístas. Que en cualquier momento de nuestra existencia nos podamos presentar ante Dios con las manos y el corazón llenos de esfuerzo por buscar al Señor y aquello que a Él le gusta, que es lo único que nos llevará al Cielo.



viernes, 29 de julio de 2016

SANTOS DE LA SEMANA DEL 1 al 7 de Agosto 1016

Blog Católico de Javier Olivares-Baiona

DEL 1 al 7 de Agosto 1016

XVIII Semana del Tiempo Ordinario

SANTOS DE LA SEMANA

LUNES, 1


San Alfonso María de Ligorio
Obispo y Doctor de la Iglesia
Nació en Marianella junto a Nápoles el año 1696. Después de obtener el grado de doctor en ambos derechos y de ejercer la abogacía con gran delicadeza de conciencia, cursó la carrera eclesiástica, se ordenó sacerdote en 1726 y se dedicó a las misiones populares y al confesonario. Entre grandes dificultades fundó en 1732 la Congregación del Santísimo Redentor (Redentoristas), con el fin de dar nuevo aliento a la vida cristiana de los campesinos e iletrados. Además escribió libros de espiritualidad y de teología moral, materia en la que es considerado un verdadero maestro. Entre sus obras hay que destacar la Teología Moral y Las Glorias de María que tanto ha influido en la devoción a la Virgen. En torno al año 1760 fue consagrado obispo de Sant'Agata dei Goti, donde se prodigó a lo largo de trece años en un apostolado fecundo. Después renunció a su obispado y se fue con sus religiosos. Murió en Pagani, cerca de Nápoles, el 1 de agosto de 1787.
ORACIÓN
Oh Dios, que suscitas continuamente en tu Iglesia nuevos ejemplos de santidad, concédenos la gracia de imitar en el celo apostólico a tu obispo san Alfonso María de Ligorio, para que podamos compartir en el cielo su misma recompensa. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

MARTES, 2


San Eusebio de Vercelli
Nació en Cerdeña (Italia) a principios del siglo IV. Abrazó el estado clerical en Roma y el año 345 fue elegido primer obispo de Vercelli (Piamonte). Con su predicación sobre todo en el medio rural contribuyó a incrementar la religión cristiana y a mantener la fe ortodoxa. Introdujo en su diócesis la vida en común del clero diocesano, iniciativa que luego se extendió por todas partes. Fue perseguido por los arrianos por su defensa y esclarecimiento de la divinidad de Jesucristo. El emperador Constancio lo desterró a Escitópolis a causa de la fe, y allí padeció amenazas, malos tratos, cárcel, hambre y toda clase de vejámenes. El año 361 lo enviaron a Capadocia y luego a la Tebaida. Al regresar a su patria, siguió trabajando denodadamente contra la herejía de Arrio y en la restauración de la fe. Murió en Vercelli el 1 de agosto del año 371.
ORACIÓN
Concédenos, Señor, Dios nuestro, imitar la fortaleza de tu obispo san Eusebio de Vercelli al proclamar su fe en la divinidad de tu Hijo, y haz que, perseverando en esa misma fe de la que fue maestro, merezcamos un día participar de la vida divina de Cristo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

* * *   EL  MISMO  DÍA   * * *


 San Pedro Julián Eymard
Nació en La Mure (Francia) el año 1811. Ordenado de sacerdote en 1834 y después de ejercer el ministerio pastoral algunos años en la diócesis de Grenoble, ingresó en la Sociedad de María (Maristas). Pronto se convirtió en el principal colaborador del fundador, el P. Colin. Estando en el santuario mariano de Fourvièr en Lyon, tuvo una profunda experiencia espiritual que lo hizo sentirse llamado a fundar una congregación religiosa destinada a fomentar y propagar el culto al Santísimo Sacramento, del que era muy devoto. Dejó su Congregación y fundó otras dos, la de los Presbíteros del Santísimo Sacramento y la de las Siervas del Santísimo Sacramento. Sus sacerdotes se dedicaban a la adoración y apostolado del Santísimo y también a la atención de los pobres de los barrios periféricos de París, así como al cuidado de los sacerdotes que se encontraban en dificultades. Murió el 1 de agosto de 1868 La Mure.
ORACIÓN
Oh Dios, que concediste a san Pedro Julián un amor admirable hacia el sagrado misterio del Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, concédenos benigno que merezcamos participar de este divino convite, comprendiendo, como él, su riqueza. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Miércoles, 3


Beatos Alfonso López López y Miguel Remón Salvador
 Cuando en julio de 1936 arreció en España la persecución religiosa, los franciscanos conventuales de Granollers (Barcelona), como tantos otros, tuvieron que buscar refugio en casa de amigos o familiares. Alfonso nació en Secorún (Huesca) en 1878; a los 27 años ingresó en los conventuales, hizo el noviciado en Osimo (Italia), donde cursó los estudios eclesiásticos, y recibió la ordenación sacerdotal. Estuvo tres años de confesor en el Santuario de Loreto y pasó el resto de su vida en Granollers como docente, director espiritual y superior de la casa. Miguel nació en Caudé (Teruel) en 1907. Ingresó en la Orden en Granollers como hermano laico, marchó a Italia e hizo la profesión solemne en Loreto, donde permaneció un par de años prestando diversos servicios en la Basílica. Regresó a Granollers en 1935 para ejercer los oficios que se le confiaron, en los que siempre se mostró laborioso, afable y pacífico. El 3 de agosto de 1936, los milicianos detuvieron a Alfonso y a Miguel y, después de invitarlos repetidamente a apostatar de su fe en medio de crueles vejaciones y malos tratos, los fusilaron el 3 de agosto de 1936 cerca de Samalús (Barcelona). Son dos de los mártires de Granollers beatificados por Juan Pablo II en 2001.

ORACIÓN

Dios nuestro, que para embellecer a tu Iglesia  otorgaste la gloria del martirio a los Beatos Alfonso López y Miguel Remón; concédenos, en tu bondad, que así como ellos imitaron la pasión del Señor, también nosotros, siguiendo sus pasos, podamos alcanzar la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

JUEVES, 4


SAN JUAN MARÍA VIANNEY
 Nació en Dardilly (Lyon, Francia) el año 1786. Eran los agitados tiempos de la Revolución Francesa. Tuvo que superar grandes dificultades en los estudios para llegar a ordenarse de sacerdote en 1815. Fue despedido del seminario de Lyon por insuficiencia, pero con la ayuda del abate de Balley pudo completar los estudios. Después de la ordenación comenzó su ministerio, pero sin licencias aún para oír confesiones. Completada su formación, se le confió la parroquia de la pequeña aldea de Ars, que gobernó y promocionó maravillosamente con su constante predicación, mortificación, oración y caridad. Difundió el mensaje evangélico con la catequesis que a diario impartía a niños y adultos, con la reconciliación que administraba a los penitentes, con sus obras de ardiente caridad alimentada en la Eucaristía. Estaba dotado de unas cualidades extraordinarias como confesor, lo cual hacía que acudieran a él fieles de todas partes. Murió el 4 de agosto de 1859. Pío XI lo nombró patrono de los párrocos.
ORACIÓN
Dios de poder y misericordia, que hiciste admirable a san Juan María Vianney por su celo pastoral, concédenos, por su intercesión y su ejemplo, ganar para Cristo a nuestros hermanos y alcanzar, juntamente con ellos, los premios de la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

VIERNES, 5
* * *   PRIMER VIERNES DE MES   * * *


Dedicación de la Basílica de Santa María la Mayor
Celebramos hoy a la Virgen María, proclamada Madre de Dios en el Concilio de Efeso el año 431, en cuyo honor se edificó en Roma una basílica. Contra la herejía de Nestorio, la Iglesia, impulsada por san Cirilo de Alejandría, definió en el Concilio de Efeso la maternidad divina de María. Todo el orbe católico celebró el acontecimiento, y el papa Sixto III dedicó en Roma, sobre el monte Esquilino, una basílica a la Santa Madre de Dios: Santa María la Mayor, considerada como el santuario mariano más antiguo de Occidente. Una tradición dice que la Virgen manifestó en sueños a unos esposos su deseo de que le levantaran un templo en el lugar que se cubriría de nieve la noche del 5 al 6 de agosto; de ahí que también se llame Santa María de las Nieves.
Oración:
 Perdona, Señor, los pecados de tus hijos, y ya que nuestras obras no pueden complacerte, concédenos la salvación por medio de la Madre de tu Hijo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.


SABADO, 6


La Transfiguración del Señor
Esta fiesta celebra el misterio de la vida de Cristo en el que su gloria y divinidad se asoman al tiempo y al mundo, permitiéndonos adivinar su identidad: Dios a la vez que hombre. El hecho nos lo refieren los evangelios. Camino de Jerusalén para sufrir la pasión, Jesús se retiró a un monte alto, el Tabor, con sus discípulos predilectos, Pedro, Santiago y Juan, para orar. Allí se transfiguró, y aparecieron Moisés y Elías, personificación de la Ley y los Profetas del Antiguo Testamento, que hablaban con Jesús de su muerte. Los apóstoles quedaron atónitos. Y oyeron una voz que salía de la nube que los envolvía: «Éste es mi Hijo, el amado, el predilecto, en quien me complazco. Escuchadle». La gloria de la divinidad resplandece en el rostro de Cristo, mientras el Padre lo acredita ante los apóstoles para que lo escuchen.
ORACIÓN
Oh Dios, que en la gloriosa transfiguración de tu Unigénito confirmaste los misterios de la fe con el testimonio de los profetas, y prefiguraste maravillosamente nuestra perfecta adopción como hijos tuyos, concédenos, te rogamos, que, escuchando siempre la palabra de tu Hijo, el predilecto, seamos un día coherederos de su gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

 

DOMINGO, 7

XIX del  Tiempo  Ordinario


San Cayetano de Thiene
Nació en Vicenza (Italia) el año 1480. Estudió derecho en Padua y luego marchó a Roma, donde el papa Julio II lo empleó en la curia como protonotario. Muerto el Papa dejó la corte pontificia y se ordenó de sacerdote en 1516. Volvió a Vicenza, se entregó a las obras de religión y misericordia y reorganizó el Oratorio del Divino Amor. En 1520 pasó a Venecia, donde sirvió a los pobres en un hospital. Para remediar las carencias que observó en parte del clero, fundó en Roma la sociedad de los Clérigos Regulares llamados Teatinos, inspirada en la vida de los Apóstoles, para promover la formación del clero, la predicación, el confesonario, la atención a los pobres y enfermos, especialmente los incurables, la digna celebración del culto divino. La Orden no debía tener bienes ni pedir limosna, confiando en la Providencia. San Cayetano pasó el último período de su vida en Nápoles, donde desarrolló una extraordinaria labor de renovación en el clero, en los religiosos y en el pueblo. Murió 7 de agosto de 1547.
ORACIÓN
Señor, Dios nuestro, que concediste a san Cayetano imitar el modo de vivir de los apóstoles, concédenos, por su intercesión y ejemplo, poner en ti nuestra confianza y buscar siempre el reino de los cielos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Confeccionado por Franja y Állen-Perkins



miércoles, 27 de julio de 2016

Evangelio de hoy Miércoles XVII del tiempo ordinario 27-07-2016

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Día litúrgico: Miércoles XVII del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 13,44-46): En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel.
»También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra».



«Vende todo lo que tiene y compra el campo»
Rev. D. Enric CASES i Martín
(Barcelona, España)

Hoy, Mateo pone ante nuestra consideración dos parábolas sobre el Reino de los Cielos. El anuncio del Reino es esencial en la predicación de Jesús y en la esperanza del pueblo elegido. Pero es notorio que la naturaleza de ese Reino no era entendida por la mayoría. No la entendían los sanedritas que le condenaron a muerte, no la entendían Pilatos, ni Herodes, pero tampoco la entendieron en un principio los mismos discípulos. Sólo se encuentra una comprensión como la que Jesús pide en el buen ladrón, clavado junto a Él en la Cruz, cuando le dice: «Jesús, acuérdate de mí cuando estés en tu Reino» (Lc 23,42). Ambos habían sido acusados como malhechores y estaban a punto de morir; pero, por un motivo que desconocemos, el buen ladrón reconoce a Jesús como Rey de un Reino que vendrá después de aquella terrible muerte. Sólo podía ser un Reino espiritual.

Jesús, en su primera predicación, habla del Reino como de un tesoro escondido cuyo hallazgo causa alegría y estimula a la compra del campo para poder gozar de él para siempre: «Por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel» (Mt 13,44). Pero, al mismo tiempo, alcanzar el Reino requiere buscarlo con interés y esfuerzo, hasta el punto de vender todo lo que uno posee: «Al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra» (Mt 13,46). «¿A propósito de qué se dice buscad y quien busca, halla? Arriesgo la idea de que se trata de las perlas y la perla, perla que adquiere el que lo ha dado todo y ha aceptado perderlo todo» (Orígenes).

El Reino es paz, amor, justicia y libertad. Alcanzarlo es, a la vez, don de Dios y responsabilidad humana. Ante la grandeza del don divino constatamos la imperfección e inestabilidad de nuestros esfuerzos, que a veces quedan destruidos por el pecado, las guerras y la malicia que parecen insuperables. No obstante, debemos tener confianza, pues lo que parece imposible para el hombre es posible para Dios.





lunes, 25 de julio de 2016

Evangelio de hoy Martes XVII del tiempo ordinario 26-07-2016

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Día litúrgico: Martes XVII del tiempo ordinario

Santoral 26 de Julio: San Joaquín y santa Ana,
padres de la Virgen María

Texto del Evangelio (Mt 13,36-43): En aquel tiempo, Jesús despidió a la multitud y se fue a casa. Y se le acercaron sus discípulos diciendo: «Explícanos la parábola de la cizaña del campo». Él respondió: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno; el enemigo que la sembró es el Diablo; la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.
»De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga».


«Explícanos la parábola de la cizaña del campo»
Rev. D. Iñaki BALLBÉ i Turu
(Rubí, Barcelona, España)

Hoy, mediante la parábola de la cizaña y el trigo, la Iglesia nos invita a meditar acerca de la convivencia del bien y del mal. El bien y el mal dentro de nuestro corazón; el bien y el mal que vemos en los otros, el que vemos que hay en el mundo.

«Explícanos la parábola» (Mt 13,36), le piden a Jesús sus discípulos. Y nosotros, hoy, podemos hacer el propósito de tener más cuidado de nuestra oración personal, nuestro trato cotidiano con Dios. —Señor, le podemos decir, explícame por qué no avanzo suficientemente en mi vida interior. Explícame cómo puedo serte más fiel, cómo puedo buscarte en mi trabajo, o a través de esta circunstancia que no entiendo, o no quiero. Cómo puedo ser un apóstol cualificado. La oración es esto, pedirle “explicaciones” a Dios. ¿Cómo es mi oración? ¿Es sincera?, ¿es constante?, ¿es confiada?

Jesucristo nos invita a tener los ojos fijos en el Cielo, nuestra casa para siempre. Frecuentemente vivimos enloquecidos por la prisa, y casi nunca nos detenemos a pensar que un día —lejano o no, no lo sabemos— deberemos dar cuenta a Dios de nuestra vida, de cómo hemos hecho fructificar las cualidades que nos ha dado. Y nos dice el Señor que al final de los tiempos habrá una tría. El Cielo nos lo hemos de ganar en la tierra, en el día a día, sin esperar situaciones que quizá nunca llegarán. Hemos de vivir heroicamente lo que es ordinario, lo que aparentemente no tiene ninguna trascendencia. ¡Vivir pensando en la eternidad y ayudar a los otros a pensar en ello!: paradójicamente, «se esfuerza para no morir el hombre que ha de morir; y no se esfuerza para no pecar el hombre que ha de vivir eternamente» (San Julián de Toledo).

Recogeremos lo que hayamos sembrado. Hay que luchar por dar hoy el 100%. Y que cuando Dios nos llame a su presencia le podamos presentar las manos llenas: de actos de fe, de esperanza, de amor. Que se concretan en cosas muy pequeñas y en pequeños vencimientos que, vividos diariamente, nos hacen más cristianos, más santos, más humanos.


Evangelio de hoy 25 de Julio: Santiago apóstol 25-07-2016

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“Santiago el Mayor” Pedro Pablo Rubens

Día litúrgico: 25 de Julio: Santiago apóstol, patrón de España
Texto del Evangelio (Mt 20,20-28): En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, y se postró como para pedirle algo. Él le dijo: «¿Qué quieres?». Dícele ella: «Manda que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y otro a tu izquierda, en tu Reino». Replicó Jesús: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber?». Dícenle: «Sí, podemos». Díceles: «Mi copa, sí la beberéis; pero sentarse a mi derecha o mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado por mi Padre».
Al oír esto los otros diez, se indignaron contra los dos hermanos. Mas Jesús los llamó y dijo: «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos».

«¿Podéis beber la copa que yo voy a beber?»

Mons. Octavio RUIZ Arenas Secretario del Pontificio Consejo para la promoción de la Nueva Evangelización
(Città del Vaticano, Vaticano)

Hoy, el episodio que nos narra este fragmento del Evangelio nos pone frente a una situación que ocurre con mucha frecuencia en las distintas comunidades cristianas. En efecto, Juan y Santiago han sido muy generosos al abandonar su casa y sus redes para seguir a Jesús. Han escuchado que el Señor anuncia un Reino y que ofrece la vida eterna, pero no logran entender todavía la nueva dimensión que presenta el Señor y, por ello, su madre va a pedir algo bueno, pero que se queda en las simples aspiraciones humanas: «Manda que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y otro a tu izquierda, en tu Reino» (Mt 20,21).

De igual manera, nosotros escuchamos y seguimos al Señor, como lo hicieron los primeros discípulos de Jesús, pero no siempre logramos entender a cabalidad su mensaje y nos dejamos llevar por intereses personales o ambiciones dentro de la Iglesia. Se nos olvida que al aceptar al Señor, tenemos que entregarnos con confianza y de manera plena a Él, que no podemos pensar en obtener la gloria sin haber aceptado la cruz.

La respuesta que les da Jesús pone precisamente el acento en este aspecto: para participar de su Reino, lo que importa es aceptar beber de su misma «copa» (cf. Mt 20,22), es decir, estar dispuestos a entregar nuestra vida por amor a Dios y dedicarnos al servicio de nuestros hermanos, con la misma actitud de misericordia que tuvo Jesús. El Papa Francisco, en su primera homilía, recalcaba que para seguir a Jesús hay que caminar con la cruz, pues «cuando caminamos sin la cruz, cuando confesamos un Cristo sin cruz, no somos discípulos del Señor».

Seguir a Jesús exige, por consiguiente, gran humildad de nuestra parte. A partir del bautismo hemos sido llamados a ser testigos suyos para transformar el mundo. Pero esta transformación sólo la lograremos si somos capaces de ser servidores de los demás, con un espíritu de gran generosidad y entrega, pero siempre llenos de gozo por estar siguiendo y haciendo presente al Señor.

«No sabéis lo que pedís. 
(…) sentarse a mi derecha o a mi izquierda (…) 
es para quienes está preparado por mi Padre»

+ Rev. D. Antoni ORIOL i Tataret
(Vic, Barcelona, España)

Hoy, en el fragmento del Evangelio de San Mateo encontramos múltiples enseñanzas. Me limitaré a subrayar una, la que se refiere al absoluto dominio de Dios sobre la historia: tanto la de todos los hombres en su conjunto (la humanidad), como la de todos y cada uno de los grupos humanos (en nuestro caso, por ejemplo, el grupo familiar de los Zebedeos), como la de cada persona individual. Por esto, Jesús les dice claramente: «No sabéis lo que pedís» (Mt 20,22).

Se sentarán a la derecha de Jesucristo aquellos para quienes su Padre lo haya destinado: «Sentarse a mi derecha o mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado por mi Padre» (Mt 20,23). Así de claro, tal como suena. Precisamente decimos en español: «No se mueve la hoja en el árbol sin la voluntad del Señor». Y así es porque Dios es Dios. Digámoslo también a la inversa: si no fuera así, Dios no sería Dios.

Ante este hecho, que se sobrepone ineludiblemente a todo condicionamiento humano, a los hombres sólo nos queda, en un principio, la aceptación y la adoración (porque Dios se nos ha revelado como el Absoluto); la confianza y el amor mientras caminamos (porque Dios se nos ha revelado, a la vez, como Padre); y al final... al final, lo más grande y definitivo: sentarnos junto a Jesús (a su derecha o a su izquierda, cuestión secundaria en último término).

El enigma de la elección y la predestinación divinas sólo se resuelve, por nuestra parte, con la confianza. Vale más un miligramo de confianza depositada en el corazón de Dios que todo el peso del universo presionando sobre nuestro pobre platillo de la balanza. De hecho, «Santiago vivió poco tiempo, pues ya en un principio le movía un gran ardor: despreció todas las cosas humanas y ascendió a una cima tan inefable que murió inmediatamente» (San Juan Crisóstomo).

viernes, 22 de julio de 2016

Santa María Magdalena. Fiesta 22 de julio. Comentario del Evangelio




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Día litúrgico: 22 de Julio: 

Santa María Magdalena

Texto del Evangelio (Jn 20,1-2.11-18): El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto».
Estaba María junto al sepulcro, fuera, llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. Dícenle ellos: «Mujer, ¿por qué lloras?». Ella les respondió: «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto». Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Le dice Jesús: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?». Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré». Jesús le dice: «María». Ella se vuelve y le dice en hebreo: «Rabbuní» —que quiere decir: “Maestro”—. Dícele Jesús: «No me toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios». Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor y que había dicho estas palabras.



«Fue María Magdalena 
y dijo a los discípulos que había visto al Señor»

Rev. D. Antoni CAROL i Hostench
(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Hoy celebramos con gozo a santa María Magdalena. ¡Con gozo y provecho para nuestra fe!, porque su camino muy bien podría ser el nuestro. La Magdalena venía de lejos (cf. Lc 7,36-50) y llegó muy lejos… En efecto, en el amanecer de la Resurrección, María buscó a Jesús, encontró a Jesús resucitado y llegó al Padre de Jesús, el “Padre nuestro”. Aquella mañana, Jesucristo le descubrió lo más grande de nuestra fe: que ella también era hija de Dios.

En el itinerario de María de Magdala descubrimos algunos aspectos importantes de la fe. En primer lugar, admiramos su valentía. La fe, aunque es un don de Dios, requiere coraje por parte del creyente. Lo natural en nosotros es tender a lo visible, a lo que se puede agarrar con la mano. Puesto que Dios es esencialmente invisible, la fe «siempre tiene algo de ruptura arriesgada y de salto, porque implica la osadía de ver lo auténticamente real en aquello que no se ve» (Benedicto XVI). María viendo a Cristo resucitado “ve” también al Padre, al Señor.

Por otro lado, al “salto de la fe” «se llega por lo que la Biblia llama conversión o arrepentimiento: sólo quien cambia la recibe» (Papa Benedicto). ¿No fue éste el primer paso de María? ¿No ha de ser éste también un paso reiterado en nuestras vidas?

En la conversión de la Magdalena hubo mucho amor: ella no ahorró en perfumes para su Amor. ¡El amor!: he aquí otro “vehículo” de la fe, porque ni escuchamos, ni vemos, ni creemos a quien no amamos. En el Evangelio de san Juan aparece claramente que «creer es escuchar y, al mismo tiempo, ver (…)». En aquel amanecer, María Magdalena arriesga por su Amor, oye a su Amor (le basta escuchar «María» para re-conocerle) y conoce al Padre. «En la mañana de la Pascua (…), a María Magdalena que ve a Jesús, se le pide que lo contemple en su camino hacia el Padre, hasta llegar a la plena confesión: ‘He visto al Señor’ (Jn 20,18)» (Papa Francisco).


«Fue María Magdalena 
y dijo a los discípulos que había visto al Señor»

Rev. D. Albert SOLS i Lúcia
(Barcelona, España)

Hoy celebramos la fiesta de Santa María Magdalena. Suele ser propio de la juventud apasionarse locamente por alguna película llegando a la identificación personal con alguno de los protagonistas. Los cristianos deberíamos ser siempre jóvenes en este sentido ante la vida del mismo Jesús de Nazaret, y sabernos identificar con esta gran mujer de la que habla el Evangelio, María Magdalena. Siguió los caminos de Jesús, escuchó su Palabra. Cristo supo corresponder y le concedió el privilegio histórico de ser la primera a quien le fue comunicado el hecho de la resurrección.

Dice el evangelista que ella al principio no lo reconoció, sino que lo confundió con un campesino del lugar. Pero cuando el Señor la llamó por su nombre:«María», tal vez por la manera peculiar de decírselo, entonces esta santa mujer no dudó ni un instante: «Ella se vuelve y le dice en hebreo: 'Rabbuní' —que quiere decir: “Maestro”—» (Jn 20,16). Después de su encuentro con Jesús, ella fue la primera que corrió a anunciarlo a los demás discípulos: «Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor y que había dicho estas palabras» (Jn 20,18).

El cristiano, que en su programa diario de vida cuida el trato con Cristo, en la Eucaristía haciendo un rato de oración contemplativa y cultiva la lectura asidua del Evangelio de Jesús, también tendrá el privilegio de escuchar la llamada personal del Señor. Es el mismo Cristo que nos llama personalmente por nuestro nombre y nos anima a seguir el camino firme de la santidad.

«La oración es conversación y diálogo con Dios: contemplación para los que se distraen, seguridad de las cosas que se esperan, igualdad de condición y de honor con los ángeles, progreso e incremento de los bienes, enmienda de los pecados, remedio de los males, fruto de los bienes presentes, garantía de los bienes futuros» (San Gregorio de Nisa).

Digámosle al Señor: —Jesús, que mi amistad contigo sea tan fuerte y tan profunda que, como María Magdalena, sea capaz de reconocerte en mi vida.



VIERNES, 22 de julio



Santa María Magdalena
Fiesta
Es una de las santas mujeres que seguían y atendían a Jesús y al grupo de los Doce, y a las que no siempre es fácil distinguir e identificar. Según la tradición, había nacido en Magdala, junto al lago de Tiberíades, y, abandonada su vida de pecado, había seguido a Cristo. El Evangelio de san Juan nos dice que en el calvario, junto a la cruz de Jesús estaba, con su Madre y otras mujeres, María Magdalena. También nos dicen los evangelios que la mañana del domingo de Resurrección fue María al sepulcro y, cuando lloraba al verlo vacío, se le apareció Jesús, quien le encargó que fuera a anunciar a sus discípulos lo que había visto.

ORACIÓN

Señor, Dios nuestro, Cristo, tu Unigénito, confió, antes que a nadie, a María Magdalena la misión de anunciar a los suyos la alegría pascual; concédenos a nosotros, por la intercesión y el ejemplo de aquella cuya fiesta celebramos, anunciar siempre a Cristo resucitado y verle un día glorioso en el reino de los cielos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Confeccionado por Franja y Allen-Perkins


miércoles, 20 de julio de 2016

SANTOS DEL 25 al 31 de Julio 1016

Blog Católico de Javier Olivares-Baiona

SANTOS DEL 25 al 31 de Julio 1016


XVII Semana del Tiempo Ordinario

SANTOS DE LA SEMANA

LUNES, 25


Santiago el Mayor, apóstol
Patrono de España
Nació en Betsaida; era hijo de Zebedeo y hermano del apóstol Juan. Jesús, pasando junto al lago de Galilea, vio a los dos hermanos, que estaban repasando las redes, y los llamó a su seguimiento. Junto con su hermano y Pedro, Santiago fue uno de los tres discípulos más cercanos a Jesús, en la curación de la hija de Jairo (Mc 5,37), en la Transfiguración (Mt 17,1), en Getsemaní. Por su carácter pronto e impetuoso, el Señor le impuso a él y a su hermano el sobrenombre de «hijos del trueno» (Mc 3,17). Fue decapitado por Herodes Agripa en Jerusalén el año 44. Desde la antigüedad está muy difundida la persuasión de que Santiago predicó el Evangelio en los confines de Occidente, o sea, en España, y de que sus discípulos recogieron sus restos en Jerusalén y vinieron a enterrarlos en lo que hoy es Compostela. Su sepulcro, a lo largo de la Edad Media y hasta nuestros días, es meta de innumerables peregrinaciones de toda la Cristiandad.

ORACIÓN
Dios todopoderoso y eterno, que consagraste los primeros trabajos de los apóstoles con la sangre de Santiago, haz que, por su martirio, sea fortalecida tu Iglesia y, por su patrocinio, España (nuestro pueblo) se mantenga fiel a Cristo hasta el final de los tiempos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

MARTES, 26


San Joaquín y Santa Ana
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Una antigua tradición, que arranca del siglo II, atribuye estos nombres a los padres de la Santísima Virgen María. Los evangelios no nos hablan de ellos. Las noticias sobre los mismos nos han sido transmitidas por los escritos apócrifos, en particular el Protoevangelio de Santiago, del siglo II. Éste cuenta que Joaquín contrajo matrimonio a los veinte años con Ana, perteneciente como él a la tribu de Judá y al linaje de David. Procedentes de Galilea, se instalaron pronto en Jerusalén, cerca de la piscina Probática, en la que Jesús curó a un paralítico. La actual iglesia de Santa Ana recuerda esta tradición, aunque según otra, la casa de los abuelos de Jesús estaría en Séforis (Galilea). Ser los padres de María es mucho.

Oración
Señor, Dios de nuestros padres, tú concediste a san Joaquín y a santa Ana la gracia de traer a este mundo a la Madre de tu Hijo; concédenos, por la plegaria de estos santos, la salvación que has prometido a tu pueblo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

MIÉRCOLES, 27


San Pantaleón (o Pantalaimon)
Nació en la segunda mitad del siglo III en Nicomedia de Bitinia (en la actual Turquía) en el seno de una familia rica y pagana. Recibió una formación clásica y estudió medicina. La relación con un amigo cristiano le llevó a abrazar la fe cristiana y a bautizarse. Trabajó como médico, especialmente de los pobres, sin cobrar nada a cambio de su servicio. El Señor lo acreditó con numerosos milagros. Las autoridades del imperio romano lo persiguieron por haberse convertido al cristianismo y quisieron hacerlo apostatar a base de amenazas y torturas, pero el mártir permaneció siempre firme en su fe. Condenado a muerte, se ensañaron con su cuerpo antes de decapitarlo en Nicomedia el 27 de julio de un año en torno al 305. Su culto se difundió rápidamente por Oriente y Occidente. Es patrono de los médicos y es conocido el hecho de la licuación de su sangre en Madrid.

ORACIÓN

Dios nuestro, sólo tú eres santo y nadie puede ser bueno fuera de ti, por la intercesión de san Pantaleón, danos la gracia de vivir de tal manera que nunca nos veamos privados de tu gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

JUEVES, 28


San Pedro Poveda, presbitero
Nació en Linares (Jaén, España) en 1874. Ordenado sacerdote en Guadix, desempeñó un intenso apostolado. En 1902 incorporó a sus actividades la promoción humana y cristiana de los habitantes de las Cuevas de Guadix, que sufrían paro, hambre, analfabetismo y soledad. En 1906 fue nombrado canónigo de la basílica de Santa María de Covadonga (Asturias), donde, atento al entorno en que vivía, descubrió la llamada al mundo de la educación, para el que se preparó en Jaén, donde se fue consolidando la Institución Teresiana iniciada en Covadonga. En 1921 fue nombrado capellán real, lo que le obligó a residir en Madrid. Fue maestro de oración, pedagogo de la vida cristiana y de las relaciones entre la fe y la ciencia. Promovió planes para la creación de escuelas en zonas rurales y elaboró un proyecto de Universidad católica en España. Desencadenada la guerra civil, fue detenido en Madrid el 27 de julio de 1936, y fusilado a la mañana siguiente. Juan Pablo II lo canonizó el año 2003.

ORACIÓN
Señor Dios nuestro, que has concedido a san Pedro Poveda, fundador de la Institución Teresiana, impulsar la acción evangelizadora de los cristianos mediante la educación y la cultura, y entregar la vida en martirio como «sacerdote de Jesucristo»; haz que sepamos, como él, participar fielmente en la misión de la Iglesia con el testimonio de nuestra vida cristiana y la entrega generosa al anuncio de tu Reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

VIERNES, 29


Santa Marta
Era hermana de María y de Lázaro, la familia de Betania amiga de Jesús, en cuya casa el Señor se encontraba muy a gusto. San Juan nos dice que «Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro» (Jn 11,5). Dos escenas del evangelio nos lo evidencian. Marta acogió en su casa a Jesús; éste se entretenía con María; Marta se quejó de la falta de colaboración de su hermana, y entonces escuchó el dulce reproche de Señor que establece la jerarquía de valores: «Marta, Marta, una sola cosa es necesaria» (Lc 10,41-42); Marta hospedó al Señor y le sirvió con esmero. No menos emotivo es el episodio de la resurrección de Lázaro, y el diálogo que la precede entre Jesús y Marta cuando ésta sale a su encuentro y acaba confesando: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo, que has venido al mundo» (Jn 11,27).

Oración
Dios todopoderoso, tu Hijo aceptó la hospitalidad de santa Marta y se albergó en su casa; concédenos, por intercesión de esta santa mujer, servir fielmente a Cristo en nuestros hermanos y ser recibidos, como premio, en tu casa del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
  

DOMINGO, 30



SAN PEDRO CRISÓLOGO
Obispo y doctor de la Iglesia
Nació hacia el año 380 en Imola (Emilia-Romaña, Italia), y entró a formar parte del clero de aquella ciudad. El año 424 fue elegido obispo de Ravena, e instruyó a su grey, de la que era pastor celosísimo, con su ejemplo y con abundantes sermones y escritos; poseemos unos 180 sermones suyos. Mantuvo unas fructíferas relaciones con la emperatriz Gala Plácida, con los obispos de su tiempo y sobre todo con el papa san León Magno. El título de Crisólogo, "palabra de oro", le fue dado en consonancia con la erudición y elocuencia de sus sermones. Murió en Imola el 31 de julio, hacia el año 450.
ORACIÓN
Señor Dios, que hiciste de tu obispo san Pedro Crisólogo un insigne predicador de la Palabra encarnada, concédenos, por su intercesión, guardar y meditar en nuestros corazones los misterios de la salvación y vivirlos en la práctica con fidelidad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

DOMINGO, 31

XVIII del  Tiempo  Ordinario


San Ignacio de Loyola
Nació en Loyola (Guipúzcoa, España) el año 1491. De joven permaneció en la corte y se dedicó a la vida militar. Herido en la defensa de Pamplona, tuvo que guardar reposo, y las lecturas piadosas favorecieron su conversión a Dios. Se retiró a Montserrat y Manresa, dando inicio a los Ejercicios espirituales. Viajó a Tierra Santa y luego estudió en Alcalá, Salamanca y finalmente en París, donde reunió a los primeros compañeros, con los que fundó en Roma la Compañía de Jesús. Antes, en Venecia, se ordenó de sacerdote el año 1537. Escribió las constituciones de la Compañía, a la que dio como lema «A mayor gloria de Dios». Fructífero fue su apostolado, por las obras que escribió y por los discípulos que formó, que contribuyeron poderosamente a la verdadera reforma de la Iglesia. Envió a san Francisco Javier a Oriente como misionero. Para que Roma fuera un centro de ciencia eclesiástica, con un plantel de doctores de los que pudiera disponer el Papa, fundó el Colegio Romano, después llamado Universidad Gregoriana. Murió en Roma el 31 de julio de 1556.

ORACIÓN
Señor, Dios nuestro, que has suscitado en tu Iglesia a san Ignacio de Loyola para extender la gloria de tu nombre, concédenos que después de combatir en la tierra, bajo su protección y siguiendo su ejemplo, merezcamos compartir con él la gloria del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

 Confeccionado por Franja y Állen-Perkins

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