viernes, 20 de septiembre de 2013

Dr. Anthony Levatino y Dr. Bernard Nathanson abortistas arrepentidos.

Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
Sexualidad y Bioética

Anthony Levatino Former Abortionist Explains Brutal Procedure and Tells Congress to Ban Abortion

La historia del Dr. Anthony Levatino,
un médico abortista que da testimonio por la vida
Ni la madre y menos aun su hijo eran para él personas con dignidad y derechos. Deshumanizar a la victima. Por ahí se empieza.
Autor: Life site news | Fuente: Life site news
La Cámara de Representantes del Congreso de los Estados Unidos aprobó el 18 de junio de 2013 la ley que se denomina "Ley de Protección a los No Nacidos Capaces de Sufrir Dolor" (Pain-Capable Unborn Child Protection Act) y sobre la que hemos informado recientemente.

En este sentido, uno de los elementos de convicción arrimados al Congreso en la etapa de discusión de la ley ha sido la exposición del médico Anthony Levatino, quien fue un abortista que luego de realizar 1200 abortos se arrepintió y dio un contundente testimonio en favor de la vida.


Al respecto, muchos recordarán el famoso caso del medico abortista Bernard Nathanson que en los años 70 conmovió a los Estados Unidos con su desgarrador testimonio en el cual confesaba - arrepentido - haber realizado mas de 60.000 abortos y que en el año 84 dirigió un documental llamado "el grito silencioso" en el cual mostraba - en crudo - cómo era el procedimiento que se utilizaba para realizar un aborto. Un día, mientras se peinaba frente al espejo, se asusto de la imagen que este le devolvió. Se vio asimismo como un animal. Nunca mas hizo un aborto.



Un caso similar al anterior se produjo cuando Anthony Levatino contó su testimonio ante los miembros del Subcomité de Justicia civil y constitucional del Congreso. Levatino se recibió de médico en Albany Medical College, Nueva York en 1976 y terminó la residencia en 1980. Mientras hacía su práctica residencial y durante sus primeros cinco años de practica privada realizó abortos tanto en el primer como en el segundo cuatrimestre de embarazo. Desde 1981 hasta febrero de 1985 llevó a cabo alrededor de 1200 abortos. 

Aproximadamente, 100 de ellos fueron en el segundo semestre y algunos luego de la semana 24 - sexto mes -de embarazo.

"No me detenía a pensar que mi paciente había sentido las patadas del bebe por los últimos dos meses. La tenia ahí, dormida, en la sala de operaciones y debía actuar", dijo. Así de simple, como si fuera una maquina. La rutina y la mecánica nublaron su capacidad de reflexionar y de humanizar la situación. Ni la madre y menos aun su hijo eran para él personas con dignidad y derechos. Deshumanizar a la victima. Por ahí se empieza. Así se explican los 1200.

Comentó también en que consistía cada etapa del procedimiento según el desarrollo del bebe. Cada herramienta tenia una función especifica. La que no arrancaba o despedazaba, trituraba o succionaba. Si el embarazo estaba muy avanzado se sacaba al bebe - con vida - a través de una cesárea y una vez fuera del vientre se lo mataba. "De ningún modo debe vivir", parecía ser el lema.

Pero lo que lo llevó al arrepentimiento no fue la evidencia empírica de semejante carnicería sino la muerte de su hija en un accidente de tránsito. La tragedia personal hizo que tuviera que replantearse todo, incluso, su propia existencia. Buscar un sentido, un motivo para poder seguir adelante. 

Su arrepentimiento podía ser como el de Nathanson que terminó defendiendo la vida en todos los foros internacionales y murió a los 84 años rodeado de afecto, o bien, terminar como Kevin Carter, aquel brillante fotógrafo que en 1994 ganó el premio Pulitzer por fotografiar a un niño sudanés famélico con un buitre detrás esperando su final, y que al recibir el premio le preguntaron: "¿que hiciste después de sacar la foto?" a lo que respondió: "espante el ave, ¿y el chico? Lo deje ahí. 

El objetivo de la operación era simplemente hacer la mejor foto posible, la que tuviera mayor impacto", respondió profesionalmente.

 Miles de veces tuvo que responder a la misma pregunta. Atormentado y hundido en una profunda depresión, el joven de 33 años se suicidó. Levatino se arrepintió bien.


¿No crees que  este artículo tenían que leerlo los gobernantes de las naciones, para que no busquen solo hacerse la foto?
Franja.

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