miércoles, 29 de octubre de 2014

DECÁLOGO PARA UNA BUENA RELIGIOSIDAD POPULAR

Blog Católico de Javier Olivares-Baiona

Me alegró mucho encontrar este Decálogo
para una buena

RELIGIOSIDAD POPULAR

Por eso la traslado al blog. 
Gracias, P. Javier Leoz, por estas ideas tan claras. 
Mucho tenemos que aprender. 
Franja

Un paso de Sevilla

DECÁLOGO PARA
UNA BUENA RELIGIOSIDAD POPULAR
Javier Leoz
Delegado de Religiosidad Popular
Pamplona

1.Lo que se expresa por fuera ha de estar en consonancia con lo que se vive por dentro. No es puro altruismo y, mucho menos, un cumplir la tradición

2. Celebrar popularmente la vida cristiana (a la Virgen o a los Santos Patrones) implica echar una mirada a sus vidas. No podemos llevarlos sobre nuestros hombros y olvidar u obviar su mensaje cristiano. Eso sería puro sincretismo.

3.  Además de identidad cultural, que lo puede ser, la Religiosidad Popular está llamada a ser cauce de un encuentro personal con Dios, con Cristo, en el Espíritu, con María o con aquello que se celebra.

4. La Religiosidad Popular es, entre otras cosas, consecuencia de la experiencia íntima y luego expresiva de la fe católica.


5. La Religiosidad Popular nunca puede establecer un paralelismo entre fe exteriorizada y liturgia. La expresión más rica y mejor formada de la Religiosidad Popular es precisamente cuando se enriquece y se  nutre de la Eucaristía y del resto de los sacramentos.

6. El nivel de autenticidad de la Religiosidad Popular viene delimitada (entre otros muchos) por tres aspectos: crecimiento en la fe personal, comunión con la Iglesia Universal y testimonio vivo ante un mundo descreído.

7. La Religiosidad Popular ha de llevar necesariamente a una conversión personal y comunitaria. De nada sirve celebrar externamente una fiesta patronal si, a continuación, muchos de los actos que acontecen en esas fiestas patronales van en dirección contraria a lo que decimos profesar: blasfemias, suciedad, zafiedad, falta de respeto u olvido de la dignidad humana.

8. La Religiosidad Popular no se sostiene en sí misma. Es fruto del legado cristiano de muchos siglos. Es más; sin el sustrato cristiano muchas de sus expresiones se pueden convertir en fenómenos culturales, identitarios pero perdiendo su esencia: camino que conduce a Dios.

9. La Religiosidad Popular es patrimonio de toda la comunidad cristiana a la que, desde distintas sensibilidades, se unen otros hermanos que -por la belleza, la música, la tradición, la costumbre, etc- pueden re-encontrarse con la fe. Porque tiene luz propia es importante que nadie (especialmente los ámbitos políticos u otros grupos ideológicos incluso a nivel eclesial) capitalicen o hipotequen su futuro.

10. Porque la Religiosidad Popular ha modelado y lo sigue haciendo el perfil cultural y religioso de nuestra tierra es necesario cuidarla desde tres dimensiones: la formación (saber por qué se celebra), la liturgia (saber para qué se celebra) y la caritativa (saber a qué nos compromete).

En la Religiosidad Popular no todo vale. Hoy, desde la Nueva Evangelización a la que nos convocan los últimos Papas, puede contribuir positivamente siempre y cuando preservemos en ella el aspecto religioso y sepamos quitar de ella todo aquello que la hace estéril, superficial, folclórica o incluso -a veces- ideológica


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