Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
BREVES BIOGRAFÍAS DE LOS SANTOS
SEMANA DEL 8 AL 14 DE JULIO DE 2013
XIV Semana del Tiempo Ordinario
San Gregorio Grassi y compañeros, mártires de china
San Gregorio Grassi y sus compañeros son recordados hoy juntos aunque murieron en diferentes fechas, en las que los recordamos por separado. El año 2000, Juan Pablo II canonizó a 120 beatos martirizados en China. De ellos, y además de Juan de Triora, 29 pertenecían a la Familia Franciscana : ocho frailes menores (tres obispos, cuatro sacerdotes y un hermano laico); siete hermanas Franciscanas Misioneras de María; once franciscanos seglares chinos, cinco de los cuales eran seminaristas; y tres fieles laicos chinos. Todos ellos fueron cruelmente asesinados por los "Boxers" a principios de julio de 1900, en Taiyuanfu, región de Shansi, o en Hunan. Indicamos aquí los nombres de los frailes y las fechas de su martirio: Gregorio Grassi (9 de julio), Francisco Fogolla (9 de julio) y Antonino Fantosati (7 de julio), obispos; Cesidio Giacomantonio (4 de julio), José María Gambaro (7 de julio), Elías Facchini (9 de julio) y Teodorico Balat (9 de julio), sacerdotes; y Andrés Bauer (9 de julio), hermano profeso.
ORACIÓN
Oh Dios, que quieres que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad, concédenos, por intercesión del san Gregorio, obispo, y compañeros mártires, que todos los pueblos te reconozcan como Dios verdadero, y a tu Hijo Jesucristo como enviado para la salvación del mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
MARTES, 9
Santos Agustín Zhao Rong, presbítero,
Pedro Sans i Jordá, obispo, y compañeros, mártires,
Que en distintos lugares de China y en distintos tiempos fueron testigos del Evangelio de Cristo con sus palabras y con sus obras, y, por haber predicado y confesado la fe, sufrieron persecución, mereciendo por ello pasar al banquete eterno de la gloria (siglos XVII/XVIII).
Con la misma fortaleza y alegría, otros ochenta y cinco chinos dieron testimonio, hombres y mujeres de toda edad y condición, sacerdotes, religiosas y laicos que, con la entrega de la vida, confirmaron su indefectible fidelidad a Cristo y a la Iglesia. Esto sucedió en diversas épocas y tiempos difíciles y angustiosos de la historia de la Iglesia en China.
En esta multitud de mártires resplandecen también treinta y tres misioneros y misioneras que, dejando su patria, intentaron insertarse en las costumbres y mentalidad chinas, adoptando con gran amor las particularidades de aquellas tierras, seducidos por el deseo de anunciar a Cristo y de servir a ese pueblo. Sus sepulcros todavía se conservan allí para mostrar que pertenecen a aquella patria a la que, a pesar de la flaqueza humana, amaron con sincero corazón, consagrando a ella todas sus energías. «A nadie hemos perjudicado sino que hemos servido a muchos», dijo el obispo Francisco Fogolla al gobernador que se disponía a matarlo con su propia espada.
ORACIÓN
Oh Dios, que, mediante el testimonio de los santos mártires Agustín y compañeros, fortaleciste a tu Iglesia con admirable largueza, concede a tu pueblo que se mantenga fiel a la misión que le encomendaste, obtenga los beneficios de la libertad y testifique la verdad en medio del mundo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén
MIÉRCOLES, 10
San Cristóbal mártir
Es un santo cristiano, sobre cuyo origen las distintas tradiciones cristianas están en desacuerdo.
La tradición católica —transmitida sobre todo en la Áurea legenda (aprox. 1282) del arzobispo dominico italiano Jacobo de la Vorágine (1230-1298)— lo describe como un gigante cananeo, que tras su conversión al cristianismo ayudaba a los viajeros a atravesar un peligroso vado llevándolos sobre sus hombros. La leyenda afirma que en una ocasión, ayudó al niño Jesús a cruzar el río; sorprendido por el peso del infante, éste le explicó que se debía a que llevaba sobre su espalda los pecados del mundo, tras lo cual bautizó al gigante y le encomendó la prédica. El nombre de Cristóbal (del griego Χριστοφορος, Christóforos, ‘portador de Cristo’) le vendría de esta hazaña. La leyenda, considerada apócrifa desde antiguo, continúa siendo popular, pese a que en 1969 el Vaticano oficialmente la proclamase no canónica [cita requerida].
En la tradición ortodoxa, la leyenda describe a Cristóbal como un bárbaro de singular tamaño, proveniente de una tribu bereber, que fue ejecutado bajo el emperador Decio por predicar la fe cristiana, tras haber realizado numerosos milagros. Para las iglesias ortodoxas, la historicidad de Cristóbal no está en duda.
ORACIÓN
Dios nuestro, que enseñaste a tu Iglesia a cumplir todos los mandamientos con el amor a ti y al prójimo, concédenos que, practicando las obras de misericordia como lo hizo san Cristóbal, merezcamos ser admitidos entre tus bienaventurados. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
JUEVES, 11
San Benito, abad
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Fiesta: 11 de julio
San Benito
Primer Fundador de Religiosos
Año 517
Benito significa: "Bendecido".
Primer Fundador de Religiosos
Año 517
Benito significa: "Bendecido".
Lema: "Ora y Labora", representado emblemáticamente
por el arado y la cruz.
medalla de S. Benito
Fuente:ewtn.com
En 1980
el Santo Padre Juan Pablo II nombró a San Benito como patrono de toda Europa,
en el XV Centenario de su nacimiento, porque ha sido el santo que más in-
fluencia ha tenido quizás en ese continente, por medio de la Comunidad religiosa que
fundó, y por medio de sus maravillosos escritos y sabias enseñanzas.
SU VIDA Y OBRA
San Benito nació en Nursia (Italia, cerca de Roma) en el año
480. De padres acomodados, fue enviado a Roma a estudiar filosofía y letras, y
se nota que aprendió muy bien el idioma nacional (que era el latín) porque sus
escritos están redactados en muy buen estilo.
Todos los datos de su biografía los tomamos de la Vida de San Benito, escrita
por San Gregorio Magno, que fue monje de su comunidad benedictina.
Su primera huida.
La ciudad de Roma estaba habitada por una
mezcla de cristianos fervorosos, cristianos relajados, paganos, ateos, bárbaros
y toda clase de gentes de diversos países y de variadas creencias, y el
ambiente, especialmente el de la juventud, era espantosamente relajado. Así que
Benito se dio cuenta de que si permanecía allá en medio de esa sociedad tan
dañada, iba a llegar a ser un tremendo corrompido. Y sabía muy bien que en la
lucha contra el pecado y la corrupción resultan vencedores los que en
apariencia son "cobardes", o sea, los que huyen de las ocasiones y se
alejan de las personas malvadas. Por eso huyó de la ciudad y se fue a un
pueblecito alejado, a rezar, meditar y hacer penitencia.
Pequeño percance. Segunda huida.
Pero sucedió que en el pueblo a
donde llegó, obtuvo un milagro sin quererlo. Vio a una pobre mujer llorando
porque se le había partido un precioso jarrón que era ajeno. Benito rezó y le
dio la bendición, y el jarrón volvió a quedar como si nada le hubiera pasado.
Esto conmovió mucho a las gentes del pueblo y empezaron a venerarlo como un
santo. Entonces tuvo que salir huyendo hacia más lejos.
Subiaco. Principios heroicos.
Se fue hacia una región totalmente
deshabitada y en un sitio llamado "Subiaco"(que significa: debajo del
lago, porque había allí cuevas debajo del agua) se retiró a vivir en una roca,
rodeada de malezas y de espinos, y a donde era dificilísimo subir. Un monje que
vivía por los alrededores lo instruyó acerca de cómo ser un buen religioso y le
llevaba un pan cada día, el cual amarraba a un cable, que Benito tiraba desde
arriba. Su barba y su cabellera crecieron de tal manera y su piel se volvió tan
morena en aquella roca, que un día unos pastores que buscaban unas cabras, al
encontrarlo, creyeron que era una fiera. Más luego al oírle hablar, se quedaron
maravillados de los buenos consejos que sabía dar. Contaron la noticia y mucha
gente empezó a visitarlo para pedirle que les aconsejara y enseñara.
Superior contra su voluntad.
Y sucedió que otros hombres,
cansados de la corrupción de la ciudad, se fueron a estos sitios deshabitados a
rezar y a hacer penitencia, y al darse cuenta de la gran santidad de Benito,
aunque él era más joven que los otros, le rogaron que se hiciera superior de
todos ellos. El santo no quería porque sabía que varios de ellos eran gente
difícil de gobernar y porque personalmente era muy exigente con los que querían
llegar a la santidad y sospechaba que no le iban a hacer caso. Pero tanto le
rogaron que al fin aceptó el cargo de superior. Con todos ellos fundó allí 12
pequeños conventos de religiosos, cada uno con un superior o abad. El tenía la
dirección general de todo.
Primer atentado.
Cuando algunos de aquellos hombres se
dieron cuenta de que Benito como superior era exigente y no permitía
"vivir prendiéndole un vela a Dios y otra al diablo", que no permitía
vivir en esa vida de retiro tan viciosamente como si se viviera en el mundo,
dispusieron deshacerse de él y matarlo. Y echaron un fuerte veneno en la copa
de vino que él se iba a tomar. Pero el santo dio una bendición a la copa, y
esta saltó por los aires hecha mil pedazos. Entonces se dio cuenta de que su
vida corría peligro entre aquellos hombres, y renunció a su cargo, se alejó de
allí.
Terribles Tentaciones.
Al joven Benito le llegaron espantosas
tentaciones impuras. A su imaginación se le presentaban escenas más corruptas y
le llegaba el recuerdo de cierta mujer que él había visto hacía tiempo y sentía
toda la fuerza de la pasión. Rezaba y pedía ayudas al cielo, y al fin cuando
sintió que ya iba a consentir, se lanzó contra un matorral lleno de punzantes
espinas y se revolcó allí hasta que todo su cuerpo quedó herido y lastimado.
Así, mediante esas heridas corporales logró curar las heridas de su alma, y la
tentación impura se alejó de él.
Su fundación más famosa.
Con unos discípulos que le habían sido
siempre fieles (San Mauro, San Plácido y otros) se dirigió hacia un monte
escarpado, llamado Monte Casino. Allá iba a fundar su famosísima Comunidad de
Benedictinos. Su monasterio de Monte Casino ha sido famoso durante muchos
siglos.
En el año 530, después de ayunar y rezar por 40 días, empezó la
construcción del convento, en la cima del Monte. En ese sitio había un templo
pagano, dedicado a Apolo; lo hizo derribar y en su lugar construyó una capilla
católica. Luego con sus discípulos fue evangelizando a todos los paganos que
vivían en los alrededores, y enseguida sí empezó a levantar el edificio, del
cual por tantos siglos han salido santos misioneros a llevar la santidad a
pueblos y naciones.
Milagros a montón. San Gregorio en su biografía de San Benito,
narra muchos hechos interesantes de entre los cuales vamos a recordar algunos.
El muchacho que no sabía nadar.
El joven Plácido cayó en un
profundo lago y se estaba ahogando. San Benito mandó a su discípulo preferido
Mauro: "Láncese al agua y sálvelo". Mauro se lanzó enseguida y logró
sacarlo sano y salvo hasta la orilla. Y al salir del profundo lago se acordó de
que había logrado atravesar esas aguas sin saber nadar. La obediencia al santo
le había permitido hacer aquel salvamento milagroso.
El edificio que se cae.
Estando construyendo el monasterio, se vino
abajo una enorme pared y sepultó a uno de los discípulos de San Benito. Este se
puso a rezar y mandó a los otros monjes que removieran los escombros, y debajo
de todo apareció el monje sepultado, sano y sin heridas, como si hubiera
simplemente despertado de un sueño.
La piedra que no se movía.
Estaban sus religiosos constructores
tratando de quitar una inmensa piedra, pero esta no se dejaba ni siquiera mover
un centímetro. Entonces el santo le envió una bendición, y enseguida la
pudieron mover de allí como si no pesara nada. Por eso desde hace siglos cuando
la gente tiene algún grave problema en su casa que no logra alejar, consigue
una medalla de San Benito y le reza con fe, y obtiene prodigios. Es que este
varón de Dios tiene mucho influjo ante Nuestro Señor.
El disfrazado.
El terrible rey Totila, pagano, estaba invadiendo
a Italia, y oyó ponderar la santidad del famoso fundador. Entonces mandó al
jefe de su guardia que se vistiera de rey y fuera con los ministros, a
presentarse ante el santo, como si él fuera Totila. San Benito, apenas lo vio
le dijo: "Quítate esos vestidos de rey que no son los tuyos". El otro
volvió a contarle al rey lo sucedido y este se fue a visitarlo con gran
respeto. El venerable anciano le anunció que lograría apoderarse de Roma y de
Sicilia, pero que poco después de llegar a esa isla moriría. Y así le sucedió,
tal cual.
Panes que se multiplican.
Hubo una gran escasez en esa región y
San Benito mandó repartir entre los pobres todo el pan que había en el
convento. Solamente dejó cinco panes, y los monjes eran muchos. Al verlos
aterrados ante este atrevimiento les dijo: "Ya verán que el Señor nos
devolverá con la misma generosidad con la que hemos repartido". A la
mañana siguiente, llegaron a las puertas del monasterio 200 bultos de harina, y
nunca se supo quién los envió.
Muertes anunciadas.
Un día exclamó: "Se murió mi amigo el
obispo de Cápua, porque vi que subía al cielo un bello globo luminoso". Al
día siguiente vinieron a traer la noticia de la muerte del obispo. Otro día vio
que salía volando hacia el cielo una blanquísima paloma y exclamó:
"Seguramente se murió mi hermana Escolástica". Los monjes fueron a
averiguar, y sí, en efecto acababa de morir tan santa mujer. El, que había
anunciado la muerte de otros, supo también que se aproximaba su propia muerte y
mandó a unos religiosos a excavar en el suelo su sepultura. Duraron seis días
haciéndola, y apenas la terminaron, empezó él a sentir las altísimas fiebres, y
poco después murió.
Un día en la vida de San Benito.
Se levantaba a las dos de la
madrugada a rezar los salmos. Pasaba horas y horas rezando y meditando. Jamás
comía carne. Dedicaba bastantes horas al trabajo manual, y logró que sus
seguidores se convencieran de que el trabajo no es un rebajarse, sino un ser
útil para la sociedad y un modo de imitar a Jesucristo que fue un gran
trabajador, y hasta un método muy bueno para alejar tentaciones. Ayunaba cada
día, y su desayuno lo tomaba en las horas de la tarde. La mañana la pasaba sin
comer ni beber. Atendía a todos los que le iban a hacer consultas espirituales,
que eran muchos, y de vez en cuando se iba por los pueblos de los alrededores,
con sus monjes a predicar y a tratar de convertir a los pecadores. Su trato con
todos era extremadamente amable y bien educado. Su presencia era venerable.
Su famoso reglamento: LA SANTA REGLA.
Inspirado por Dios, escribió nuestro
santo un Reglamento para sus monjes que llamó "Santa Regla". Es un
documento que se ha hecho famoso en todo el mundo, y en el cual se han basado
los Reglamentos de todas las demás Comunidades religiosas en la Iglesia Católica.
Allí recomienda ciertos detalles como estos:
-La primera virtud que necesita un religioso (después de la
caridad) es la humildad.
-La casa de Dios es para rezar y no para charlar.
-Todo superior debe esforzarse por ser amable como un padre bondadoso.
-El ecónomo o el que administra el dinero no debe humillar a nadie.
-Nuestro lema debe ser: Trabajar y rezar.
-Cada uno debe esforzarse por ser exquisito y agradable en su trato.
-Cada comunidad debe ser como una buena familia donde todos se aman.
-Evite cada individuo todo lo que sea rústico y vulgar. Recuerde lo que decía
San Ambrosio: "Portarse con nobleza es una gran virtud".
Y los que vivieron con él afirmaban que todo lo bueno que recomienda en su
Santa Regla, lo practicaba él en su vida diaria. Con estos principios, su
Comunidad de Benedictinos ha hecho inmenso bien en todo el mundo en 15 siglos.
Morir de pie, como los robles.
El 21 de marzo del año 543,
estaba el santo en la
Ceremonia del Jueves Santo, cuando se sintió morir. Se apoyó
en los brazos de dos de sus discípulos, y elevando sus ojos hacia el cielo
cumplió una vez más lo que tanto recomendaba a los que lo escuchaban: "Hay
que tener un deseo inmenso de ir al cielo", y lanzando un suspiro como de
quien obtiene aquello que tanto había anhelado, quedó muerto.
Dos de sus monjes estaban lejos de allí rezando, y de pronto vieron una
luz esplendorosa que subía hacia los cielos y exclamaron: "Seguramente es
nuestro Padre Benito, que ha volado a la eternidad". Era el momento
preciso en el que moría el santo.
ORACIÓN
Señor, Dios nuestro, que hiciste del abad san Benito un esclarecido maestro en la escuela del divino servicio, concédenos, por su intercesión, que, prefiriendo tu amor a todas las cosas, avancemos por la senda de tus mandamientos con libertad de corazón. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
San Clemente-Ignacio Delgado Cebrián
Nació en Villafeliche (Zaragoza, España) el año 1762. Vistió el hábito de los dominicos en Calatayud el año 1780. Ordenado de sacerdote, lo destinaron a las misiones de Oriente. Marchó a Filipinas en 1785, y llegó a Vietnam en 1790. Por su entrega a la tarea evangelizadora y sus cualidades apostólicas, los superiores lo nombraron Vicario provincial y, poco después, el papa Pío VI lo nombró obispo del Vicariato apostólico del Tonkín Oriental. En sus largos años de misionero se hizo todo para todos, convirtió y bautizó a numerosos paganos, ordenó de sacerdote a muchos indígenas, erigió casas religiosas. Los puntos principales de su programa fueron: las conversiones, la consolidación de la Iglesia local y la formación del clero nativo. Cuando estalló la persecución del emperador Minh Mang se escondió, pero fue delatado por un criado. Lo apresaron y, tras meses de suplicios, lo encerraron en una jaula y lo dejaron languidecer al sol. Allí murió a causa de la fiebre y la disentería el 12 de julio de 1838. Esto sucedió en la ciudad de Nan Dinh.
ORACIÓN
Dios nuestro, que el obispo san Ignacio-Clemente Delgado llamaste a los pueblos paganos de las tinieblas a la luz de la verdad, concédenos, por su intercesión, perseverar firmes en la fe y ser constantes en la esperanza del Evangelio que él predicó. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
San Enrique II Emperador
Nació en Hildesheim, Baviera, el año 973 y recibió, sobre todo en monasterios, una educación religiosa esmerada. Sucedió con 22 años a su padre en el gobierno del ducado bávaro y, tras la muerte de Otón III, fue elegido para sucederle en el trono imperial germánico. El año 1002 fue coronado en Aquisgrán como rey de los romanos, y el año 1024 Benedicto VIII lo coronó emperador en Roma. Contrajo matrimonio con Santa Cunegunda. En el trono supo ser un cristiano convencido y consecuente, que puso su poder al servicio del bien común de su pueblo. Rehuía el uso de las armas, y sólo recurría a ellas en casos extremos. Se distinguió por su interés en la reforma de la vida de la Iglesia y en su mejor organización, y por la promoción de la actividad misionera. Protegió a la Orden Benedictina y en general la vida religiosa. Fundó varios obispados y dotó monasterios. Murió en Grona (Gotinga) el 13 de julio de 1024.
ORACIÓN
Oh Dios, que has llevado a san Enrique, movido por la generosidad de tu gracia, a la contemplación de las cosas eternas desde las preocupaciones del gobierno temporal, concédenos, por sus ruegos, caminar hacia ti con sencillez de corazón en medio de las vicisitudes de este mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
DOMINGO, 14
SAN CAMILO DE LELIS
Nació en Bucchianico, cerca de Chieti (Italia), el año 1550. Al principio, siguiendo la profesión de su padre, abrazó la carrera militar, y llevó una vida desordenada; pero después se convirtió a raíz de una conversación con un capuchino y por dos veces comenzó su noviciado del que tuvo que salir por una llaga en un pie. Tras la experiencia vivida en el Hospital de Santiago de Roma y viendo el trato negligente que se prestaba a los enfermos, se consagró él mismo a su cuidado y fundó la Congregación de los Clérigos Regulares Ministros de los Enfermos (Camilos), elevada a la categoría de Orden religiosa por Gregorio XIV, dedicada a levantar hospitales y atender de manera competente y amorosa a los enfermos. Para mejor lograr sus objetivos, realizó los estudios pertinentes y recibió la ordenación sacerdotal en 1584. Presidió la Orden con gran espíritu y entereza y logró una pronta difusión de la misma, para lo que viajó incansablemente. Murió en Roma el 14 de julio de 1614. Es patrono de los enfermos, hospitales y personal sanitario, junto con san Juan de Dios.
ORACIÓN
Oh Dios, que has enaltecido a san Camilo de Lelis con el carisma singular del amor a los enfermos, infunde en nosotros, por su intercesión, el espíritu de tu caridad, para que, sirviéndote en nuestros hermanos, podamos llegar seguros a ti en la hora de la muerte. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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