Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
BIOGRAFÍA
DE LOS SANTOS
SEMANA DEL 26 de MAYO AL 2 de JUNIO 2014
LUNES, 26
* * *
SEXTA SEMANA DE PASCUA * * *
San Felipe Neri
Nació en Florencia el año 1515 y pronto marchó a Roma. Estudió
filosofía y teología y fue preceptor de los hijos de una familia acomodada.
Crecía su vida interior y su dedicación al apostolado y a las obras de caridad.
En 1548 fundó una cofradía asistencial. Impulsado por su director espiritual y
superada su propia humildad, por fin se ordenó de sacerdote en 1551. Fundó la
Congregación del Oratorio para sacerdotes seculares dedicados a la predicación
y al confesionario. Se dedicó en especial al cuidado de los jóvenes y los
niños, en los que, con su estilo de vida, su bondad, su alegría y demás
virtudes no menos simpáticas que exigentes, ejerció una gran influencia. Fundó
también una asociación para atender a los pobres. Su celebración de la misa era
una singular experiencia mística, tenía una capacidad extraordinaria para el
contacto humano y popular, promovió nuevas formas de catequesis, arte y
cultura, difundía en torno a sí una alegría que brotaba de su unión con Dios y
de su buen humor. Fue gran amigo de san Carlos Borromeo y del capuchino san
Félix de Cantalicio. Murió en Roma el 26 de mayo de 1595.
ORACIÓN
Señor Dios, que no cesas de enaltecer a tus siervos con la
gloria de la santidad, concédenos que el Espíritu Santo nos encienda con aquel
mismo fuego con que abrasó el corazón de san Felipe Neri. Por Jesucristo,
nuestro Señor. Amén.
MARTES, 27
San Agustín de Canterbury
El año 596, cuando Agustín era prior del monasterio benedictino
de San Andrés en Roma, fue enviado por el papa san Gregorio Magno, al mando de
unos cuarenta monjes, a evangelizar Inglaterra. Desembarcó en Thanet y mandó
aviso de su llegada al rey Etelberto de Kent. El rey, que se había casado con
Berta, princesa cristiana de la familia real de los francos, les permitió que
se acomodaran en Canterbury, capital de su reino, y les dio libertad para
predicar. Pronto se convirtió el rey, que se bautizó en junio del 597. La
Iglesia se iba consolidando y Agustín marchó a Arlés (Francia) para ser
consagrado arzobispo de la nación británica con sede en Canterbury. Con ayuda
del rey Etelberto, Agustín y sus monjes convirtieron a muchos a la fe cristiana
y fundaron iglesias y monasterios, sobre todo en el reino de Kent; entre los
monasterios, el de los santos Pedro y Pablo. Para consolidar lo alcanzado y
proseguir la expansión de la Iglesia, Agustín creó los nuevos obispados de
Londres y Rochester y nombró los correspondientes obispos. Murió el 26 de mayo
del año 604 ó 605.
ORACIÓN
Señor Dios, que por la predicación de tu obispo san Agustín de
Canterbury llevaste a los pueblos de Inglaterra la luz del Evangelio,
concédenos que el fruto de su trabajo apostólico perdure en tu Iglesia con
perenne fecundidad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
MIÉRCOLES, 28
San Emilio, martir
En África San Emilio, mártir, según escribe San Cipriano, aunque
vencido en una primera batalla, el Señor le restituyó victorioso en un segundo
combate para que fuese más fuerte frente a las llamas.
Durante la persecución contra los cristianos del rey arriano
Decio, sufrió el martirio por defender la fe en la santísima Trinidad.
La manía persecutoria se centró sobre todo en las mujeres de la alta
nobleza. Para vergüenza de ellas, las desnudaba en la plaza pública, y las
castigaba lentamente hasta que morían sangrando. Y cuanto más bellas eran, como
Dionisia, más fuerte les daba las penas.
Médico de profesión, era cuñado de una de las mujeres, Dativa en
concreto, que se horrorizó al contemplar tales atrocidades.
Y con voz potente y clara le dijo a los jueces que eran
inhumanos. Una vez que oyeron sus palabras y sin que le dejasen curar a las
moribundas, el juez lo condenó a morir también por ser cristiano.
San Emilio, había apostatado en el primer interrogatorio, pero
después se arrepintió, el Señor le dio una segunda prueba para vencerla,
haciéndole más fuerte en el de las llamas en la que su cuerpo había cedido
anteriormente.
San Cipriano lo puso como ejemplo en su tratado De lapsis.
ORACIÓN
Dios todopoderoso y eterno, que diste a san Emilio la gracia de
luchar hasta la muerte por practicar la justicia; concédenos, en virtud de sus
ruegos, soportar por tu amor todas las adversidades y caminar con valentía
hacia ti, que eres la vida verdadera. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos
de los siglos. Amén
JUEVES,
29
San Maximino
Maximino nació al comienzo del siglo IV en Poitiers (Aquitania),
al sudoestede Francia.
La santidad de Agricio, obispo de Tréveris, inpiró a Maximino a
dejar su suelo natal e ir en busca de aquel prelado, para recibir lecciones de
religión, ciencias y humanidades. El santo reconoció en el recién llegado una
lúcida inteligencia y un firme amor a la doctrina católica, razón por la cual
le confirió las sagradas órdenes. En el ejercicio de estas funciones hizo en
breve tiempo notables progresos.
Al morir Agricio, conocidos por el pueblo los atributos de
Maximino, por voluntad unánime éste fue su sucesor, ocupando la cátedra de
Tréveris en el año 332.
Era el tiempo de la disputa con el arrianismo en en seno de la
Iglesia, frente a esta corriente se erigió como defensor de la ortodoxia
Atanacio, obispo de Alejandría.
El emperador Constantino el Grande, influenciado por partidarios
de Arrio, desterró a Atanasio enviándolo
a Tréveris en el año 336. Allí Maximino lo recibió con evidencias de la
veneración que le profesaba y trató por todos los medios de suavizar su
situación. Al morir Constantino, el hijo mayor, Constantino el Joven, su
sucesor en Occidente, devolvió a Atanasio la sede de Alejandría.
Maximino hizo frente a las necesidades de sus conciudadanos
socorriendo a los pobres con sus propios bienes. Falleció en el año 349.
ORACIÓN
Dios nuestro, que has dado a tu Iglesia un modelo de pastor
bueno en san Maximino, concédenos, por su intercesión, poder descansar para
siempre en las verdes praderas de tu Reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por
los siglos de los siglos. Amén.
VIERNES,
30
San Fernando
Fernando III, «el Santo», rey de León y de Castilla, hijo de Alfonso
IX de León y de Berenguela de Castilla, nació el año 1198 en el reino leonés,
probablemente cerca de Valparaíso (Zamora). Tradicionalmente se afirma que
perteneció a la Tercera Orden franciscana. Fue el rey de la reconquista del sur
de España. Su visión política de altas miras es reconocida por los
historiadores, y las gentes de toda clase y condición bendijeron su reinado
sabio, ecuánime, prudente. En los territorios reconquistados por él, nunca hubo
vencedores y vencidos. Con razón es proclamado «señor de la convivencia de
cristianos, musulmanes y judíos». Contrajo dos matrimonios sucesivos, que
fueron felices, y de ambos tuvo en conjunto trece hijos. Fue hombre de óptimos
sentimientos y limpias costumbres. Además de administrar con sabiduría sus reinos,
promovió las artes y las ciencias, y colaboró en la propagación de la fe. Vivió
rodeado del respecto y afecto de unos y otros, y su muerte fue llorada por
todos. Murió en Sevilla el 30 de mayo de 1252.
ORACIÓN
Oh Dios, que elegiste al rey san Fernando como defensor de tu
Iglesia en la tierra, escucha las súplicas de tu pueblo que te pide tenerlo
como protector en el cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
SÁBADO,
31
Fiesta la Visitación
de la Virgen María
Esta fiesta mariana celebra el episodio narrado
por el evangelista san Lucas: Lc 1,39-56. En la Anunciación, el ángel dijo a
María que su pariente Isabel estaba en el sexto mes de embarazo. Días después,
María marchó presurosa de Nazaret a una ciudad de la montaña de Judá, Ain
Karem, entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Cuando ésta oyó el saludo
de María, saltó de gozo el hijo que llevaba en su seno y, llena de Espíritu
Santo, dijo a María: «Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el
fruto de tu vientre. Dichosa tú que has creído». María le respondió con las
palabras que conocemos como el Magníficat: «Proclama mi alma la grandeza del
Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador...». María permaneció con
Isabel unos tres meses y luego se volvió a Nazaret.
ORACIÓN
Dios todopoderoso, tú que inspiraste a la
Virgen María, cuando llevaba en su seno a tu Hijo, el deseo de visitar a su
prima Isabel, concédenos, te rogamos, que, dóciles al soplo del Espíritu,
podamos, con María, cantar tus maravillas durante toda nuestra vida. Por
Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
DOMINGO,
1
VII Domingo de
Pascua
SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN
DEL SEÑOR
La solemnidad llamada Ascensión del Señor parece ser una
festividad muy antigua. Aunque no existe evidencia documental de su existencia
previa al siglo V, san Agustín de Hipona señaló su origen apostólico, y se
refirió a ella como una celebración de carácter universal en la Iglesia desde
antes de su tiempo.1
Asimismo, aparecen menciones frecuentes en los escritos de san
Juan Crisóstomo, san Gregorio de Nisa, y en las Constituciones apostólicas del
siglo IV. La peregrinación de Egeria hace referencia a la vigilia de esa
festividad y a la fiesta en sí, tal como se conserva en la iglesia construida
sobre la gruta de Belén.2
Es posible que antes del siglo V el hecho narrado en los
evangelios se conmemorara en conjunto con la solemnidad de la Pascua o de
Pentecostés.
A los cuarenta días después de la Resurrección habiendo
instruido a sus Apóstoles sobre la nobilísima misión de establecer el Reino de
Dios en el mundo, Jesús iba a subir al cielo, donde le esperaban las glorias
celestiales. Bendijo a su querida Madre, a los Apóstoles y discípulos y se
despidió de ellos. Una nube lo ocultó de sus miradas.
Le acompañaban innumerables espíritus, los primeros frutos de la
redención, que Él había sacado del Limbo. Las jerarquías angélicas salían al
encuentro del Salvador del mundo.
Al situarse junto al Padre, toda la corte celestial entonó un
himno glorioso de alabanza, como el que oyó Juan en sus visiones: "Digno
es el Cordero, que ha sido degollado, de recibir el poder y la riqueza, la
sabiduría y la fuerza, la honra, la gloria y la alabanza" (Ap 5, 12).
Jesús entró en los cielos para tomar posesión de su gloria.
Mientras estaba en la tierra, gustaba siempre de la visión de Dios; pero
únicamente en la Transfiguración se manifestó la gloria de su Humanidad
Sacratísima, que, por la Ascensión, se colocó al lado del Padre celestial y
quedó ensalzada sobre toda criatura humana.
La noche antes de morir oraba Jesús al Padre diciendo: "Te
he glorificado en la tierra, cumpliendo la obra que me habías encargado. Ahora
tu, Padre, dame junto a ti la misma Gloria que tenía a tu lado desde antes que
comenzara el mundo"(Juan 17, 4'’).
Por estar unida al Verbo Divino, que es la segunda persona de la
Santísima Trinidad, la Humanidad de Jesús disfruta del derecho a la gloria
eterna. Comparte con el Padre la infinita felicidad y poder de Dios. Justa
recompensa por todo lo que hizo y mereció en la tierra. Humanidad elevada al Cielo
por encima de toda criatura, porque en la tierra por debajo de todo se humilló.
Cuando acabe la lucha en esta vida, Jesús nos dará la gracia de
compartir eternamente el gozo de su victoria.
Jesús subió a los cielos para ser nuestro Mediador ante el Padre.
Allí está intercediendo por nosotros. Subió para rendir cuentas al Padre
celestial de la gran obra que había acabado en la tierra. La Iglesia nació, la
gracia brota en abundancia de su Cruz en el Calvario y se distribuye por los
Sacramentos, la duda de justicia es pagada, la muerte y el infierno son
vencidos, el Cielo es abierto y el hombre es puesto en el camino de salvación.
Jesús merecía este glorioso recibimiento, al regresar a su hogar.
La Ascensión, además, es garantía de nuestra propia subida al
Cielo, después del Juicio de Dios. Fue a prepararnos sitio en su Reino y
prometió volver para llevarnos con Él.
ORACIÓN
Dios y Padre nuestro, haznos participar del gozo de la Ascensión
de tu Hijo Jesucristo. Que la sigamos en la nueva creación, pues su ascensión
es nuestra gloria y nuestra esperanza. Te lo pedimos por nuestro Señor
Jesucristo. Amén.
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