Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
Contemplar el Evangelio de hoy
Evangelio de hoy
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Día litúrgico: Miércoles VII de Pascua
Texto del Evangelio
(Jn 17,11b-19): En aquel tiempo, Jesús, alzando los ojos al cielo, dijo: «Padre
santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como
nosotros. Cuando estaba yo con ellos, yo cuidaba en tu nombre a los que me
habías dado. He velado por ellos y ninguno se ha perdido, salvo el hijo de
perdición, para que se cumpliera la Escritura.
»Pero ahora voy a
ti, y digo estas cosas en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría
colmada. Yo les he dado tu Palabra, y el mundo los ha odiado, porque no son del
mundo, como yo no soy del mundo. No te pido que los retires del mundo, sino que
los guardes del Maligno. Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo.
Santifícalos en la verdad: tu Palabra es verdad. Como tú me has enviado al
mundo, yo también los he enviado al mundo. Y por ellos me santifico a mí mismo,
para que ellos también sean santificados en la verdad».
«Que tengan en sí mismos
mi alegría colmada»
Fr. Thomas LANE
(Emmitsburg, Maryland,
Estados Unidos)
Hoy vivimos en un mundo
que no sabe cómo ser verdaderamente feliz con la felicidad de Jesús, un mundo
que busca la felicidad de Jesús en todos los lugares equivocados y de la forma
más equivocada posible. Buscar la felicidad sin Jesús sólo puede conducir a una
infelicidad aún más profunda. Fijémonos en las telenovelas, en las que siempre
se trata de alguien con problemas. Estas series de la TV nos muestran las
miserias de una vida sin Dios.
Pero nosotros queremos
vivir el día de hoy con la alegría de Jesús. Él ruega a su Padre en el
Evangelio de hoy «y digo estas cosas en el mundo para que tengan en sí mismos
mi alegría colmada» (Jn 17,13). Notemos que Jesús quiere que en nosotros su
alegría sea completa. Desea que nos colmemos de su alegría. Lo que no significa
que no tengamos nuestra cruz, ya que «el mundo los ha odiado, porque no son del
mundo» (Jn 17,14), pero Jesús espera de nosotros que vivamos con su alegría sin
importar lo que el mundo pueda pensar de nosotros. La alegría de Jesús nos debe
impregnar hasta lo más íntimo de nuestro ser, evitando que el estruendo
superficial de un mundo sin Dios pueda penetrarnos.
Vivamos pues, hoy, con la
alegría de Jesús. ¿Cómo podemos conseguir más y más de esta alegría del Señor
Jesús? Obviamente, del propio Jesús. Jesucristo es el único que puede darnos la
verdadera felicidad que falta en el mundo, como lo testimonian esas citadas
series televisivas. Jesús dijo, «si permanecéis en mí, y mis palabras
permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis» (Jn 15,7).
Dediquemos cada día, por tanto, un poco de nuestro tiempo a la oración con las
palabras de Dios en las Escrituras; alimentémonos y consumamos las palabras de
Jesús en la Sagrada Escritura; dejemos que sean nuestro alimento, para
saciarnos con la su alegría: «Al inicio del ser cristiano no hay una decisión
ética o una gran idea, sino el encuentro con un acontecimiento, con una
Persona, que da un nuevo horizonte a la vida» (Benedicto XVI).
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