Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
La
niña de las manzanas
Un grupo de vendedores
fueron a una Convención de Ventas. Todos le habían prometido a sus esposas que
llegarían a tiempo para cenar el viernes por la noche. Sin embargo, la
convención terminó un poco tarde, y llegaron retrasados al aeropuerto. Entraron
todos con sus boletos y portafolios, corriendo por los pasillos.
De repente, y sin
quererlo, uno de los vendedores tropezó con una mesa que tenía una Canasta de
Manzanas. Las manzanas salieron volando por todas partes. Sin detenerse, ni
voltear para atrás, los vendedores siguieron corriendo, y apenas alcanzaron a
subirse al avión. Todos menos UNO.
Este se detuvo, respiró
hondo, y experimentó un sentimiento de compasión por la dueña del puesto de
manzanas. Le dijo a sus amigos que siguieran sin él y le pidió a uno de ellos
que al llegar llamara a su esposa y le explicara que iba a llegar en un vuelo
más tarde.
Luego se regresó a la
terminal y se encontró con todas las manzanas tiradas por el suelo. Su sorpresa
fue enorme, al darse cuenta de que la dueña del puesto era una niña ciega. La
encontró llorando, con enormes lágrimas corriendo por sus mejillas. Tanteaba el
piso, tratando, en vano, de recoger las manzanas, mientras la multitud pasaba,
vertiginosa, sin detenerse; sin importarle su desdicha.
El hombre se arrodilló con
ella, juntó las manzanas, las metió a la canasta y le ayudó a montar el puesto
nuevamente. Mientras lo hacía, se dio cuenta de que muchas se habían golpeado y
estaban magulladas. Las tomó y las puso en otra canasta. Cuando terminó, sacó
su cartera y le dijo a la niña: -"Toma, por
favor, estos cien pesos por el daño que hicimos".
-¿Estás
bien?"
Ella, llorando, asintió
con la cabeza. El continuó, diciéndole
-
"Espero no haber arruinado tu día".
Conforme el vendedor empezó
a alejarse, la niña le gritó:
-
"Señor..."
Él se detuvo y volteó a
mirar esos ojos ciegos. Ella continuó: -"¿Es
usted Jesús...?"
Él se paró en seco y dio
varias vueltas, antes de dirigirse a abordar otro vuelo, con esa pregunta
quemándole y vibrando en su alma:
"¿Es
usted Jesús?"
Y a Tí,...
¿la gente te
confunde con Jesús? Porque ese es nuestro destino, ¿no es así? Parecernos tanto
Jesús, que la gente no pueda distinguir la diferencia. Parecernos tanto a
Jesús, conforme vivimos en un mundo que está ciego a su Amor, su Vida y su
Gracia.
Si decimos
que conocemos a Jesús, deberíamos vivir y actuar como lo haría Él. Vivir su
palabra cada día. Tú eres la niña de sus ojos, aún cuando hayas sido Golpeado
por las Caídas. Él dejó todo y nos recogió a Tí y a Mí en el Calvario; y pagó
por Nuestra Fruta Dañada.
¡Empecemos a vivir como si
valiéramos el precio que Él pagó! ¡Empecemos hoy!
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Franja
Franja
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