Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
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Evangelio de hoy
Día litúrgico: Sábado después
del Domingo II después de Pentecostés: El Corazón Inmaculado de María
El Corazón Inmaculado de María
El Corazón Inmaculado de María
Texto del Evangelio
(Lc 2,41-51): Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén a la fiesta
de la Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la
fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén,
sin saberlo sus padres. Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un
día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; pero al no
encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca.
Y sucedió que, al
cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los
maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban
estupefactos por su inteligencia y sus respuestas. Cuando le vieron, quedaron
sorprendidos, y su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu
padre y yo, angustiados, te andábamos buscando». Él les dijo: «Y ¿por qué me
buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?». Pero ellos
no comprendieron la respuesta que les dio. Bajó con ellos y vino a Nazaret, y
vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su
corazón.ç
Comentario por el
Rev. D. Jordi PASCUAL i
Bancells
(Salt, Girona, España)
«Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón»
Hoy celebramos la memoria
del Corazón Inmaculado de María. Un corazón sin mancha, lleno de Dios, abierto
totalmente a obedecerle y escucharle. El corazón, en el lenguaje de la Biblia,
se refiere a lo más profundo de la persona, de donde emanan todos sus
pensamientos, palabras y obras. ¿Qué emana del corazón de María? Fe,
obediencia, ternura, disponibilidad, espíritu de servicio, fortaleza, humildad,
sencillez, agradecimiento, y toda una estela inacabable de virtudes.
¿Por qué? La respuesta la
encontramos en las palabras de Jesús: «Donde está tu tesoro allí estará tu
corazón» (Mt 6,21). El tesoro de María es su Hijo, y en Él tiene puesto todo su
corazón; los pensamientos, palabras y obras de María tienen como origen y como
fin contemplar y agradar al Señor.
El Evangelio de hoy nos
da una buena muestra de ello. Después de narrarnos la escena del niño Jesús
perdido y hallado en el templo, nos dice que «su madre guardaba todas estas
cosas en su corazón» (Lc 2,51). San Gregorio de Nisa comenta: «Dios se deja
contemplar por los que tienen el corazón purificado». ¿Qué guarda María en su
corazón? Desde la Encarnación hasta la Ascensión de Jesús al cielo, pasando por
las horas amargas del Calvario, son tantos y tantos recuerdos meditados y
profundizados: la alegría de la visita del ángel Gabriel manifestándole el
designio de Dios para Ella, el primer beso y el primer abrazo a Jesús recién
nacido, los primeros pasos de su Hijo en la tierra, ver cómo iba creciendo en
sabiduría y en gracia, su “complicidad” en las bodas de Caná, las enseñanzas de
Jesús en su predicación, el dolor salvador de la Cruz, la esperanza en el
triunfo de la Resurrección...
Pidámosle a Dios tener el
gozo de amarle cada día de un modo más perfecto, con todo el corazón, como
buenos hijos de la Virgen.
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