Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
Reflexión ante un pensamiento
de Cicerón
"Si
las leyes fueran constituidas por los hombres, o por las sentencias de los
jueces, serían derechos: matar, robar, adulterar, etcétera".
Marco
Tulio Cicerón
Esto
lo decía Cicerón, aquel antiguo padre de la patria de Roma en la antigüedad, en la Roma
pagana, en la Roma del Derecho Romano, cuando había normas y principios traducidos en unas leyes, que no se podían
tocar, porque había principios claros, que no se podían ultrapasar, porque eran
patrimonio del Derecho Romano, y no estaban al arbitrio de los senadores de
turno del pueblo romano, sus legisladores. Eran leyes intocables, porque eran las leyes que buscaban el bien común, no el bien de unos cuantos. Incluso protegían y buscaban el bien de los esclavos. Podían darles la libertad y así lo hicieron a millares, en especial cuando llegó el cristianismo.
Ahora
en los tiempos de lo políticamente correcto, pueden unos legisladores hacer ellos el
bien el mal, a gusto del ideario del partido turno, aunque se carguen el sentido
común, el menos común de los sentidos.
Se confirma lo dicho con algunos ejemplos:
Matrimonio:
El sentido común en toda la
historia del mundo, el matrimonio, ha sido entre un
hombre con una mujer, que es quien hace la familia, porque en ella y con ella continuará la vida. Lo cual quiere decir que la Iglesia no inventó el matrimonio. Hace miles de años, desde que el hombre se juntó en grupos o en clanes más civilizados, existe el matrimonio de un hombre con una mujer. Así se multiplicó la especie y fue la base de la sociedad. Nadie puede negarlo, a no ser que sea un individuo en una sociedad corrompida. (No digo corrupta, porque tiene otra acepción. Los hombres corrompidos son los hombres corruptos.).
Los
políticos de turno de hoy, que desprecian el derecho y los principios antes
intocables, porque estaba en juego el bien común, han conseguido por la ley que, lo que era antes una aberración de la naturaleza, el unir dos hombres o dos mujeres, le han dado ahora carta de "políticamente correcto" -matrimonio u homomonio- y ahora ya es una realidad.
Por lo cual, el que antes sería un "corruptor de menores", por enseñar esa podredumbre moral en la escuela o a un menor,....
ahora merezca una medalla. Y… pobre del que rechiste o se oponga! ¡Viva el homomomio!!! Si al menos lo llamasen así!
Vamos a tener los sacerdotes muchas dificultades y amenazas -ya están ahí- por predicar el evangelio y la moral cristiana, y por lo tanto los pecados graves contra natura.
Derecho
a la vida:
En el Derecho romano, el nasciturus era objeto de derechos. Ahora,
lo políticamente correcto depende de la
nueva ley, que da a la madre o al médico, por culpa de la ley del legislador de
turno, el poder matar al nasciturus, como si tuviese menos categoría que las focas o
las crías de cualquier animal.
Los
médicos, que juraban curar y poner todo el saber al servicio y cuidado de la vida humana, ahora pueden
matar, aunque hayan hecho el juramento hipocrático, de
sanar siempre.
(Entre otras cláusulas el juramento decía: Juro…por...que...
-Consagraré mi vida
al servicio de la humanidad.
-Guardaré a mis
maestros el debido respeto y gratitud.
-Practicaré mi profesión
con conciencia y dignidad.
-La salud de mis
pacientes será el objetivo prioritario de mi trabajo.
-No permitiré que
prejuicios de religión, nacionalidad, raza, partido político o nivel social se
interpongan entre mi deber y mi conciencia.
-No prestaré
colaboración alguna a los poderes políticos que pretendan degradar la relación
médico-enfermo restringiendo la libertad de elección, prescripción y objeción
de conciencia.
-Guardaré el máximo
respeto a la vida y dignidad humanas. No practicaré, colaboraré, ni participaré
en acto o maniobra alguna que atente a los dictados de mi conciencia.) Del
juramento hipocrático.
Y como una gran paradoja, el seno materno se ha
convertido en el lugar de más riesgo para la vida del hombre. Más que cualquier enfermedad o catástrofe. No lo digo yo. Lo dicen todas las estadísticas.
Pobre
Cicerón si levantase la cabeza y viese el llamado progreso del hombre sin ley
natural y sin tener otros deseos más grandes que satisfacer la bragueta sin límites de ninguna clase… para lo cual, no
se necesitaba ley de ninguna clase, ni para enriquecerse a costa del prójimo... ¿Quién se lo impedía?
Lo
malo, lo más triste, es, que los más de los jóvenes de hoy, al ver las leyes actuales,
que han socavado todos los cimientos del derecho en nuestra sociedad, no encuentran
ya razón para cumplir sus leyes y
defenderse con ellas.
Si
se admite otra clase de matrimonio, distinto del que acataron o vivieron sus
padres, ahora lo desprecian y se juntan, para vivir una vida de juego de matrimonio, porque
las leyes de ahora, si se casan como sus padres, ya no le dan todos los parabienes, ni tiene valor como refuerzo, porque ya no se protege especialmente a la familia, que perdió categoría. En esa situación de compromiso ante la sociedad y la conciencia, en una sociedad de principios y valores eternos, el matrimonio ya perdió su valor, aunque siga valorándose a la familia en gran manera, aunque esté en precario.
Aunque intentan suprimir la palabra padre o madre en el derecho actual, y se dice ahora, progenitor A. y progenitor B. por culpa del Homomonio o chulinomio, como dría D. Jose Carlos Areán, diremos siempre, mi padre y mi madre. Decía D. José Carlos Areán, que un niño terminaría respondiendo al ¿Cómo se llama tu mamá? "Mi mamá se llama Ramon"
Recomiendo este enlace:
Casarse ante la Iglesia o por lo civil hoy es un atraso, no es importante, "No me dice nada", porque siempre estarán protegidos por las nuevas leyes.
Así no hay papeleos ni compromisos, si me separo. Ya se ven imposibles de dar una palabra para toda la vida. Es una falacia el "casarse hasta que la muerte los separe".
El "todo vale" se ha hecho realidad. El nuevo estado lo admite todo.
¿Quién impedirá a un padre con su hija, o a un hermano con una hermana, si ellos así lo quisieren?
Aborto
Ahora, si
tienen un despiste y la compañera de turno concibe, tienen todas las leyes que
les permiten matar al intruso, si no les gusta en ese momento o no hay cabida la casa, porque probablemente ya tienen la mascota. ¿Os dais cuenta de la gran cantidad de perros y perritas y perrazos, que inundan las calles de nuestras ciudades y pueblos, para llenar los corazones vacíos de muchas parejas, que ya han renunciado a la maravilla de la maternidad y paternidad, o también para descarga de la afectividad de los niños solos, que no tienen hermanitos y que les traen el perrito como sucedáneo para el mismo fin? Y eso sin duda, a costa de la vida de los intrusos.
Un médico abortista en su clínica, se prestará por dinero a
facilitarles la muerte del nasciturus, al que había que cuidar desde
la concepción, porque ya es un ser humano. ¿O no?
Si no tienen dinero...el Papá Estado se lo proporcionará.
Pregúntaselo al Sr. Gallardón y a los que nos hicieron una promesa... y ya van más de 200.000 "intrusos" muertos desde que llegaron. ¿Eran seres humanos o unos gatitos, los abortados?
Paradoja
de las leyes, que protegen a quienes no la cumplen, y que permiten todas las
situaciones posibles en este cambalache.
Si
se desprende un ladrillo de un edificio y se rompe... es una tragedia. Si se cae
un hombre de un andamio y se mata, no hay problema, porque fue un accidente.
Hay
más hombres de repuesto que desean trabajar, y así habrá uno menos en el paro.
Ante todo esto y mucho más que nos callamos, lo que tenemos que hacer
será: Seguir defendiendo la vida, la familia, la sociedad, pero con leyes
justas que defiendan el bien común. Y todo por encima de las ideologías o
religiones.
El derecho Natural y la Declaración de los derechos del hombre, pueden
ayudarnos, aunque los cristianos no podamos renunciar al valor de los
principios evangélicos, que harán, sin dudar, las leyes más justas.
La fe en la transcendencia, de que el hombre está de paso en esta vida, de
que viene al mundo para ganarse la otra, puede hacer que las leyes reciban el
toque de la humanidad redimida, que ayude a la convivencia humana de una manera
más justa, con más paz, con más progreso, con más bienestar y con más felicidad
que la actual, porque será mucho más compartida. Será consecuencia del mucho
amor en nuestro corazón abierto a la cultura de la vida. ¿Por
qué no lo intentamos?
¿Acaso no está ya demostrado, de que el hombre sin Dios, camina como a
cuatro patas?
Francisco
Javier Olivares.
No hay comentarios:
Publicar un comentario