Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
El ayuno, necesario para creer
Tiene que convertirse, para nuestra
generación, en algo imprescindible para descubrir lo imprescindible.
Autor: P. Fernando Pascual | Fuente:
Catholic net
Muchos bautizados no comprenden el valor
del ayuno, no saben para qué ayunar y por qué ayunar. Algunos, porque ni
siquiera conocen qué enseña el Evangelio y la Iglesia sobre el tema. Otros,
porque han dejado la propia fe en el armario del pasado. Otros, simplemente, porque
ven el ayuno como algo que va contra los propios gustos, contra la
"realización personal".
Mientras no se produzca un despertar
religioso en muchos corazones, el ayuno seguirá en el olvido. O será vivido,
entre quienes desean "cumplir" y obedecer lo que pide la Iglesia, con
rutina, con fastidio, como una norma del pasado que se soporta con la esperanza
de que pronto termine la Cuaresma y llegue la Pascua.
La fe profunda y el sentido religioso
permiten descubrir el porqué del ayuno. Pero si no hay fe, si la religión es
una dimensión raquítica, ¿qué hacer?
Lo que hay que hacer es, precisamente,
ayunar para abrirnos al mundo de la fe. Porque sólo cuando aprendemos a romper
con la esclavitud de la avaricia, del placer, de la gula, del vivir esclavos de
la curiosidad malsana y de los caprichos, empezamos a dejar espacio libre a la
acción de Dios en las almas.
En otras palabras: la tibieza con la que
se ve el ayuno se destruye cuando acogemos el mismo ayuno como camino para
romper esa tibieza y para abrirnos al mundo de la fe, de la esperanza, del
amor.
El ayuno no sirve sólo para fortalecer
al creyente (algo muy importante); sirve, sobre todo, para iniciar el camino de
la fe. No sirve sólo para alimentar la esperanza; sirve, especialmente, para
alejarnos de seguridades falsas y para confiar en el único Omnipotente. No
sirve sólo para que repartamos nuestros bienes y nuestro tiempo con quien lo
necesita; sirve, de un modo concreto y profundo, para romper con los engaños de
la ambición y del egoísmo, para abrir los ojos ante tantas personas que
necesitan amor, compañía, solidaridad, ayudas concretas y urgentes en su cuerpo
y en su espíritu.
Como explicaba el Papa Benedicto XVI, la
privación del "alimento material que nutre el cuerpo facilita una
disposición interior a escuchar a Cristo y a nutrirse de su palabra de
salvación. Con el ayuno y la oración Le permitimos que venga a saciar el hambre
más profunda que experimentamos en lo íntimo de nuestro corazón: el hambre y la
sed de Dios" (Mensaje para la Cuaresma 2009).
El ayuno tiene que convertirse, para
nuestra generación, en algo imprescindible para descubrir lo imprescindible. De
este modo, podremos vivir según un Evangelio que cura, que salva, que levanta y
que cambia el corazón y la vida.
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P. Fernando Pascual LC
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