Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
Una carta al hermano que no nació
Esta carta, basada en una
experiencia de la vida real, fue escrita por una dirigente del movimiento pro
vida, quien por razones obvias desea permanecer en el anonimato.
Mi querido hermano: Hoy, mientras
me miraba alegremente en los ojos de mi pequeño hijito, me pregunté cómo es
posible que alguien pueda hacerle daño a una inocente criatura como ésta que no
puede defenderse, y lloré por todos aquellos bebitos que fueron abortados, y no
tuvieron la suerte que tuvo mi hijo de poder nacer y ser acunado en los brazos
de una madre que lo esperó con amor e ilusión.
Aunque no tuve la inmensa dicha
de conocerte en esta tierra, te quiero mucho mi hermano, pues a través de los
ojos del alma te he vislumbrado. Sé que de haber podido nacer, tendrías el pelo
negro de nuestro padre y los ojos vivos y alegres de nuestra madre; quizás
hasta te parecerías en algo a mí. En esta carta, la cual con el favor de Dios
espero que los ángeles te hagan llegar, quiero pedirte que perdones a nuestra
madre por no haberte permitido nacer.
Verás; ella no sabía lo que hacía cuando
fue a aquella mal llamada "clínica", donde un médico sin escrúpulos;
que sí sabía que abortar es matar; destrozó con la cureta tu pequeño cuerpecito
que apenas comenzaba a formarse, y con él destruyó también el plan de Dios para
ti. Nuestra madre, pobrecita, no supo lo que había hecho hasta pasados muchos
años. Un triste día ambas contemplamos horrorizadas la realidad del aborto homicida
reflejada en unas fotos, verdaderas pruebas de que el aborto es un crimen.
¡Qué dolor tan grande sentimos,
querido hermano, al ver aquellas fotos por vez primera y comprobar cómo debió
de haber quedado tu pequeño cuerpecito después del aborto que te privó de la
vida; y el cual, aunque han pasado ya años, nuestra querida madre no ha podido
olvidar! Hermanito, ella todavía sueña contigo, acerca de cómo serías, y yo a
veces, cuando nos reunimos los demás hermanos en la mesa familiar con nuestros
padres, siento en mi corazón tu ausencia que hace que el grupo esté incompleto
y me pregunto cómo sería tenerte aquí con nosotros.
Allá en el cielo, donde sé
que gracias a la misericordia de Dios te encuentras, ruego a Él que te lleguen
mis pensamientos, y te pido perdón en nombre de nuestra madre, a quien el
inmenso dolor del arrepentimiento y la carga que ha llevado en su conciencia
por tu muerte; no la han dejado expresar en palabras lo que de veras siente.
Ruega a Dios por ella, pues
aunque sabe que Él la ha perdonado porque no sabía lo que hacía, todavía te
recuerda y piensa en lo mucho que te hubiera querido, si tú hubieras nacido.
Pídele a Él por otras mujeres, para que no caigan en el mismo error que cayó mamá, por falta de
conocimientos. Yo por mi parte te prometo, que aunque no pude salvarte a ti del
aborto, otros niños sí se salvarán por mis esfuerzos, pues trabajaré para
llevarles a sus mamás el mensaje que la nuestra no recibió.
Te quiere y te
recuerda siempre tu hermana que espera, con el favor de Dios, encontrarse
contigo algún día en la eternidad.
FUENTE: Anónimo, "Carta al
hermano que no conozco," Escoge la Vida (enero/febrero de 1991),
suplemento "Caminos de Esperanza". Escoge la Vida es el boletín de
Vida Humana Internacional.
https://www.aciprensa.com/aborto/acarta.htm
¿No es como un paradoja el que el seno materno (así se llama), donde una madre está más cerca de su hijo para protegerlo y alimentarlo con su misma sangre, pueda esa madre perder los instintos maternales y actuar con su hijo como no lo haría nunca un ser irracional?
Por qué hemos llegado a esos extremos de maldad humana, reforzada con un derecho, mal llamado así, para poder cortar de raíz la vida del hombre en el lugar más protegido por la misma naturaleza humana?
¿No es acaso una paradoja terrible?
¿No te da pena pensar de que...en estos tiempos,
"El seno materno sea el lugar de más riesgo
para la vida del hombre"?
¿No es como un paradoja el que el seno materno (así se llama), donde una madre está más cerca de su hijo para protegerlo y alimentarlo con su misma sangre, pueda esa madre perder los instintos maternales y actuar con su hijo como no lo haría nunca un ser irracional?
Por qué hemos llegado a esos extremos de maldad humana, reforzada con un derecho, mal llamado así, para poder cortar de raíz la vida del hombre en el lugar más protegido por la misma naturaleza humana?
¿No es acaso una paradoja terrible?
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