Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
Contemplar el
Evangelio de hoy
Evangelio de hoy
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Día litúrgico:
Martes III del
tiempo ordinario
Santoral 24 de
Enero:
San Francisco de Sales, obispo
Texto del Evangelio (Mc 3,31-35): En aquel tiempo, llegan la madre
y los hermanos de Jesús, y quedándose fuera, le envían a llamar. Estaba mucha
gente sentada a su alrededor. Le dicen: «¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus
hermanas están fuera y te buscan». Él les responde: «¿Quién es mi madre y mis
hermanos?». Y mirando en torno a los que estaban sentados en corro, a su
alrededor, dice: «Éstos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad
de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre».
Comentario del
Rev. D. Josep GASSÓ i Lécera
(Ripollet, Barcelona, España)
«Éstos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de
Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre»
Hoy contemplamos a Jesús —en una escena muy concreta y, a la
vez, comprometedora— rodeado por una multitud de gente del pueblo. Los
familiares más próximos de Jesús han llegado desde Nazaret a Cafarnaum. Pero en
vista de la cantidad de gente, permanecen fuera y lo mandan llamar. Le dicen:
«¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan» (Mc
3,31).
En la respuesta de Jesús, como veremos, no hay ningún motivo de
rechazo hacia sus familiares. Jesús se había alejado de ellos para seguir la
llamada divina y muestra ahora que también internamente ha renunciado a ellos:
no por frialdad de sentimientos o por menosprecio de los vínculos familiares,
sino porque pertenece completamente a Dios Padre. Jesucristo ha realizado
personalmente en Él mismo aquello que justamente pide a sus discípulos.
En lugar de su familia de la tierra, Jesús ha escogido una
familia espiritual. Echa una mirada sobre los hombres sentados a su alrededor y
les dice: «Éstos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios,
ése es mi hermano, mi hermana y mi madre» (Mc 3,34-35). San Marcos, en otros
lugares de su Evangelio, refiere otras de esas miradas de Jesús a su alrededor.
¿Es que Jesús nos quiere decir que sólo son sus parientes los
que escuchan con atención su palabra? ¡No! No son sus parientes aquellos que
escuchan su palabra, sino aquellos que escuchan y cumplen la voluntad de Dios:
éstos son su hermano, su hermana, su madre.
Lo que Jesús hace es una exhortación a aquellos que se
encuentran allí sentados —y a todos— a entrar en comunión con Él mediante el
cumplimiento de la voluntad divina. Pero, a la vez, vemos en sus palabras una
alabanza a su madre, María, la siempre bienaventurada por haber creído.
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