Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
Contemplar el Evangelio de hoy
Evangelio de hoy
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Día litúrgico: Sábado V de Pascua
Texto del Evangelio (Jn 15,18-21): En aquel tiempo, Jesús dijo a
sus discípulos: «Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a
vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero, como no sois del
mundo, porque yo al elegiros os he sacado del mundo, por eso os odia el mundo.
Acordaos de la palabra que os he dicho: El siervo no es más que su señor. Si a
mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros; si han guardado mi
Palabra, también la vuestra guardarán. Pero todo esto os lo harán por causa de
mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado».
Comentario por el
Rev. D. Ferran JARABO i Carbonell
(Agullana, Girona, España)
«Todo esto os lo
harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado»
Hoy, el Evangelio contrapone el mundo con los seguidores de
Cristo. El mundo representa todo aquello de pecado que encontramos en nuestra
vida. Una de las características del seguidor de Jesús es, pues, la lucha
contra el mal y el pecado que se encuentra en el interior de cada hombre y en
el mundo. Por esto, Jesús resucitado es luz, luz que ilumina las tinieblas del
mundo. Karol Wojtyla nos exhortaba a «que esta luz nos haga fuertes y capaces
de aceptar y amar la entera Verdad de Cristo, de amarla más cuanto más la
contradice el mundo».
Ni el cristiano, ni la Iglesia pueden seguir las modas o los
criterios del mundo. El criterio único, definitivo e ineludible es Cristo. No
es Jesús quien se ha de adaptar al mundo en el que vivimos; somos nosotros
quienes hemos de transformar nuestras vidas en Jesús. «Cristo es el mismo ayer,
hoy y siempre». Esto nos ha de hacer pensar. Cuando nuestra sociedad
secularizada pide ciertos cambios o licencias a los cristianos y a la Iglesia,
simplemente nos está pidiendo que nos alejemos de Dios. El cristiano tiene que
mantenerse fiel a Cristo y a su mensaje. Dice san Ireneo: «Dios no tiene
necesidad de nada; pero el hombre tiene necesidad de estar en comunión con
Dios. Y la gloria del hombre está en perseverar y mantenerse en el servicio de
Dios».
Esta fidelidad puede traer muchas veces la persecución: «Si a mí
me han perseguido, también os perseguirán a vosotros» (Jn 15,20). No hemos de
tener miedo de la persecución; más bien hemos de temer no buscar con suficiente
deseo cumplir la voluntad del Señor. ¡Seamos valientes y proclamemos sin miedo
a Cristo resucitado, luz y alegría de los cristianos! ¡Dejemos que el Espíritu
Santo nos transforme para ser capaces de comunicar esto al mundo!
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