Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
El pseudoargumento "Debemos hacerlo porque se hace en Europa" ofende a la inteligencia: hacia 1940, "imitar a Europa" hubiera significado incorporarse al neue Ordnung del Lager y el Gulag; en 2013, la europeidad bioética significa permitir que fetos de 14 semanas –que ya tienen corazón, miembros y sensibilidad al dolor– sean despedazados con un cuchillo en el seno materno. Es un honor para España desmarcarse de la Europa de los abortorios, reforzando el frente de resistencia provida: Irlanda, Polonia, Malta, Hungría…
LEY DEL
ABORTO 2014-01-03
Gallardón
y la guerra cultural
Francisco
José Contreras
La virulenta reacción de PSOE, IU
y (¿sorpresa?) UPyD a la imperfecta reforma de la ley del aborto anunciada por
Gallardón revela muchas cosas sobre la izquierda actual. De un lado, su
indigencia teórica:
Rubalcaba no encuentra bazas dialécticas más altas que
denigrar como "extrema derecha" al 41% de españoles que defienden la
vida prenatal, apelar zafiamente al rencor de clase ("Las ricas abortarán
en Londres") y alegar que la restricción del aborto "nos aleja de
Europa" (omitiendo que casi toda Europa del Este ha limitado el aborto o
promovido la maternidad en los últimos años: por ejemplo, la reforma polaca de
1993 y la protección del nasciturus en la Constitución húngara de 2011). El
pseudoargumento "Debemos hacerlo porque se hace en Europa" ofende a
la inteligencia: hacia 1940, "imitar a Europa" hubiera significado
incorporarse al neue Ordnung del Lager y el Gulag; en 2013, la europeidad
bioética significa permitir que fetos de 14 semanas –que ya tienen corazón,
miembros y sensibilidad al dolor– sean despedazados con un cuchillo en el seno
materno. Es un honor para España desmarcarse de la Europa de los abortorios,
reforzando el frente de resistencia provida: Irlanda, Polonia, Malta, Hungría…
Pero la indignación de PSOE, IU y
UPyD confirma también hasta qué punto el foco de la izquierda postmoderna se ha
desplazado de las cuestiones socioeconómicas a las moral-culturales.
Ser de
izquierda tiene hoy más que ver con propugnar el aborto libre, la ideología de
género, los "nuevos modelos de familia", el ecologismo o la eutanasia
que con la nacionalización de la industria, los planes quinquenales y la
jornada de ocho horas.
La izquierda ya no es socialista sino sesentayochista.
Ha fracasado en la revolución socioeconómica, pero sigue aspirando a la
revolución de las costumbres. Ha renunciado a la socialización de los medios de
producción, pero no a la del orgasmo. Pues, en efecto, buena parte de las
reivindicaciones neoizquierdistas tienen un nexo lógico con el dogma de la
libertad amorosa ilimitada. El aborto libre es una red de seguridad
contraceptiva necesaria en una sociedad sexualmente permisiva, para los casos
en que fallen los anticonceptivos o el sujeto no tenga ganas de usarlos (lo
cual ocurre con frecuencia, a juzgar por el enorme número de abortos). El
retroceso del matrimonio –banalizado por la nueva izquierda como
"diversificación de los modelos de familia"– también es consecuencia
inevitable del imperativo sesentayochista de variedad y libertad sexual
("derecho a enamorarse de nuevo", rechazo del compromiso definitivo).
La reforma Gallardón marca un
hito histórico: es la primera vez desde la Transición que la derecha planta
cara a la izquierda en el terreno moral-cultural, revocando una de sus leyes
emblemáticas. Aznar no lo hizo. La alarma del PSOE está justificada: ellos
estaban acostumbrados a la absoluta docilidad cultural de un PP de contables
que simulan creer que "la economía lo es todo" (Rajoy dixit). El
monopolio ideológico de la izquierda en cuestiones extraeconómicas ha sido impugnado
por primera vez. Aún se están restregando los ojos.
Gallardón ha dado una patada a un
avispero; se ha implicado con audacia en una de las grandes batallas culturales
de nuestro tiempo. Pues bien, a la guerra como en la guerra.
Abórdense las
cuestiones de fondo: la pertenencia del feto a la especie humana, su rápido
desarrollo, la crueldad siniestra de los métodos de aborto, el principio moral
de asunción de responsabilidad por los propios actos (quedar embarazada no es
una fatalidad, como contraer una gripe, salvo en caso de violación), los graves
daños psicológicos que el aborto a menudo produce a la mujer, la inasumible
sangría demográfica que supone para un país en dramática pendiente de
envejecimiento que uno de cada cinco embarazos terminen en aborto voluntario...
Inténtese influir en las convicciones; combátase por el alma de la sociedad,
como hace la izquierda cuando está en el poder. Complétese la restricción del
aborto con una ley integral de apoyo a la maternidad y la familia –que Rajoy
prometió en 2009 y no ha cumplido–, insertándola así en una campaña más amplia
de promoción de la vida. Gallardón dio la talla en la presentación del
proyecto, refiriéndose a la humanidad del feto. Rajoy, en cambio, se mostró
elusivo e inane en su rueda de prensa, no atreviéndose siquiera a llamar al
aborto por su nombre ("la ley sobre ese asunto") y no encontrando más
argumento que "el retorno a la ley de 1985, que suscitaba consenso".
La marea de voces peperas que
reclaman una rebaja del proyecto hace temer lo peor. ¡Qué curioso que, en un
partido caracterizado por el "prietas las filas", haya sido
precisamente en este tema decisivo donde se hayan manifestado por primera vez
discrepancias! Los que callaron ante la subida de treinta impuestos o la
excarcelación de Bolinaga protestan ahora por la protección del no nacido. En
realidad, el proyecto necesita ser mejorado… en el sentido exactamente opuesto
al que sugieren Cifuentes u Oyarzábal.
El punto negro del proyecto Gallardón es
la persistencia del "peligro para la salud psíquica" como supuesto
despenalizador: es el coladero que hizo que la ley de 1985 funcionase de facto
como una ley de aborto libre. Es cierto que ahora se exige el informe de
"dos médicos ajenos al centro que realice el aborto". Pero es previsible
que surjan decenas de psiquiatras comprometidos con la causa abortista y
dispuestos a extender los certificados de forma sistemática. El de la
"salud psíquica" fue desde el principio un supuesto tramposo, no
objetivable, introducido para convertirse en vía subrepticia hacia el aborto
libre. No se sabe de ninguna mujer que se haya vuelto loca por tener un hijo;
en cambio, muchas quedan dañadas perdurablemente por el síndrome post-aborto.
Sólo tiene sentido patear el
avispero si se está dispuesto a librar la batalla cultural consiguiente… y si
todo sirve para disminuir el número efectivo de abortos. No tiene sentido
arrostrar el coste político-mediático de esta medida si no es para salvar
realmente miles de vidas. Dejar en pie el supuesto de la salud psíquica supone
un alto riesgo de retorno a la situación de 1985-2010, con cifras de aborto
casi tan elevadas como las actuales. La fórmula para reducir de verdad la
incidencia del aborto es conocida, pues ha sido aplicada con éxito en Polonia
desde 1993: comisiones médicas oficiales que acrediten de manera fiable el
peligro para la salud de la mujer. Este procedimiento objetivador serio ha
reducido allí el número de abortos desde más de 123.000 (1987) a menos de mil
anuales a partir de 1993 (pues los embarazos resultantes de violación o que
supongan peligro real para la mujer no sobrepasan esa cifra). La imitación del
modelo polaco es la alforja que falta para que este viaje merezca la pena.
Estas Señorías, a las que parece les importa el reloj y el tiempo,
corren el riesgo de que se les haga tarde,
y muchas madres les maldecirán por las terribles secuelas que
producen los abortos.
Ya lo están haciendo.
Al parecer vale más un voto que una vida humana.
Franja
Aborto, igual a provocar la muerte de un ser humano inocente
ABORTO PROVOCADO
Quieren conseguir y ya se puede decir, sin miedo a error y con un gran horror, de que…
EL SENO MATERNO ES EL LUGAR DE MÁS RIESGO PARA LA VIDA DEL HOMBRE, MÁS QUE EL SIDA, MÁS QUE EN LA CARRETERA, MÁS QUE EN LA GRIPE, MÁS QUE EN LOS ACCIDENTES CARDIOVASCULARES, ETC. ETC...Franja.
Esto que veis no es políticamente correcto,
porque se nota mucho de que es un crimen,
y hay muchas personas abortistas
a las que no les gusta, que se ponga tan a lo vivo
y la gente se entere del cómo se hace,
y de cómo se mata el ser humano en el seno materno.
¿Está claro?
Franja.
Si este vídeo fuese visto por mucha gente
incluso médicos y políticos
sin cultura ni sentimientos, que los hay,
podrían cambiar de parecer, si fuesen honrados...
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