Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
Contemplar
el Evangelio de hoy
Evangelio
de hoy
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Día
litúrgico: Viernes VII del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Mc 10,1-12):
En aquel tiempo, Jesús, levantándose de allí, va a la región de Judea, y al
otro lado del Jordán, y de nuevo vino la gente donde Él y, como acostumbraba,
les enseñaba. Se acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba,
preguntaban: «¿Puede el marido repudiar a la mujer?». Él les respondió: «¿Qué
os prescribió Moisés?». Ellos le dijeron: «Moisés permitió escribir el acta de
divorcio y repudiarla». Jesús les dijo: «Teniendo en cuenta la dureza de
vuestro corazón escribió para vosotros este precepto. Pero desde el comienzo de
la creación, El los hizo varón y hembra. Por eso dejará el hombre a su padre y
a su madre, y los dos se harán una sola carne. De manera que ya no son dos,
sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre».
Y ya en casa, los discípulos le
volvían a preguntar sobre esto. Él les dijo: «Quien repudie a su mujer y se
case con otra, comete adulterio contra aquélla; y si ella repudia a su marido y
se casa con otro, comete adulterio».
Comentario del
Rev. D. Miquel VENQUE i To
(Barcelona, España)
«Como acostumbraba, les enseñaba»
Hoy, Señor, quisiera hacer un
rato de oración para agradecerte tu enseñanza. Tú enseñabas con autoridad y lo
hacías siempre que te dejábamos, aprovechabas todas las ocasiones: ¡claro!, lo
entiendo, Señor, tu misión básica era transmitir la Palabra del Padre. Y lo
hiciste.
—Hoy, “colgado” en Internet te
digo: Háblame, que quiero hacer un rato de oración como fiel discípulo. Primero,
quisiera pedirte capacidad para aprender lo que enseñas y, segundo, saber
enseñarlo. Reconozco que es muy fácil caer en el error de hacerte decir cosas
que Tú no has dicho y, con osadía malévola, intento que Tú digas aquello que a
mí me gusta. Reconozco que quizá soy más duro de corazón que aquellos oyentes.
—Yo conozco tu Evangelio, el
Magisterio de la Iglesia, el Catecismo, y recuerdo aquellas palabras del papa
Juan Pablo II en la Carta a las Familias: «El proyecto del utilitarismo
asentado en una libertad orientada según el sentido individualista, es decir,
una libertad vacía de responsabilidad, es el constitutivo de la antítesis del
amor». Señor, rompe mi corazón deseoso de felicidad utilitarista y hazme entrar
dentro de tu verdad divina, que tanto necesito.
—En este lugar de mirada, como
desde la cima de la cordillera, comprendo que Tú digas que el amor matrimonial
es definitivo, que el adulterio —además de ser pecado como toda ofensa grave
hecha a ti, que eres el Señor de la Vida y del Amor— es un camino errado hacia
la felicidad: «Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio
contra aquélla» (Mc 10,11).
—Recuerdo a un joven que decía:
«Mossèn el pecado promete mucho, no da nada y lo roba todo». Que te entienda,
buen Jesús, y que lo sepa explicar: Aquello que Tú has unido, el hombre no lo
puede separar (cf. Mc 10,9). Fuera de aquí, fuera de tus caminos, no encontraré
la auténtica felicidad. ¡Jesús, enséñame de nuevo!
Gracias, Jesús, soy duro de
corazón, pero sé que tienes razón.
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