Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
Contemplar el Evangelio de hoy
Evangelio de hoy
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Día litúrgico: Martes XXI del tiempo ordinario
Texto
del Evangelio (Mt 23,23-26): En aquel tiempo, Jesús dijo: «¡Ay de vosotros,
escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del aneto y
del comino, y descuidáis lo más importante de la Ley: la justicia, la
misericordia y la fe! Esto es lo que había que practicar, aunque sin descuidar
aquello. ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello! ¡Ay de
vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que purificáis por fuera la copa y el
plato, mientras por dentro están llenos de rapiña y codicia! ¡Fariseo ciego,
purifica primero por dentro la copa, para que también por fuera quede pura!».
Comentario por el
Fr. Austin NORRIS
(Mumbai, India)
«Purifica primero
por dentro la copa,
para que también por fuera quede pura»
Hoy tenemos la
impresión de “pillar” a Jesús en un arrebato de mal humor —realmente alguien le
ha hecho sentir molesto. Jesucristo se siente incómodo con la falsa
religiosidad, las peticiones pomposas y la piedad egoísta. Él ha notado un vacío
de amor, a saber, echa en falta «la justicia, la misericordia y la fe» (Mt
23,23) tras las acciones superficiales con las que tratan de cumplir la Ley.
Jesús encarna esas cualidades en su persona y ministerio. Él era la justicia,
la misericordia y la fe. Sus acciones, milagros, sanaciones y palabras
rezumaban estos verdaderos fundamentos, que fluyen de su corazón amoroso. Para
Jesucristo no se trataba de una cuestión de “Ley”, sino que era un asunto de
corazón…
Incluso en las
palabras de castigo vemos en Dios un toque de amor, importante para quienes
quieran volver a lo básico: «Se te ha indicado, hombre, qué es lo bueno y qué
exige de ti el Señor: nada más que practicar la justicia, amar la fidelidad y
caminar humildemente con tu Dios» (Miq 6,8). El Papa Francisco dijo: «Un poco
de misericordia hace al mundo menos frío y más justo. Necesitamos comprender
bien esta misericordia de Dios, este Padre misericordioso que tiene tanta
paciencia... Recordemos al profeta Isaías, cuando afirma que, aunque nuestros pecados
fueran rojo escarlata, el Amor de Dios los volverá blancos como la nieve. Es
hermoso, esto de la misericordia».
«¡Purifica primero
por dentro la copa, para que también por fuera quede pura!» (Mt 23,26). ¡Cuán
cierto es eso para cada uno de nosotros! Sabemos cómo la limpieza personal nos
hace sentir frescos y vibrantes por dentro y por fuera. Más aun, en el ámbito
espiritual y moral nuestro interior, nuestro espíritu, si está limpio y sano
brillará en buenas obras y acciones que honren a Dios y le rindan un verdadero
homenaje (cf. Jn 5,23). Fijémonos en el marco más grande del amor, de la
justicia y de la fe y no nos perdamos en menudencias que consumen nuestro
tiempo, nos empequeñecen y nos hacen quisquillosos. ¡Saltemos al vasto océano
del Amor de Dios y no nos conformemos con riachuelos de mezquindad!
«Purifica primero
por dentro la copa,
para que también por fuera quede pura»
Hno. Lluís SERRA i Llançana
(Roma, Italia)
Hoy, Jesús toma una
clara actitud de denuncia: «¡Ay de vosotros (...)! ¡Ay de vosotros (...)!» (Mt
23,23.25). Su objetivo son los maestros de la Ley y los fariseos, que
representan a las clases poderosas porque ejercen sobre el pueblo un dominio
espiritual y moral. ¿Cómo pueden orientar a la gente si son “guías ciegos”? Su
ceguera reside en la incoherencia de observar escrupulosamente los pequeños
detalles, que tienen su importancia, y dejar de lado las cosas fundamentales,
como la justicia, el amor y la fidelidad. Tienen cuidado de su imagen, que no
corresponde con su interior, lleno de «rapiña y codicia» (Mt 23,25).
Curiosamente, Jesús emplea términos relativos a aspectos económicos.
El Evangelio de hoy
constituye una invitación a que las personas y los grupos más relevantes de las
comunidades cristianas, es decir, sus guías, hagan un examen de conciencia.
¿Respetamos los valores fundamentales? ¿Valoramos más las normas que a las
personas? ¿Imponemos a los demás aquello que no somos capaces de cumplir
nosotros mismos? ¿Hablamos desde la suficiencia de nuestras ideas o desde la
humildad de nuestro corazón? Como decía Helder Cámara: «Quisiera ser un charco
de agua para reflejar el cielo». ¿Ve la gente en sus pastores hombres de Dios,
que distinguen lo accesorio de lo fundamental? La debilidad merece comprensión,
la hipocresía provoca rechazo.
Al escuchar el
Evangelio de hoy podemos caer en una trampa. Jesús dice a los maestros de la
Ley y a los fariseos que son hipócritas. También los había sinceros. Nosotros
podemos pensar que este texto se puede interpretar actualmente para los obispos
y sacerdotes. Ciertamente, como guías de las comunidades cristianas, tienen que
estar atentos para no caer en las actitudes que Jesús denuncia, pero hay que
recordar que todo creyente —hombre y mujer— puede alojar en su interior un
“fariseo ciego”. Jesús nos invita: «Purifica primero por dentro la copa, para
que también por fuera quede pura» (Mt 23,26). La espiritualidad tiene las
raíces en el interior del corazón.
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