Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
Contemplar el Evangelio de
hoy
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Evangelio de hoy
Día litúrgico: Miércoles I
de Adviento
Texto del Evangelio (Mt 15,29-37): En aquel
tiempo, pasando de allí, Jesús vino junto al mar de Galilea; subió al monte y
se sentó allí. Y se le acercó mucha gente trayendo consigo cojos, lisiados,
ciegos, mudos y otros muchos; los pusieron a sus pies, y Él los curó. De suerte
que la gente quedó maravillada al ver que los mudos hablaban, los lisiados
quedaban curados, los cojos caminaban y los ciegos veían; y glorificaron al
Dios de Israel.
Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Siento
compasión de la gente, porque hace ya tres días que permanecen conmigo y no
tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan en
el camino». Le dicen los discípulos: «¿Cómo hacernos en un desierto con pan
suficiente para saciar a una multitud tan grande?». Díceles Jesús: «¿Cuántos
panes tenéis?». Ellos dijeron: «Siete, y unos pocos pececillos». El mandó a la
gente acomodarse en el suelo. Tomó luego los siete panes y los peces y, dando
gracias, los partió e iba dándolos a los discípulos, y los discípulos a la
gente. Comieron todos y se saciaron, y de los trozos sobrantes recogieron siete
espuertas llenas.
«‘¿Cuántos panes tenéis?’.
Ellos dijeron:
‘Siete, y unos pocos pececillos’»
Rev.
D. Joan COSTA i Bou
(Barcelona, España)
Hoy contemplamos en el Evangelio la multiplicación
de los panes y peces. Mucha gente —comenta el evangelista Mateo— «se le acercó»
(Mt 15,30) al Señor. Hombres y mujeres que necesitan de Cristo, ciegos, cojos y
enfermos de todo tipo, así como otros que los acompañan. Todos nosotros también
tenemos necesidad de Cristo, de su ternura, de su perdón, de su luz, de su
misericordia... En Él se encuentra la plenitud de lo humano.
El Evangelio de hoy nos hace caer en la cuenta, a
la vez, de la necesidad de hombres que conduzcan a otros hacia Jesucristo. Los
que llevan a los enfermos a Jesús para que los cure son imagen de todos
aquellos que saben que el acto más grande de caridad para con el prójimo es
acercarlo a Cristo, fuente de toda Vida. La vida de fe exige, pues, la santidad
y el apostolado.
San Pablo exhorta a tener los mismos sentimientos
de Cristo Jesús (cf. Fl 2,5). Nuestro relato muestra cómo es el corazón:
«Siento compasión de la gente» (Mt 15,32). No puede dejarlos porque están
hambrientos y fatigados. Cristo busca al hombre en toda necesidad y se hace el
encontradizo. ¡Cuán bueno es el Señor con nosotros!; y ¡cuán importantes somos
las personas a sus ojos! Sólo con pensarlo se dilata el corazón humano lleno de
agradecimiento, admiración y deseo sincero de conversión.
Este Dios hecho hombre, que todo lo puede y que
nos ama apasionadamente, y a quien necesitamos en todo y para todo —«sin mi no
podéis nada» (Jn 15,5)— necesita, paradójicamente, también de nosotros: éste es
el significado de los siete panes y los pocos peces que usará para alimentar a
una multitud del pueblo. Si nos diéramos cuenta de cómo Jesús se apoya en
nosotros, y del valor que tiene todo lo que hacemos para Él, por pequeño que
sea, nos esforzaríamos más y más en corresponderle con todo nuestro ser.
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