Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
ANTES DE NADA
¿QUÉ SABES DEL AÑO LITÚRGICO?
INTERESANTÍSIMO
ADVIENTO Y
NAVIDAD
1)
EL ADVIENTO
SIGNIFICADO
Y CONTENIDO
Adviento
significa venida. Este tiempo nos prepara para la venida del Señor. La venida
de Cristo al mundo se realiza en un triple plan:
PASADO: venida histórica a Palestina,
PRESENTE: venida sacramental, hoy,
FUTURO: venida gloriosa al fin del mundo.
Cristo está
viniendo hoy y aquí, a nosotros, dentro de nosotros. Nos está haciendo
concorpóreos suyos, solidarios de su persona y de su misterio redentor.
Mediante el don de su palabra y de la eucaristía, Cristo se graba en nosotros.
Nos hace su cuerpo. Su venida gloriosa al final de los tiempos no será otra
cosa que la revelación de las venidas que ahora realiza en nosotros. Hay
continuidad real entre su venida actual y su venida gloriosa. Exactamente igual
como la semilla se prolonga en el fruto. Esta es la verdad de fe más grandiosa.
Quien quiera encontrarse con el Cristo viviente, debe penetrar en el misterio
de su presencia, a través de la liturgia. Es necesario que el cristiano tenga
mirada interior. El adviento es radicalmente cercanía y presencia del Señor.
LOS GRANDES
TESTIGOS DEL ADVIENTO
Son tres: El
profeta Isaías, Juan el Bautista y la Virgen María.
Isaías anuncia cómo será el Mesías que vendrá. Sacude
la conciencia del pueblo para crear en él actitud de espera. Exige pureza de
corazón.
Juan el
Bautista señala
quién es el Mesías, que ya ha venido. Él mismo es modelo de austeridad y de
ardiente espera.
María es la figura clave del adviento. En ella culmina
la espera de Israel. Es la más fiel acogedora de la palabra hecha carne. La
recibe en su seno y en su corazón. Ella le prestó su vida y su sangre. María es
Jesús comenzado. Ella hizo posible la primera navidad y es modelo y cauce para
todas las venidas de Dios a los hombres. María, por su fidelidad, es tipo y madre
de la Iglesia.
LAS
ACTITUDES FUNDAMENTALES DEL ADVIENTO
1. Actitud
de espera. El mundo
necesita de Dios. La humanidad está desencantada y desamparada. Las
aspiraciones modernas de paz y de dicha, de unidad, de comunidad, son terreno
preparado para la buena nueva. El adviento nos ayuda a comprender mejor el
corazón del hombre y su tendencia insaciable de felicidad.
2. El
retorno a Dios. La
experiencia de frustración, de contingencia, de ambigüedad, de cautividad, de
pérdida de la libertad exterior e interior de los hombres de hoy, puede
suscitar la sed de Dios, y la necesidad de «subir a Jerusalén» como lugar de la
morada de Dios, según los salmos de este tiempo. La infidelidad a Dios destruye
al pueblo. Su fidelidad hace su verdadera historia e identidad. El adviento nos
ayuda a conocer mejor a Dios y su amor al mundo. Nos da conocimiento interno de
Cristo, que siendo rico por nosotros se hace pobre.
3. La
conversión. Con Cristo,
el reino está cerca dentro de nosotros. La voz del Bautista es el clamor del
adviento: «Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los
valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo
escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios ... » (Is 40,3-5). El adviento
nos enseña a hacernos presentes en la historia de la salvación de los
ambientes, a entender el amor como salida de nosotros mismos y la solidaridad
plena con los que sufren.
4. Jesús es
el Mesías. Será el
liberador del hombre entero. Luchará contra todo el mal y lo vencerá no por la
violencia, sino por el camino de una victimación de amor. La salvación pasa por
el encuentro personal con Cristo.
5. Gozo y
alegría. El reino de
Cristo no es sólo algo social y externo, sino interior y profundo. La venida
del Mesías constituye el anuncio del gran gozo para el pueblo, de una alegría
que conmueve hasta los mismos cielos cuando el pecador se arrepiente. El
adviento nos enseña a conocer que Cristo, y su pascua, es la fiesta segura y
definitiva de la nueva humanidad.
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