Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
Me
divorcié.
Si, desde
hace mucho tiempo me divorcié de la amargura, de la tristeza, la envidia y del
egoísmo, de los rencores, de las malas caras, de pensar mal de los otros, de
las clasificaciones burdas y baratas de los seres humanos, me he divorciado de
la soledad, de la ignorancia espiritual, de la hipocresía, de la falta de
sensibilidad.
Me he
divorciado de la mediocridad, de la arrogancia y petulancia, de los atropellos,
de pensar que soy mejor que los demás, me he divorciado todo lo negativo que
pueda privarme de ser una persona feliz y honesta conmigo misma.
Así que
estoy soltera de esos malos sentimientos, casada con la felicidad a la cuál
prometo serle fiel por el resto de mis días.
Es rico
ser feliz y vivir esperando el nuevo día con expectativas, de crear sueños para
luego despertar y comenzar a realizarlos, encontrar muchos amigos que están por
estos rincones, esperando que lleguemos y digamos algo bueno, soy feliz de
poder hacer la diferencia aún en la distancia.
Saber que
con mis palabras pude hacer sentir bien a alguien, que puedo extender mi mano y
ayudar sin hacer tanta pompa, simplemente soy feliz de estar viva, y poder
escribir esta nota.
Y saber
que a través de la red podré viajar sin necesidad de un boleto de avión, de
barco o tren, soy más rápida en entregar mi afecto y no cobro exceso de
equipaje, soy tan feliz de abrir mi correo y leer las historias de mis amigos.
Soy feliz
de poder encontrar este hermoso sentimiento en cosas tan triviales o banales
para algunos y tan especiales para mí.
No, ¡no
soy extraterrestre! Solamente soy un ser humano como todos.
Desconozco
su autora
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