Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
Padre
Fernando Pascual, L.C.
Mensaje
de la semana
¿Será
que Dios es difícil?
Lo
fácil es fácil. Lo difícil es difícil. Parece una tautología, aunque en parte
no lo es. Simplemente se trata de describir lo que nos pasa con frecuencia:
hacemos muchas veces lo fácil precisamente porque es fácil, y rehuimos muchas
veces lo difícil porque es difícil.
Encontrar
a Dios, ¿es fácil o difícil? Al ver el mundo que nos rodea parecería que Dios
es difícil, mientras que mil otras cosas resultan mucho más fáciles.
Tomo
un teléfono móvil. Si es “fácil” (sencillo, bien programado), en seguida
empiezo a usarlo, incluso con gusto.
Voy
a una iglesia para rezar. Miro a la derecha, a la izquierda, al centro. ¿Cómo
actuar allí? ¿Qué hacer para estar con Dios? Miramos el reloj una y otra vez:
un hormigueo enciende nuestro deseo de salir cuanto antes para acometer tareas
más fáciles.
¿Será
que Dios es difícil? Daremos una respuesta afirmativa si hemos encadenado
nuestro corazón a lo inmediato, a lo agradable, a lo que se deja controlar.
Dios,
sin embargo, no es alguien sometido ni a nuestros gustos, ni a nuestros planes,
ni a nuestros deseos, ni a nuestro tiempo.
Ante
Dios nos sentimos desarmados. ¿Qué puede pedirme? ¿Qué puede concederme? Muchas
oraciones parecen encontrar un muro de silencio. Otras veces ni siquiera
sabemos exactamente qué se puede pedir a Dios, algo que de verdad valga la
pena.
Sin
embargo, en otras ocasiones Dios se hace cercano, asequible, fácil. La oración
brota desde lo más íntimo del corazón. ¿Cuándo ocurre eso? Cuando hemos leído
su Palabra en la Biblia
y nos llega a lo más íntimo del alma. O cuando una necesidad personal o
familiar nos ha ayudado a descubrir que en la tierra nada es seguro y
necesitamos el auxilio de lo alto. O cuando un éxito inesperado o conquistado
tras meses de trabajo nos permite reconocer que más allá de la victoria
conseguida tenemos un Padre en los cielos que cuida a cada uno de sus hijos.
Incluso
tras el pecado, Dios se hace más fácil, más asequible, más cercano. Descubrir
que hemos fallado al Amigo abre el corazón a la súplica sincera de quien espera
el don más grande: la misericordia.
Descubrimos,
entonces, que Dios no es tan difícil como pensábamos o como otros nos hicieron
pensar. Dios, al contrario, es el Ser más cercano, más íntimo, más bueno. Tan
cercano que vino al mundo, que respiró nuestro aire, que comió como nosotros,
que sintió cansancio y alegría. Tan cercano que está vivo, como Jesús muerto y
resucitado, en el don de la
Eucaristía.
Allí
me espera un día y otro día, asequible, sin límites de horas y sin requisitos
oficiales. Basta con abrir la puerta de una iglesia y verlo en un Sagrario,
hambriento de mi hambre y dispuesto a curar heridas y a alimentar mis anhelos
de amor y de esperanza.
A mi me ha parecido siempre muy fácil acudir a Dios. Siempre he pensado que Dios es Padre, como nos lo enseña Jesús. No es un padrastro. No está con un palo levantando esperando la mínima, para hacernos caer su divina venganza. Espera sin límites...porque nos Ama tanto, que nos mandó al Hijo, para que diese su vida por nosotros. Por eso pongo este artículo, porque nos hace asequible a Dios. No quisiera que le tuvieras miedo. Acude a Él con confianza. Acuérdate del hijo pródigo. El Padre lo esperaba y salió al camino, para abrazarlo y llevarle a casa. Hará lo mismo con cada uno de nosotros. Franja
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