Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
Contemplar el
Evangelio de hoy
Evangelio de hoy
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Sábado X del tiempo ordinario
Santoral 11 de
Junio: San Bernabé, apóstol
Texto del Evangelio (Mt 5,33-37): En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos: «Habéis oído también que se dijo a los antepasados: ‘No perjurarás,
sino que cumplirás al Señor tus juramentos’. Pues yo digo que no juréis en modo
alguno: ni por el Cielo, porque es el trono de Dios, ni por la Tierra, porque
es el escabel de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran rey.
Ni tampoco jures por tu cabeza, porque ni a uno solo de tus cabellos puedes
hacerlo blanco o negro. Sea vuestro lenguaje: ‘Sí, sí’; ‘no, no’: que lo que
pasa de aquí viene del Maligno».
Comentario:
Rev. D. Jordi
PASCUAL i Bancells (Salt, Girona, España)
«Sea vuestro lenguaje: ‘Sí, sí’; ‘no, no’»
Hoy continúa Jesús comentándonos los Mandamientos. Los
israelitas tenían un gran respeto hacia el nombre de Dios, una veneración
sagrada, porque sabían que el nombre se refiere a la persona, y Dios merece
todo respeto, todo honor y toda gloria, de pensamiento, palabra y obra. Por
esto —teniendo presente que jurar es poner a Dios como testigo de la verdad de
lo que decimos— la Ley les mandaba: «No perjurarás, sino que cumplirás al Señor
tus juramentos» (Mt 5,33). Pero Jesús viene a perfeccionar la Ley (y, por
tanto, a perfeccionarnos a nosotros siguiendo la Ley), y da un paso más: «No
juréis en modo alguno: ni por el Cielo, (...), ni por la Tierra (...)» (Mt
5,34). No es que jurar, en sí mismo, sea malo, pero son necesarias unas
condiciones para que el juramento sea lícito, como por ejemplo, que haya una
causa justa, grave, seria (un juicio, pongamos por caso), y que lo que se jura
sea verdadero y bueno.
Pero el Señor nos dice todavía más: «Sea vuestro lenguaje: ‘Sí,
sí’; ‘no, no’» (Mt 5,37). Es decir, nos invita a vivir la veracidad en toda
ocasión, a conformar nuestro pensamiento, nuestras palabras y nuestras obras a
la verdad. Y la verdad, ¿qué es? Es la gran pregunta, que ya vemos formulada en
el Evangelio por boca de Pilato, en el juicio contra Jesús, y a la que tantos
pensadores a lo largo de los tiempos han procurado dar respuesta. Dios es la
Verdad. Quien vive agradando a Dios, cumpliendo sus Mandamientos, vive en la
Verdad. Dice el santo Cura de Ars: «La razón de que tan pocos cristianos obren
con la exclusiva intención de agradar a Dios es porque la mayor parte de ellos
se encuentran sometidos a la más espantosa ignorancia. Dios mío, ¡cuántas
buenas obras se pierden para el Cielo!». Hay que pensar en ello.
Nos conviene formarnos, leer el Evangelio y el Catecismo.
Después, vivir según lo que hemos aprendido.
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