Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
Lo he tenido que leer dos veces seguidas y lo comprendí mejor. No sé si te gustará. Pero te recomiendo que lo leas por segunda vez y me darás la razón. Y si eres humilde, a lo mejor no tienes capacidad de ser abad, sino discípulo. Franja.
Del libro
Parábolas como dardos.
2.24.- “ Pacífico y Pacificador “
San Caritón del desierto, lauras de Jericó y de Belén
Había un abad en el
desierto que tenía un discípulo y varias ¡auras o ermitas.
Llegó un monje nuevo y
el abad le prestó una laura.
El nuevo era un santo y
recibía muchas visitas.
Le entró envidia al abad y
envió a su discípulo para decirle que abandonara su laura. Pero el discípulo
fue y le preguntó cómo se encontraba. Le contestó que le dolía el estómago y
que agradeciera al abad su interés por él.
Volvió el discípulo y le dijo
al abad que el discípulo le pedía que le dejase dos días más y se iría.
Pero no se fue.
El abad volvió a enviar a su
discípulo para se fuera inmediatamente. Y si no, iría con un garrote y lo
echaría a palos. Pero el discípulo fue y le preguntó si se encontraba mejor.
Este le elijo que diera muchas gracias al abad por su delicadeza y por las
oraciones que rezaba por él.
El discípulo volvió a
su abad y le dijo que el monje le pedía le dejara hasta el domingo.
El domingo, furioso el abad
porque no se iba, cogió un garrote y se dirigió hacia él. El discípulo le dijo:
-Déjeme ir por delante para
que despida a sus visitantes y no se escandalicen. Se adelantó y le dijo:
-Mi abad viene a visitamos.
Salid a su encuentro para agradecerle el haberos dejado la laura.
Salió el monje y se tiró a
los pies del abad y se los besaba agradecido, pues había sido generoso y había
rezado por él.
Esto desarmó al abad,
le invitó a comer y le regaló la laura que le había prestado.
Cuando el monje se fue
a la que ya era su laura, preguntó el abad a su discípulo:
-Dime la verdad, ¿le
dabas mis recados?
-No me atrevía a replicarle,
pero no se los daba.
-Pues ahora yo seré tu
discípulo y tú serás mi abad, ya que estás mucho más cerca de Dios que yo.
El
discípulo era un hombre pacífico y pacificador, sembrador de paz y de
reconciliación.
Madrid 1.986, pp186-187.
1.- Se sugiere en este relato que muchas veces la fuente de las riñas y discordia es la envidia. ¿Estás de acuerdo? Cuenta alguna vivencia tuya que lo manifieste claramente.
2.- No <reñirías> tantas veces con tu esposo/a si antes le preguntaras cómo se encuentra; si pensaras cómo le va a afectar lo que le vas a decir o hacer. ¿Qué te exige todo esto?
3.- Hay que ser pacífico y pacificador. ¿Qué tienes que cambiar en actitudes y comportamiento para ser sembrador de paz y reconciliación?
De Parábolas como Dardos, de Manuel Sánchez Monge, pag. 113-114
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