Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
DECENARIO AL ESPÍRITU SANTO
P. Ismael Ojeda
Estimados
amigos, estamos entrando en la recta final del tiempo pascual. Ya llevamos
cuarenta días celebrando la resurrección de Cristo.
En
efecto, a los cuarenta días, el Resucitado asciende a los cielos.
Tradicionalmente se celebraba en este jueves la Ascensión del Señor. Ahora la
celebramos el domingo próximo.
Jesús
ha encomendado a los apóstoles, ha “mandado” predicar el evangelio a todas las
naciones, pues se le ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Pero antes
de salir a evangelizar deben ser capacitados para tal misión: No se ausenten de
Jerusalén, les dice Jesús, hasta que reciban el Espíritu Santo.
Por
eso los apóstoles y discípulos se reunieron junto a María la madre de Jesús, y
permanecieron unidos en oración esperando la venida del Espíritu.
Esta
espera de diez días constituye la primera oración de la Iglesia que se prepara,
durante diez días, para una gran fiesta, un gran acontecimiento salvífico: la
efusión del Espíritu y el consiguiente nacimiento de la Iglesia en el día de
Pentecostés.
Ese
tiempo de oración constituye la primera “novena” de la historia de la Iglesia,
podríamos decir.
Nosotros,
por nuestra parte, hemos tratado de vivir con paciencia y perseverancia, día a
día, la ascesis cuaresmal y la alegría pascual. Ahora notamos que lo sembrado
está dando frutos. Pero aún no ha culminado este tiempo santo. Debemos
continuar abiertos a la acción del Señor.
Por
eso, me ha parecido muy conveniente ofrecerles, a partir de hoy, un Decenario
al Espíritu Santo. Mediante este ejercicio piadoso queremos sentir con mayor
intensidad la fuerza del Espíritu ya recibido en el bautismo.
La
experiencia pascual de los apóstoles estuvo sazonada constantemente por la
presencia del Espíritu: antes de Pentecostés, durante Pentecostés y después del
mismo.
Nosotros
también queremos permanecer los próximos días junto a María esperando una nueva
efusión del Poder de lo alto en nuestras vidas.
Entremos,
pues, con decisión y alegría en el cenáculo de oración donde la Iglesia de
Jesús presidida por María y los apóstoles espera la irrupción de Pentecostés.
¡Qué
mejor oración que un decenario al Espíritu para disponernos a recibir la vida
en abundancia que nos regala el Padre a través del Hijo Resucitado mediante la
acción del Espíritu Santo!
DECENARIO AL ESPÍRITU SANTO (1)
ORACIÓN
PREPARATORIA
Oh
Dios que, por el misterio de Pentecostés, santificas a tu Iglesia, extendida
por todas las naciones, derrama los dones de tu Espíritu sobre todos los
confines de la tierra y no dejes de realizar hoy, en el corazón de tus fieles,
aquellas mismas maravillas que obraste en los comienzos de la predicación
evangélica.- Por Jesucristo nuestro Señor.
DÍA
PRIMERO
Los
Hechos de los Apóstoles, al narrarnos los acontecimientos de aquel día de
Pentecostés en el que el Espíritu Santo descendió en forma de lenguas de fuego
sobre los discípulos de nuestro Señor, nos hacen asistir a la gran
manifestación del poder de Dios, con el que la Iglesia inició su camino entre
las naciones.
Los
discípulos, que ya eran testigos de la gloria del Resucitado, experimentaron en
sí la fuerza del Espíritu Santo: sus inteligencias y sus corazones se abrieron
a una luz nueva. El Espíritu Santo, que es espíritu de fortaleza, los ha hecho
firmes, seguros, audaces.
Oh
Dios, tú que al principio creaste el cielo y la tierra y, al llegar el momento
culminante, recapitulaste en Cristo todas las cosas, por tu Espíritu renueva la
faz de la tierra y conduce a los hombres a la salvación.
ORACIÓN
FINAL
Ven
Espíritu Santo, llena nuestros corazones y enciéndelos con el fuego de tu amor.
Envía tu Espíritu y serán creados; y renovarás la faz de la tierra.
Quema,
Señor, con el fuego del Espíritu Santo nuestras entrañas y nuestro corazón,
para que te sirvamos con cuerpo limpio y con un corazón puro te agrademos.
Te
pedimos, Señor, que inspires nuestras acciones, las prevengas y las acompañes
con tu auxilio, para que todos nuestros deseos, pensamientos y trabajos
comiencen siempre en ti, como en su fuente, y tiendan siempre a ti, como a su
fin.
Por Jesucristo nuestro Señor.- Amén
DECENARIO AL ESPÍRITU SANTO (2)
ORACIÓN
PREPARATORIA
Oh
Dios que, por el misterio de Pentecostés, santificas a tu Iglesia, extendida
por todas las naciones, derrama los dones de tu Espíritu sobre todos los
confines de la tierra y no dejes de realizar hoy, en el corazón de tus fieles,
aquellas mismas maravillas que obraste en los comienzos de la predicación
evangélica.- Por Jesucristo nuestro Señor.
DÍA
SEGUNDO
La
fuerza y el poder de Dios iluminan la faz de la tierra. El Espíritu Santo
continúa asistiendo a la Iglesia de Cristo, para que sea, siempre y en todo,
signo levantado ante las naciones, que anuncia a la humanidad la benevolencia y
el amor de Dios.
Por
grandes que sean nuestras limitaciones, los hombres podemos mirar con confianza
a los cielos y sentirnos llenos de alegría: Dios nos ama y nos libra de
nuestros pecados.
La
presencia y la acción del Espíritu Santo en la Iglesia son la prenda y la
anticipación de la felicidad eterna, de esa alegría y de esa paz que Dios nos
depara en el cielo, pero que ya aquí comenzamos a degustar como prenda segura
de los bienes definitivos.
Oh
Dios, ilumina a todos los hombres con la luz de tu Espíritu y disipa las
tinieblas de nuestro mundo, para que el odio se convierta en amor, el
sufrimiento en gozo y la guerra en paz.
ORACIÓN
FINAL
Ven
Espíritu Santo, llena nuestros corazones y enciéndelos con el fuego de tu amor.
Envía tu Espíritu y serán creados; y renovarás la faz de la tierra.
Quema,
Señor, con el fuego del Espíritu Santo nuestras entrañas y nuestro corazón,
para que te sirvamos con cuerpo limpio y con un corazón puro te agrademos.
Te
pedimos, Señor, que inspires nuestras acciones, las prevengas y las acompañes
con tu auxilio, para que todos nuestros deseos, pensamientos y trabajos
comiencen siempre en ti, como en su fuente, y tiendan siempre a ti, como a su
fin.
Por
Jesucristo nuestro Señor.- Amén.
DECENARIO
AL ESPÍRITU SANTO (3)
ORACIÓN
PREPARATORIA
Oh
Dios que, por el misterio de Pentecostés, santificas a tu Iglesia, extendida
por todas las naciones, derrama los dones de tu Espíritu sobre todos los
confines de la tierra y no dejes de realizar hoy, en el corazón de tus fieles,
aquellas mismas maravillas que obraste en los comienzos de la predicación
evangélica.- Por Jesucristo nuestro Señor.
DÍA
TERCERO
La
acción del Espíritu Santo puede pasarnos inadvertida, porque Dios no nos da a
conocer sus planes y porque el pecado del hombre enturbia y oscurece los dones
divinos. Pero la fe nos recuerda que el Señor obra constantemente. Es él quien
nos ha creado y nos mantiene en el ser, quien, mediante su gracia, conduce la creación
entera hacia la libertad de la gloria de los hijos de Dios.
Por
eso, la tradición cristiana ha resumido la actitud que debemos adoptar ante el
Espíritu en un solo concepto: Docilidad.
Oh,
Dios, fecunda al mundo con tu Espíritu, agua viva, que mana del costado de
Cristo, para que la tierra entera se vea libre de las espinas de todo mal.
ORACIÓN
FINAL
Ven
Espíritu Santo, llena nuestros corazones y enciéndelos con el fuego de tu amor.
Envía tu Espíritu y serán creados; y renovarás la faz de la tierra.
Quema,
Señor, con el fuego del Espíritu Santo nuestras entrañas y nuestro corazón,
para que te sirvamos con cuerpo limpio y con un corazón puro te agrademos.
Te
pedimos, Señor, que inspires nuestras acciones, las prevengas y las acompañes
con tu auxilio, para que todos nuestros deseos, pensamientos y trabajos
comiencen siempre en ti, como en su fuente, y tiendan siempre a ti, como a su
fin.
Por
Jesucristo nuestro Señor.- Amén.
DECENARIO
AL ESPÍRITU SANTO (4)
ORACIÓN
PREPARATORIA
Oh
Dios que, por el misterio de Pentecostés, santificas a tu Iglesia, extendida
por todas las naciones, derrama los dones de tu Espíritu sobre todos los
confines de la tierra y no dejes de realizar hoy, en el corazón de tus fieles,
aquellas mismas maravillas que obraste en los comienzos de la predicación
evangélica.- Por Jesucristo nuestro Señor.
DÍA
CUARTO
Ser
sensibles a lo que el Espíritu divino promueve a nuestro alrededor y en
nosotros mismos: a los carismas que distribuye, a los movimientos e instituciones
que suscita, a los efectos y decisiones que hace nacer en nuestro corazón.
El
Espíritu Santo realiza en el mundo las obras de Dios. Es, como dice el himno
litúrgico, dador de las gracias, luz de los corazones, dulce huésped del alma,
descanso en el trabajo, consuelo en el llanto.
Sin
su ayuda nada hay en el hombre que sea inocente y valioso, porque es él quien
lava lo manchado, quien cura lo enfermo, quien enciende lo que está frío, quien
endereza lo extraviado o torcido, quien conduce a los hombres hacia el puerto
de la salvación y del gozo eterno.
Señor
Jesús, que, elevado en la cruz, hiciste que manaran torrentes de agua viva de
tu costado, envíanos tu Espíritu Santo, fuente de vida.
ORACIÓN
FINAL
Ven
Espíritu Santo, llena nuestros corazones y enciéndelos con el fuego de tu amor.
Envía tu Espíritu y serán creados; y renovarás la faz de la tierra.
Quema,
Señor, con el fuego del Espíritu Santo nuestras entrañas y nuestro corazón,
para que te sirvamos con cuerpo limpio y con un corazón puro te agrademos.
Te
pedimos, Señor, que inspires nuestras acciones, las prevengas y las acompañes
con tu auxilio, para que todos nuestros deseos, pensamientos y trabajos
comiencen siempre en ti, como en su fuente, y tiendan siempre a ti, como a su
fin.
Por
Jesucristo nuestro Señor.- Amén.
DECENARIO
AL ESPÍRITU SANTO (5)
ORACIÓN
PREPARATORIA
Oh
Dios que, por el misterio de Pentecostés, santificas a tu Iglesia, extendida
por todas las naciones, derrama los dones de tu Espíritu sobre todos los
confines de la tierra y no dejes de realizar hoy, en el corazón de tus fieles,
aquellas mismas maravillas que obraste en los comienzos de la predicación
evangélica.- Por Jesucristo nuestro Señor.
DÍA
QUINTO
Los
cristianos llevamos los grandes tesoros de la gracia en vasos de barro. Dios ha
confiado sus dones a la frágil y débil libertad humana y, aunque la fuerza del
Señor ciertamente nos asiste, nuestra concupiscencia, nuestra comodidad y
nuestro orgullo la rechazan a veces y nos llevan a caer en pecado.
Lo
más importante en la Iglesia no es ver cómo respondemos a los hombres, sino ver
lo que hace Dios. La Iglesia es eso: Cristo presente entre nosotros.
Es
decir, Dios que viene hacia la humanidad para salvarla, llamándonos con su
revelación, santificándonos con su gracia, sosteniéndonos con su ayuda
constante, en los pequeños y en los grandes combates de la vida diaria.
Señor
Jesús, que, glorificado por la diestra de Dios, derramaste sobre tus discípulos
el Espíritu, derrama este mismo Espíritu sobre todos los hombres para que
puedan forjar un mundo nuevo.
ORACIÓN
FINAL
Ven,
Espíritu Santo, llena nuestros corazones y enciéndelos con el fuego de tu amor.
Envía tu Espíritu y serán creados; y renovarás la faz de la tierra.
Quema,
Señor, con el fuego del Espíritu Santo nuestras entrañas y nuestro corazón,
para que te sirvamos con cuerpo limpio; y con un corazón puro te agrademos.
Te
pedimos, Señor, que inspires nuestras acciones, las prevengas y las acompañes con
tu auxilio, para que todos nuestros deseos, pensamientos y trabajos comiencen
siempre en ti, como en su fuente, y tiendan siempre a ti, como a su fin.
Por
Jesucristo nuestro Señor.- Amén.
DECENARIO
AL ESPÍRITU SANTO (6)
ORACIÓN
PREPARATORIA
Oh
Dios que, por el misterio de Pentecostés, santificas a tu Iglesia, extendida
por todas las naciones, derrama los dones de tu Espíritu sobre todos los
confines de la tierra y no dejes de realizar hoy, en el corazón de tus fieles,
aquellas mismas maravillas que obraste en los comienzos de la predicación
evangélica.- Por Jesucristo nuestro Señor.
DÍA
SEXTO
Entre
los dones del Espíritu Santo, hay uno del que tenemos especial necesidad todos
los cristianos: el don de sabiduría que, al hacernos conocer a Dios y gustar de
él, nos coloca en condiciones de poder juzgar con verdad sobre las situaciones
y las cosas de esta vida.
La
fe cristiana no achica el ánimo, ni cercena los impulsos nobles del alma; más
bien los agranda, al revelar su verdadero y más auténtico sentido. En efecto,
no estamos destinados a una felicidad cualquiera, pues, en verdad, hemos sido
llamados a penetrar en la intimidad divina, a conocer y amar a Dios Padre, a
Dios Hijo y a Dios Espíritu Santo y, en la Trinidad y en la Unidad de Dios, a todos
los ángeles y a todos los hombres.
Señor
Jesús, que, por el Espíritu Santo, diste a los apóstoles el poder de perdonar
los pecados, destruye el pecado que habita en cada uno de nosotros, y el que
pervive en las estructuras de nuestra sociedad y del mundo entero.
ORACIÓN
FINAL
Ven,
Espíritu Santo, llena nuestros corazones y enciéndelos con el fuego de tu amor.
Envía tu Espíritu y serán creados; y renovarás la faz de la tierra.
Quema,
Señor, con el fuego del Espíritu Santo nuestras entrañas y nuestro corazón,
para que te sirvamos con cuerpo limpio; y con un corazón puro te agrademos.
Te
pedimos, Señor, que inspires nuestras acciones, las prevengas y las acompañes
con tu auxilio, para que todos nuestros deseos, pensamientos y trabajos
comiencen siempre en ti, como en su fuente, y tiendan siempre a ti, como a su
fin.
Por
Jesucristo nuestro Señor.- Amén.
DECENARIO
AL ESPÍRITU SANTO (7)
ORACIÓN
PREPARATORIA
Oh
Dios que, por el misterio de Pentecostés, santificas a tu Iglesia, extendida
por todas las naciones, derrama los dones de tu Espíritu sobre todos los
confines de la tierra y no dejes de realizar hoy, en el corazón de tus fieles,
aquellas mismas maravillas que obraste en los comienzos de la predicación
evangélica.- Por Jesucristo nuestro Señor.
DÍA
SÉPTIMO
Hemos
de vivir de la fe, pues el justo vive de fe. Es lo mismo que vivir según el
Espíritu.
Ojalá
se pudiera decir de cada uno de nosotros lo que escribía hace siglos san
Basilio, padre de la iglesia oriental: de la misma manera que los cuerpos
transparentes y nítidos, al recibir los rayos de luz, se vuelven
resplandecientes e irradian brillo, las almas que son llevadas por el Espíritu
Santo se vuelven también ellas espirituales y llevan a los demás la luz de la
gracia.
Del
Espíritu Santo proviene el conocimiento de las cosas futuras, la inteligencia
de los misterios, la comprensión de las verdades ocultas, la distribución de
los dones, la ciudadanía celeste, la conversación con los ángeles. De él, la
alegría que nunca termina, la perseverancia en Dios y, lo más sublime que se
pueda pensar o desear: que el hombre llegue a ser como Dios.
Señor
Jesús, tú que prometiste darnos el Espíritu Santo para que nos lo enseñara todo
y nos fuera recordando todo lo que nos habías dicho, envíanos este Espíritu
para que ilumine nuestra fe.
ORACIÓN
FINAL
Ven,
Espíritu Santo, llena nuestros corazones y enciéndelos con el fuego de tu amor.
Envía tu Espíritu y serán creados; y renovarás la faz de la tierra.
Quema,
Señor, con el fuego del Espíritu Santo nuestras entrañas y nuestro corazón,
para que te sirvamos con cuerpo limpio; y con un corazón puro te agrademos.
Te
pedimos, Señor, que inspires nuestras acciones, las prevengas y las acompañes
con tu auxilio, para que todos nuestros deseos, pensamientos y trabajos
comiencen siempre en ti, como en su fuente, y tiendan siempre a ti, como a su
fin.
Por
Jesucristo nuestro Señor.- Amén.
DECENARIO
AL ESPÍRITU SANTO (8)
ORACIÓN
PREPARATORIA
Oh
Dios que, por el misterio de Pentecostés, santificas a tu Iglesia, extendida
por todas las naciones, derrama los dones de tu Espíritu sobre todos los
confines de la tierra y no dejes de realizar hoy, en el corazón de tus fieles,
aquellas mismas maravillas que obraste en los comienzos de la predicación
evangélica.- Por Jesucristo nuestro Señor.
DÍA
OCTAVO
Amemos
a la tercera persona de la Trinidad beatísima, el Espíritu Santo. Escuchemos en
la intimidad de nuestro ser las mociones divinas, esos alientos o esos suaves
reproches.
Caminemos
por la tierra dentro de la luz derramada en nuestras almas, y el Dios de la
esperanza nos colmará de toda suerte de paz. Así la esperanza crecerá en
nosotros siempre más y más, por la virtud del Espíritu Santo.
Vivir
según el Espíritu equivale a vivir de fe, de esperanza, y de caridad: dejar que
Dios tome posesión de nosotros y cambie de raíz nuestros corazones para
hacerlos a su medida. Se trata de la inhabitación de la santísima Trinidad en
nosotros, comienzo de la vida eterna ya en este mundo.
Señor
Jesús, que prometiste enviarnos el Espíritu de la verdad para que diera
testimonio de ti, envíanos este Espíritu para que nos haga tus fieles testigos.
ORACIÓN
FINAL
Ven
Espíritu Santo, llena nuestros corazones y enciéndelos con el fuego de tu amor.
Envía tu Espíritu y serán creados; y renovarás la faz de la tierra.
Quema,
Señor, con el fuego del Espíritu Santo nuestras entrañas y nuestro corazón,
para que te sirvamos con cuerpo limpio; y con un corazón puro te agrademos.
Te
pedimos, Señor, que inspires nuestras acciones, las prevengas y las acompañes
con tu auxilio, para que todos nuestros deseos, pensamientos y trabajos
comiencen siempre en ti, como en su fuente, y tiendan siempre a ti, como a su
fin.
Por
Jesucristo nuestro Señor.- Amén.
DECENARIO
AL ESPÍRITU SANTO (9)
ORACIÓN
PREPARATORIA
Oh
Dios que, por el misterio de Pentecostés, santificas a tu Iglesia, extendida
por todas las naciones, derrama los dones de tu Espíritu sobre todos los confines
de la tierra y no dejes de realizar hoy, en el corazón de tus fieles, aquellas
mismas maravillas que obraste en los comienzos de la predicación evangélica.-
Por Jesucristo nuestro Señor.
DÍA
NOVENO
Podemos
tomar como dirigida a nosotros la pregunta que formula el Apóstol: ¿no sabéis
que sois templo de Dios y que el Espíritu Santo mora en vosotros? (1 Cor 3,
16), y recibirla como una invitación a un trato más personal y directo con
Dios. Por desgracia el Paráclito es, para algunos cristianos, “el gran
desconocido”.
Y
sin embargo, el Espíritu es una de las tres personas del único Dios, con quien
se habla y de quien se vive. Hace falta, por tanto, que lo tratemos con asidua
sencillez y con confianza, como nos enseña la Iglesia a través de la liturgia.
Entonces
conoceremos más a nuestro Señor Jesucristo y, al mismo tiempo, nos daremos
cuenta más plenamente del inmenso don que supone llamarse cristianos.
Señor,
Padre de todos los hombres, que quieres reunir en una única fe a tus hijos
dispersos, ilumina a todos los hombres con la gracia del Espíritu Santo.
ORACIÓN
FINAL
Ven,
Espíritu Santo, llena nuestros corazones y enciéndelos con el fuego de tu amor.
Envía tu Espíritu y serán creados; y renovarás la faz de la tierra.
Quema,
Señor, con el fuego del Espíritu Santo nuestras entrañas y nuestro corazón,
para que te sirvamos con cuerpo limpio; y con un corazón puro te agrademos.
Te
pedimos, Señor, que inspires nuestras acciones, las prevengas y las acompañes
con tu auxilio, para que todos nuestros deseos, pensamientos y trabajos
comiencen siempre en ti, como en su fuente, y tiendan siempre a ti, como a su
fin.
Por
Jesucristo nuestro Señor.- Amén.
DECENARIO
AL ESPÍRITU SANTO (10)
ORACIÓN
PREPARATORIA
Oh
Dios que, por el misterio de Pentecostés, santificas a tu Iglesia, extendida
por todas las naciones, derrama los dones de tu Espíritu sobre todos los
confines de la tierra y no dejes de realizar hoy, en el corazón de tus fieles,
aquellas mismas maravillas que obraste en los comienzos de la predicación
evangélica.- Por Jesucristo nuestro Señor.
DÍA
DÉCIMO
Para
concretar, aunque sea de una manera muy general, un estilo de vida que nos
impulse a tratar al Espíritu Santo con familiaridad y a través de él, al Padre
y al Hijo, podemos fijarnos en tres realidades: docilidad, vida de oración,
indulgencia para con el prójimo.
El
trato con el Paráclito produce en el hombre espiritual la paz y la libertad que
Cristo nos ha ganado con su vida, pasión y muerte, y resurrección gloriosa. Es
decir, los siete dones del Espíritu: Sabiduría, entendimiento, consejo,
ciencia, fortaleza, piedad y temor de Dios.
Más
explícitamente y según san Pablo, he aquí las consecuencias, sentimientos y
frutos de la presencia del Espíritu Santo en nuestros corazones.
Los
frutos del Espíritu son caridad, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad,
longanimidad, mansedumbre, fe, modestia, continencia, castidad (Gál 5, 22-23):
y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad (2 Cor 3,17).
Oh
Dios, que con tu Espíritu llenaste la tierra, haz que los hombres construyan un
mundo nuevo de justicia y de paz.
ORACIÓN
FINAL
Ven,
Espíritu Santo, llena nuestros corazones y enciéndelos con el fuego de tu amor.
Envía tu Espíritu y serán creados; y renovarás la faz de la tierra.
Quema,
Señor, con el fuego del Espíritu Santo nuestras entrañas y nuestro corazón,
para que te sirvamos con cuerpo limpio; y con un corazón puro te agrademos.
Te
pedimos, Señor, que inspires nuestras acciones, las prevengas y las acompañes
con tu auxilio, para que todos nuestros deseos, pensamientos y trabajos
comiencen siempre en ti, como en su fuente, y tiendan siempre a ti, como a su
fin.
Por
Jesucristo nuestro Señor.- Amén.
ORACIÓN
AL ESPIRITU SANTO
Secuencia de la Misa
Ven,
Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en
tus dones espléndido; luz que penetra las almas: fuente del mayor consuelo.
Ven,
dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro
trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta
en los duelos.
Entra
hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro, mira el poder del pecado, cuando no envías tu
aliento.
Riega
la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor
de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.
Reparte
tus siete dones, según la fe de tus siervos; por la bondad y tu gracia, dale al
esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
Confeccionado por Franja
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