SANTOS SEMANA DEL 29 DE MAYO AL 4 DE DE JUNIO, 2023
VIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
Santoral de la semana
Lunes, 29
Bienaventurada Virgen María,
Madre de la Iglesia
Al establecer la memoria, el Papa Francisco “consideró atentamente que la
promoción de esta devoción puede incrementar el sentido materno de la Iglesia
en los Pastores, en los religiosos y en los fieles, así como la genuina piedad
mariana”.
La Congregación, por su parte, señala en el mencionado decreto que “esta
celebración nos ayudará a recordar que el crecimiento de la vida cristiana,
debe fundamentarse en el misterio de la Cruz, en la ofrenda de Cristo en el
banquete eucarístico, y en la Virgen oferente, Madre del Redentor y de los
redimidos”.
“La gozosa veneración otorgada a la
Madre de Dios por la Iglesia en los tiempos actuales, a la luz de la reflexión
sobre el misterio de Cristo y su naturaleza propia, no podía olvidar la figura
de aquella Mujer, la Virgen María, que es Madre de Cristo y, a la vez, Madre de
la Iglesia”, precisa el texto.
El arzobispo de Los Ángeles y
Presidente de Conferencia de los Obispos Católicos de Estados Unidos, Mons.
José Gómez, recordaba en su columna semanal de aquel año que los primeros
cristianos “tenían una conciencia profunda de que la Iglesia era su ‘madre’
espiritual, que los daba a luz en el bautismo, constituyéndolos en hijos de
Dios a través de los sacramentos”.
El Arzobispo también subrayaba que
en el Nuevo Testamento “los apóstoles a menudo se referían a los fieles como a
sus hijos espirituales, reflejando así nuevamente su comprensión de que la
Iglesia es nuestra madre y nuestra familia… Y en esto, los primeros cristianos
entendieron que María era el símbolo perfecto de la maternidad espiritual de la
Iglesia”.
ORACIÓN
OH, Dios, Padre de misericordia, cuyo
Unigénito, clavado en la cruz, proclamó a santa María Virgen, su Madre, como Madre también nuestra, concédenos, por su cooperación amorosa, que tu
Iglesia, cada día más fecunda, se llene de gozo por la santidad de sus hijos
y atraiga a su seno a todas las familias de los pueblos.
Por nuestro Señor Jesucristo.
El mismo día 29 de mayo
Pablo VI
► Papa de 1963-1978 ◄
Ordenado sacerdote en 1920, estudió diplomacia en Roma, entrando a formar parte de la secretaría de Estado vaticana en 1923, tras un breve paso por la nunciatura de Varsovia. Como consiliario eclesiástico de la Federación Universitaria tomó parte en los conflictos de esta organización con el régimen de Mussolini.
Durante la Segunda Guerra Mundial llevó a cabo una importante labor al frente de la comisión pontificia de asistencia. Su tarea pastoral y sus tendencias renovadoras lo alejaron de la curia vaticana, siendo nombrado arzobispo de Milán en 1954. Fue el primer cardenal nombrado por el papa Juan XXIII, con quien colaboró estrechamente en la organización del Concilio Vaticano II. A la muerte del pontífice le sucedió como tal y dio continuidad a la renovación emprendida en la Iglesia. En 1965 pronunció un importante discurso ante la Asamblea General de la ONU, hechos que constituyeron los primeros hitos de una serie de viajes pastorales en el marco de una amplia política ecuménica y de acercamiento a los problemas del mundo. Al final de su pontificado, no obstante, dio muestras de ceder a las presiones de los sectores más conservadores. En este sentido fueron tomadas sus encíclicas Sacerdotalis coelibatus y Humanae vitae, que aparecieron como un retroceso frente a otras como Ecclesiam suam y Populorum progressio. Su inmediato sucesor fue Juan Pablo I, fallecido un mes después de su elección (1978), tras lo cual se inició el pontificado del carismático Juan Pablo II (1978-2005).
ORACIÓN
«Oh Dios, fuente de la vida, que en tu siervo, el Papa san Pablo VI, has revelado el misterio de la paz y la felicidad, haz que, iluminados por su ejemplo, reconozcamos en tu Hijo Jesucristo al único Redentor del hombre. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Martes, 30
San Fernando III
- El santo -
Rey de
León y de Castilla, hijo de Alfonso IX de León y de Berenguela de Castilla,
nació el año 1198 en el reino leonés, probablemente cerca de Valparaíso
(Zamora). Tradicionalmente se afirma que perteneció a la Tercera Orden
franciscana. Fue el rey de la reconquista del sur de España. Su visión política
de altas miras es reconocida por los historiadores, y las gentes de toda clase
y condición bendijeron su reinado sabio, ecuánime, prudente. En los territorios
reconquistados por él, nunca hubo vencedores y vencidos. Con razón es
proclamado «señor de la convivencia de cristianos, musulmanes y judíos».
Contrajo dos matrimonios sucesivos, que fueron felices, y de ambos tuvo en
conjunto trece hijos. Fue hombre de óptimos sentimientos y limpias costumbres.
Además de administrar con sabiduría sus reinos, promovió las artes y las
ciencias, y colaboró en la propagación de la fe. Vivió rodeado del respecto y
afecto de unos y otros, y su muerte fue llorada por todos. Murió en Sevilla el
30 de mayo de 1252.
ORACIÓN
Oh Dios, que elegiste al rey san Fernando como
defensor de tu Iglesia en la tierra, escucha las súplicas de tu pueblo que te
pide tenerlo como protector en el cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Miércoles,
31
La visitación de la Virgen María
Esta fiesta mariana celebra el episodio narrado por
el evangelista san Lucas: Lc 1,39-56. En la Anunciación, el ángel dijo a María
que su pariente Isabel estaba en el sexto mes de embarazo. Días después, María
marchó presurosa de Nazaret a una ciudad de la montaña de Judá, Ain Karem,
entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Cuando ésta oyó el saludo de
María, saltó de gozo el hijo que llevaba en su seno y, llena de Espíritu Santo,
dijo a María: «Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de
tu vientre. Dichosa tú que has creído». María le respondió con las palabras que
conocemos como el Magníficat: «Proclama mi alma la grandeza
del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador...». María permaneció con
Isabel unos tres meses y luego se volvió a Nazaret.
ORACIÓN
Dios todopoderoso, tú que inspiraste a la Virgen
María, cuando llevaba en su seno a tu Hijo, el deseo de visitar a su prima
Isabel, concédenos, te rogamos, que, dóciles al soplo del Espíritu, podamos,
con María, cantar tus maravillas durante toda nuestra vida. Por Jesucristo,
nuestro Señor. Amén.
* * * Empieza el mes de junio * * *
Jueves, 1
Nuestro
Señor Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote
El primer jueves después de Pentecostés celebramos la festividad litúrgica de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote. Vivimos momentos de pasión de la Iglesia. Se exhibe en picota la infidelidad y aberraciones de unos ministros-¿infiltrados? ¿vividores?- indignos, como paradigma generalizado y abominable del sacerdocio, que es excelso porque encarna en la tierra al mismo Cristo. Decía, admirado, Pedro de Blois: «Dios, que no ha querido tener ningún cooperador en la obra de la Creación, quiere tenerlo en la obra de la Redención». Y este coadjutor es el sacerdote. Esta festividad sacrosanta ha de ser para todos los católicos un día intensamente sacerdotal. Un día para amar el sacerdocio de Jesucristo prolongado en sus ministros. Para agradecer a Cristo este don inestimable. Ha de ser una jornada de santidad sacerdotal que nos reúna a todos: pastores y seglares, con un solo corazón y una sola alma, para pedir muchos y santos sacerdotes.
Y ha de ser un día para agradecer a los sacerdotes
su entrega absoluta. El sacerdote actúa en la persona de Cristo... Perdona con
el perdón de Dios, lleva su Palabra que se encarna en su propia palabra,
perpetúa la presencia real de Cristo entre nosotros... Si a veces nos defrauda
su insuficiencia personal, pensemos que a Dios no le ha estorbado. Consideremos
el peso de la dignidad divina que lleva dentro. Y ¡cuántas veces no habremos
ayudado a tal o cual sacerdote a superarse! ¡Cuántas lo habremos hundido más
aún en el aislamiento, con la incomprensión y la maledicencia!
Es momento de hablar con valentía de la vida
sacerdotal como de un valor inestimable y una forma de vida espléndida y
privilegiada, porque se funda en la Palabra irrevocable de Dios. Porque el
sacerdote está al servicio de todos los hombres. Y porque -parafraseando al
cardenal Juan M. Lustiger- su acción no tiene por límite su propia capacidad de
obrar, sino que se inscribe en la acción de Dios que obra a través de él.
ORACIÓN
Señor, Padre Santo,
que constituiste a tu único Hijo Pontífice de la Alianza nueva y eterna por la
unción del Espíritu Santo, y determinaste, en tu designio salvífico, perpetuar
en la Iglesia su único sacerdocio.
Él nos solo confiere el honor del sacerdocio real a todo su pueblo santo, sino también, con amor de hermano, elige a hombres de este pueblo, para que, por la imposición de las manos, participen en su sagrada misión. Ellos renuevan en nombre de Cristo el sacrificio de la redención, preparan a tus hijos el banquete pascual, presiden a tu pueblo santo en el amor, lo alimentan con tu palabra y lo fortalecen con los sacramentos. Tus sacerdotes, Señor, al entregar su vida por ti y por la salvación de los hermanos, van configurándose a Cristo, y han de darte así testimonio constante de fidelidad y amor.
Viernes, 2
* * * Primer viernes de mes * * *
Santos Marcelino y Pedro
Marcelino era
sacerdote y Pedro exorcista, y ambos fueron mártires. El papa san Dámaso es
quien nos ha dejado las noticias de su muerte que oyó de boca del mismo
verdugo. Fueron condenados a muerte en Roma durante la persecución de
Diocleciano, a comienzos del siglo IV, seguramente el año 304. Para su
ejecución los llevaron a un bosque fuera de la ciudad, a fin de que se
desconociera el lugar de su sepultura. Allí los obligaron a cavar con sus manos
su propia fosa, en la que los enteraron después de haberlos decapitado. Pero
una piadosa matrona romana, llamada Lucilia, consiguió localizar los restos de
los mártires, los recogió y los sepultó en el cementerio llamado Ad
duas lauros, en la Vía Labicana de Roma donde, después de la paz de
Constantino, su madre, santa Elena, hizo construir una basílica.
ORACIÓN
Señor, tú has hecho
del glorioso testimonio de tus mártires san Marcelino y san Pedro nuestra
protección y defensa; concédenos la gracia de seguir sus ejemplos y de vernos
continuamente sostenidos por su intercesión. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Sábado, 3
San Carlos Lwanga
y compañeros
- mártires laicos ugandeses -
Entre los años 1885 y 1887, apenas iniciada la
nueva evangelización de África negra, un centenar de cristianos de Uganda,
católicos o anglicanos, fueron condenados a muerte por el rey Mwanga que se
propuso acabar con todos los cristianos, entre otras razones porque se oponían
a la esclavitud y a la venta de esclavos. Hoy se conmemora en particular al
grupo formado por Carlos Lwanga y sus doce compañeros, todos ellos de edades
comprendidas entre los catorce y los treinta años, que pertenecían a la corte
regia de jóvenes nobles o al cuerpo de guardia del rey Mwanga, y eran neófitos
o fervorosos católicos; pues bien, porque, coherentemente con su fe en Cristo,
no cedieron a los deseos impuros del monarca, murieron en la colina de
Namugongo en Uganda, el 3 de junio de 1886, unos degollados y otros quemados
vivos. Estos son sus nombres: Calos Lwanga, Mbaya Tuzinde, Bruno
Seronuma, Santiago Buzabaliao, Kizito, Ambrosio Kibuka, Mgagga, Gyavira,
Aquiles Kiwanuka, Adolfo Ludigo Mkasa, Mukasa Kiriwanvu, Anatolio Kiriggwajjo y
Lucas Banabakintu.
ORACIÓN
Señor, Dios nuestro, tú haces que la sangre de los
mártires se convierta en semilla de nuevos cristianos; concédenos que el campo
de tu Iglesia, fecundo por la sangre de san Carlos Luanga y de sus compañeros,
produzca continuamente, para gloria tuya, abundante cosecha de cristianos. Por
Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Domingo, 4
Santísima
Trinidad
- Solemnidad –
El domingo pasado, con la solemnidad de Pentecostés, terminó el tiempo de la Pascua; el lunes retomamos el tiempo ordinario, es decir, el tiempo de la Iglesia (con el verde como color litúrgico), un tiempo en el que estamos llamados a vivir el Evangelio en la normalidad de la vida cotidiana, dando testimonio de la alegría de ser discípulos de Jesús crucificado y resucitado.
Si nos detenemos un momento y miramos hacia atrás, podemos ver un plan único. Desde el Cielo, Dios Padre vio lo lejos que se habían extraviado los hombres, después del pecado de Adán y Eva (Gn 3); eran incapaces de encontrar el camino de regreso a la Casa del Padre. Envió a los profetas para que les ayudaran a encontrar el camino, y no sólo no los escucharon, sino que los mataron (cfr. Mt 23,29ss). Al final, movido por la compasión, envió a su único Hijo: "Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros". (Jn 1,14, Navidad). Jesús, el Hijo de Dios, compartió nuestra condición humana en todo menos en el pecado, ayudándonos a recordar que hemos sido creados por Dios, que somos sus hijos y que Dios es Padre. Con sus palabras y su vida, nos enseñó con la Verdad el Camino de vuelta al Padre, la Vida Eterna. De este modo, Jesús nos manifestó el Rostro del Padre: "Quien me ha visto a mí ha visto al Padre" (Jn 14,9). Nos recordó que el camino al cielo es posible para todos, que no debemos temer, no debemos avergonzarnos... porque Dios Padre es amor, es fidelidad,es misericordia.
Jesús, obediente al Padre, murió
en la cruz por nuestra salvación. Al tercer día, resucitó, venciendo el pecado
y la muerte, abriendo así el camino para que volvamos a su Padre y a nuestro
Padre (Pascua). Es un camino que podemos recorrer con confianza porque Jesús
ascendió al cielo y nos dio el Espíritu Santo (Pentecostés), el primer don para
los creyentes, el Amor hecho persona derramado en nuestras personas para que
vivamos como hijos de Dios. De este modo podemos comprender por qué hoy la
liturgia nos hace vivir la solemnidad de la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y
Espíritu Santo. Este Dios, que se presenta como Uno y Trino, no
está tan lejos como parece, sino que está tan cerca que se hizo por nosotros
Pan partido, Corpus Domini (el próximo domingo). El Pan del
viaje al cielo, el Pan de los ángeles. Un regalo que conserva y revela el
Sagrado Corazón de Jesús, una solemnidad que celebraremos el viernes siguiente
al Corpus Christi.
Tres festividades litúrgicas que resumen el
misterio de nuestra fe, revelado en estos meses: desde la Navidad hasta la
muerte y resurrección de Jesús, pasando por su ascensión y Pentecostés.
El Papa Juan
XXII introdujo la fiesta para toda la Iglesia en el año 1334
ORACIÓN
Dios, Padre todopoderoso, que has
enviado al mundo la Palabra de la verdad y el Espíritu de la santificación para
revelar a los hombres tu admirable misterio; concédenos profesar la fe
verdadera, conocer la gloria de la eterna Trinidad y adorar su unidad
todopoderosa. Por nuestro Señor Jesucristo.
Confeccionado por Franja y Allen-Perkins,
el migo fiel